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Sinopsis The Fallen C
hloe King es una chica normal. Ella va a clases (la mayor parte del tiempo), pelea con su madre y está enamorada de un chico… o más bien de dos. Pero alrededor de su decimosexto cumpleaños, Chloe descubre que quizás no es tan normal después de todo. Tiene una mejor visión nocturna, reflejos ultrarrápidos. Oh, y un pequeño detalle: garras. A medida que descubre quién es y de dónde viene, está claro que no está sola. Y alguien está tratando de capturarla. Chloe tiene nueve vidas… pero, ¿serán suficientes?
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Índice Sinopsis
Capítulo 13
Prólogo
Capítulo 14
Capítulo 1
Capítulo 15
Capítulo 2
Capítulo 16
Capítulo 3
Capítulo 17
Capítulo 4
Capítulo 18
Capítulo 5
Capítulo 19
Capítulo 6
Capítulo 20
Capítulo 7
Capítulo 21
Capítulo 8
Epílogo
Capítulo 9
Continuación
Capítulo 10
Sobre la autora
Capítulo 11
Staffs
Capítulo 12
Créditos
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Prólogo Corregido por Leeconemi
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l nunca se cansaba o perdía su rastro.
No desde que la había visto por primera vez una hora antes en el bar, cuando su manga se había caído y revelado una adornada marca negra. Rollos, rayones de tinta y cicatrices con las conocidas palabras: Sodalitas Gladii Decimi. Y entonces ella corrió. Respiró hondo y miró hacia adelante, saltando sobre montones de basura y charcos con la precisión de un acróbata, impulsada por su terror. ¿Con qué calle se conectaba este callejón? ¿Había un lugar público cerca —aunque fuera una gasolinera de 24 horas— donde estuviera a salvo? Finalmente el olor húmedo del aire libre le dijo que había una salida adelante: una puerta alambrada bloqueaba el otro extremo del callejón. Se preparó para saltar, con el triunfo y la libertad cantando en sus oídos. De pronto algo quemó su pierna izquierda, haciendo estragos en sus músculos. Ella se aferró a la puerta, con la pierna colgando inútilmente por debajo. Alcanzó a tirar de sí misma, mano sobre mano, pero un zumbido muy silencioso anunció un segundo ataque. En un instante, cayó. —Me temo que estás atrapada —dijo una irritante voz calmada. Ella desesperadamente trató de arrastrarse por el piso, lejos de él, pero no había ningún lugar adonde ir. —Por favor… no… —gimió empujándose a sí misma de nuevo contra la pared—. No soy lo que piensas. No soy mala… —Estoy seguro que no crees que lo eres. Oyó una espada fina y pequeña como una daga, siendo desenvainada. —Yo nunca he… ¡Nunca lastimaría a nadie! ¡Por favor! Él cortó su garganta.
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—Id tibi facio, Deus —susurró, poniendo la palma de su mano izquierda en su corazón, con el pulgar en el centro de su pecho apuntando hacia arriba. Un suave suspiro escapó de la chica moribunda, un delgado hilo de sangre corría por su cuello. Pequeñas marcas de un asesino experto. Inclinó su cabeza—. En fidelidad a la Orden de la Décima Espada. Pater noster, rex gentius. Él acomodó su cabeza, de manera que luciera más cómoda y cerró sus ojos. Luego limpió la pequeña espada de plata con un pañuelo, se plantó sobre sus talones y esperó. Cuando ella despertara, la mataría de nuevo.
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Capítulo 1 Corregido por Pily
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an pronto como abrió sus ojos esa mañana, Chloe decidió que iría a la Torre Coit en lugar de a la Secundaria Parker S. Shannon, su destino usual de los martes. Estaría cumpliendo dieciséis en menos de veinticuatro horas, con ninguna celebración real a la vista: Paul pasaba sus miércoles en la casa de su papá en Oakland y, aún peor, su madre había dicho algo como “quizás iremos a un lindo restaurante.” De cualquier modo, ¿qué era un “lindo” restaurante? ¿Un lugar donde sirvieran pez globo y paté de hígado? ¿Donde la carta de vinos era más gruesa que su libro de “Civilización Americana”? No, gracias. Si Mamá se enteraba de la expedición a la Torre Coit, Chloe sería encerrada, eliminando por completo cualquier posibilidad de salir a cenar. Entonces tendría el derecho de sentirse miserable en su cumpleaños, en casa, sola, castigada. La idea era extrañamente atractiva. Llamó a Amy. —Hey, ¿quieres ir a la torre hoy en lugar de Física? —Absolutamente. —No hubo ninguna vacilación, ninguna pausa, ningún aturdimiento, de hecho. Para todas las posturas rebeldes post–punk de Amy, la mejor amiga de Chloe era una chica mañanera. ¿Cómo lidiaba con las lecturas de poesía a las 2 A.M.?—. Te veré ahí a las 10. Llevaré rosquillas si tú llevas el crack. Con “crack” Amy se refería a las distintivas veinte onzas de café de Café Eland, el cual estaba preparado con agua cafeinada. —De acuerdo. —¿Quieres que llame a Paul? Eso era extraño, Amy nunca se ofrecía para hacer nada, mucho menos a ayudar con planes de grupo. —Nah, me culparé por no invitarlo. —Es tu funeral. Nos vemos.
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Se arrastró fuera de la cama, envolviéndose con el edredón. Como casi todo en su habitación, este era de Ikea. El gusto de su mamá iba hacia el naranja, turquesa, estatuillas abstractas y bloques de arenisca, ninguno de los cuales cabía en un rancho de mierda de clase media de San Francisco. Y desde que Pateena Vintage Clothing pagaba nada menos que $5,50 la hora, el presupuesto de decoración de Chloe era limitado. Bloques escandinavos de color y los muebles con nombres impronunciables tendrían que bastar por ahora. Cualquier cosa le ganaba al New Southwest. Se paró en frente del armario, usando un corto par de bóxers y una musculosa. Incluso cuando no había tenido aún su período, Chloe finalmente estaba desarrollando una cintura, como si su estómago se hubiera exprimido hacia arriba a su pecho y abajo a su trasero. Sexy o no, no era como si algo de esto importara: su madre la castigaría si tan siquiera mencionara a otro chico que no fuera Paul. Se arrojó frente a la computadora con un gran bostezo y sacudió el mouse. A menos que Paul estuviera dormido o muerto, él podría ser muy bien ubicado en su ordenador las 24 horas los 7 días. Bingo, su nombre apareció en negrita en su lista de amigos. CHLOE: Ame y yo iremos a la Torre Coit hoy. ¿Quieres venir? PAUL: [Larga pausa] CHLOE: ? PAUL: No vas a culparme porque no voy a estar cerca para tu cumpleaños, ¿verdad? CHLOE: PAUL: *lloriqueo* ok, le diré a Wiggins que tengo una excursión de la Sociedad Nacional de Honor o algo. CHLOE: ¡¡¡TE AMO, PAUL!!! PAUL: sisi. T vre dsp Chloe sonrió. Quizás su cumpleaños no apestaría después de todo. Miró por su ventana… sep, niebla. En una ciudad de niebla, Inner Sunset era la parte con más niebla de San Francisco. Amy amaba esto porque todo era fantasmal y misterioso y le recordaba Inglaterra (a pesar de que ella nunca había estado allí). Pero Chloe se deprimía con las mañanas, tardes y noches húmedas y tristes, y quería huir a tierras más altas y soleadas —como Coit Tower— en toda oportunidad.
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Decidió ir por lo seguro y se vistió como si fuera a la escuela, con jeans, una remera y una chaqueta de jean de Pateena’s que era auténticamente ochentera. Incluso tenía un verso de una canción de Styx escrito cuidadosamente en bolígrafo sobre una de las mangas. Vació su mochila de sus libros de texto y los escondió debajo de su cama. Después tropezó escaleras abajo, tratando de imitar la rutina habitual de mal humor-cansancio por la mañana de Chloe. —Bajaste temprano —dijo su madre suspicazmente. Sin ánimos de tener una pelea esa mañana, Chloe se tragó un suspiro. Todo lo que ella hiciera fuera de lo normal desde que cumplió doce era recibido con recelo. La primera vez que había conseguido un corte de pelo corto —pagado con su propio dinero, muchas gracias—, su madre había exigido saber si era lesbiana. —Me encontraré con Ame en Beanery primero —respondió Chloe tan educadamente como pudo, tomando una naranja de la nevera. —No quiero sonar anticuada pero… —¿Va a entorpecer mi crecimiento? —Es una puerta a las drogas. —La Señora King puso sus manos en sus caderas. En capris negros de Donna Karan, con un escote redondo de seda y lana y su corte de pelo pixie, la mamá de Chloe no lucía como una mamá. Lucía como alguien salido de un anuncio de Chardonnay. —Tienes que estar bromeando —no pudo evitar decir Chloe. —Hay un artículo en Semana. —Los ojos grises de su madre se redujeron, sus expertamente alineados labios se fruncieron—. El café lleva a los cigarrillos, que llevan a la cocaína y a las metanfetaminas de cristal. —Meth de cristal, mamá. Es meth de cristal. —Chloe la besó en la mejilla mientras caminaba más allá de ella hacia la puerta. —Te estoy hablando de no fumar, justo como los anuncios dicen que haga. —¡Mensaje recibido! —dijo Chloe, saludando sin volverse. Caminó calle abajo a Irving Street, luego continuó hacia el norte yendo por el lado sur del Parque Golden Gate, parando en el Café Eland para los dos prometidos cafés. Paul no tomaría; ella le consiguió una Coca-Cola de dieta en su lugar. Amy ya estaba en la parada de autobús, cargando una caja de donas, su bolso de mano y un celular. —Sabes que los punks reales no… —Chloe puso su mano en su oído y la sacudió, simulando un teléfono.
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—Muérdeme —Amy, se quitó el bolso y guardó el teléfono, pretendiendo no interesarse por él. Hoy usaba una minifalda escocesa a cuadros, un jersey de cuello negro, medias de red y las gafas de ojos de gato; el efecto general era algo entre bibliotecaria rebelde y punk–nerd. Las dos estaban cómodamente en silencio en el autobús, solo bebiendo café y alegres de tener un asiento. Amy podría ser una persona mañanera, pero Chloe necesitaba por lo menos otra hora antes de ser realmente sociable. Su mejor amiga había aprendido esto hacia años, y educadamente se había acomodado a ella. No había mucho para ver por la ventana del autobús; solo otra negra, blanca y gris mañana en San Francisco, llena de personas con caras malhumoradas yendo a trabajar y vagos encontrando sus esquinas. El reflejo de Chloe en la ventana era casi monocromático, excepto por sus ojos castaño claros. Brillaban casi anaranjados en la luz cuando el autobús llegó a Kearney Street y el sol se abrió paso. Chloe sintió su espíritu alzarse: este era el San Francisco de postales y sueños, una ciudad de océano, cielo y sol. Realmente era glorioso. Paul ya estaba allí, sentado en los escalones de la torre, leyendo un libro de comics. —Feliz pre–cumpleaños, Chlo —dijo, parándose y besándola suavemente en la mejilla, un acto sorprendentemente maduro y sensible. Él sostenía una caja marrón. Chloe sonrió curiosamente y la abrió: una botella plástica de vodka Popov se encontraba en ella. —Hey, me pareció que si íbamos a ser pillos, ¿por qué no serlo hasta el final? — Sonrió, sus ojos se apretaron en las ranuras cerradas que eran sus párpados. Había una leve hendidura en su cabello corto, negro y sobrecargado de gel, donde sus audífonos habían descansado. —Gracias, Paul. —Señaló arriba—. ¿Deberíamos?
—¿Qué si tuvieras que elegir solo una de estas vistas para mirar por el resto de tu vida? —dijo Chloe—, ¿cuál sería? Amy y Paul se miraron el uno al otro, casi intrigados. Los tres habían estado sentados ahí la última hora, sin hacer realmente mucho, con los dos mejores amigos de Chloe ocasionalmente intercambiando miradas risueñas. Eso había dejado de ser divertido muy rápido.
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La mitad de las ventanas de la Torre Coit mostraban el espectacular escenario de San Francisco bañado por el sol, las otras nueve daban con un abismo sin forma, gris–blanco. —Esperaría hasta que el sol se despejara hasta tomar mi decisión —dijo Amy, pragmática como siempre. Revolvió su taza de café para enfatizar, mezclando su contenido. Chloe suspiró, debería haber esperado esa respuesta. Paul caminó de ventana a ventana. —Bueno, el puente es hermoso, con toda la niebla y las nubes, el ocaso y el amanecer… —Abu–rrido —lo interrumpió Amy. —La Pirámide Transamerica es demasiado fuerte y extraña… —Y fálica. —Creo que elegiría el puerto —decidió Paul. Mirando sobre su hombro, Chloe pudo ver coloridos botecitos yendo y viniendo con el viento, brumosas islas de ensueño en la distancia. Sonrió. Esa era una elección muy Paul. —Definitivamente no Russian Hill —agregó Amy, tratando de recobrar el control de la conversación—. Una expansión malditamente horrible, con mayúsculas en lo de maldito. —Tomaste tu decisión justo a tiempo, Paul… Mientras miraban, nubes bajas vinieron rodando desde las colinas, tapando cada una de las nueve ventanas, volviendo los puntos de vista en una blanca y total oscuridad. Lo que debería haber sido un hermoso día azul con hinchadas nubes blancas, ahora que estaban fuera de Inner Sunset, rápidamente había dado paso al mismo estúpido clima de siempre. Esto no era exactamente lo que Chloe había esperado para su día de escape de la escuela/decimosexto cumpleaños. Para ser justos, siempre esperaba más de lo que la vida estaba dispuesta a dar, en este caso, una experiencia dorada y soleada al estilo “estos son los mejores días de nuestra vida” de Stand by Me de Ferris Bueller. —Entonces, amiga —dijo Amy, cambiando el tema—. ¿Qué pasa contigo y Comrade Ilychovich? Chloe suspiró y se hundió contra la pared tomando un último trago de su vaso. Como el de Amy, este estaba enriquecido con el regalo de Paul.
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Paul ya había bebido su Coca-Cola de dieta y ahora estaba bebiendo directamente de la increíblemente cursi botella de plástico de vodka. Chloe miró soñadoramente a las cúpulas negras y rojas de la etiqueta. —Él es… solo… tan…sexy. —Y demasiado fuera de tu liga —señaló Amy. —Alyec es un joven ruso con una mirada de acero y una cara cincelada —dijo Paul con un grueso y frío acento de guerra—. Posiblemente con contrato de modelaje. Mis fuentes dicen que la agente Keira Hendelson quiere acercarse a sus… cubiertas. —Al diablo con ella. —Chloe arrojó su taza vacía a la pared, imaginando que golpeaba a la pequeña presidenta rubia del consejo estudiantil. —Podrían estar emparentados, sabes —señaló Amy—. Eso podría ser un problema. Él podría ser un primo, un sobrino o algo de tus padres biológicos. —La vieja Unión Soviética era un lugar grande. Genéticamente, pienso que estamos bien. Es el hecho de llegar a salir con él. Ese es el problema. —Podrías, no sé, ir hacia él y algo como hablar con él o algo —sugirió Paul. —Siempre está rodeado por La Rubia y su Banda de los Cuatro —le recordó Chloe. —Nada se gana, nada se pierde. Sí, claro. Como si él alguna vez hubiera invitado a alguien a salir. Amy, tragó lo último de su café y eructó. —Oh, mierda, tengo que orinar. Paul se sonrojó. Siempre se ponía nervioso cuando Amy o Chloe discutían algo sobre el funcionamiento del cuerpo en frente de él, entonces usualmente Chloe no hablaba de esas cosas cuando él andaba alrededor. Pero hoy ella se sentía… bueno, extraña. Nerviosa, impaciente. Sin mencionar un poco molesta con él y Amy. Esta se suponía que iba a ser su cosa de cumpleaños. Y hasta ahora apestaba. —Es una lástima que no puedas hacerlo de pie como Paul —dijo ella, viéndolo sonrojarse por el rabillo del ojo—. Podrías volverte loca. Ahora, ¿qué la había hecho decir eso?
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Ella se levantó. Apoyándose en la pared de piedra, Chloe miró hacia abajo. Todo lo que pudo ver fue el remolino blanco y, a su izquierda, una torre de agua manchada de rojo en el Puente Golden Gate. ¿Qué pasaría si arrojara un centavo desde aquí? Se preguntó Chloe. ¿Haría un túnel a través de la niebla? Sería genial. Un túnel de doscientos pies de largo y media pulgada de ancho. Se trepó a una ventana y rebuscó en los bolsillos de sus jeans, en busca de cambio, sin molestarse en poner la otra mano en la pared para mantener el equilibrio. La torre de pronto pareció inclinarse hacia adelante. —¿Qué…? —empezó a decir. Chloe trató de sostenerse apoyándose de nuevo en el marco de la ventana, agarrándose de la pared, pero la niebla la había dejado húmeda y resbaladiza. Se inclinó hacia adelante, su pie izquierdo deslizándose debajo de ella. —¡Chloe! Ella lanzó sus brazos hacia atrás, tratando desesperadamente de equilibrarse. Por un breve segundo sintió los cálidos dedos de Paul sobre ella. Lo miró a la cara, una sonrisa de alivio se abrió paso y un rubor rosa en la parte superior de sus pómulos. Pero entonces el momento había terminado: Amy estaba gritando y Chloe sintió que nada la sostenía mientras se deslizaba del agarre de Paul. Estaba cayendo, ¡cayendo!, fuera de la ventana y fuera de la torre. Esto no está pasando, pensó Chloe. Esta no es la forma en que terminaré. Escuchó los ya sofocados gritos de sus amigos hacerse más débiles, cada vez más lejos. Algo iba a salvarla, ¿cierto? Finalmente su cabeza golpeó. El dolor era insoportable, demoledor de huesos y nauseabundo, los fragmentos afilados de cientos de agujas siendo forzados a través de ella como si su cuerpo se compactara en el suelo. Todo se volvió negro y Chloe esperó la muerte.
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Capítulo 2 E
Corregido por Pily
staba rodeada de oscuridad.
Sonidos extraños, pasos y ocasionales gritos hacían eco y morían de manera extraña, como si estuviera en una gran caverna llena de túneles y cuevas. En algún lugar delante pero muy por debajo de ella, como si estuviera de pie en el borde de un acantilado, era un halo de luz difusa, indistinta. Se agitó desagradablemente. Comenzó a alejarse de él. Entonces, algo gruñó detrás de ella y la empujó con fuerza. Chloe se lanzó hacia adelante, hacia la luz y al espacio vacío. Eso fue todo. Esto era la muerte. —¿Chloe? ¿Chloe? Eso era raro. Dios sonaba un poco irritante. Un poco quejumbroso. —Oh mi Dios, ella está… —¡Llama al 911! —No hay forma de que pueda haber sobrevivido a esa caída… —¡QUÍTATE DE MI CAMINO! Chloe se sentía como si estuviera dando vueltas, su peso siendo forzado a volver a su piel. —¡Tú, estúpido cabeza hueca! Esa era Amy. Esa definitivamente era Amy. —Deberíamos llamar a su mamá… —¿Y qué diremos? Que Chloe está… ¿que Chloe está muerta? —¡No digas eso! ¡No es verdad! Chloe abrió los ojos. —Oh mi Dios, ¿Chloe…?
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Paul y Amy estaban inclinados sobre ella. Lágrimas y el rímel corrido por las mejillas de Amy y sus ojos azules muy abiertos con bordes de color rojo. —¿Estás vi-viva? —preguntó Paul con la cara pálida de temor—. No hay manera de que pudieras haber… —Él puso su mano detrás de su cabeza sintiendo su cuello y columna. Cuando la retiró, solo había un poco de sangre en su dedo. —Tú… tú no… oh Dios… es… un… milagro —dijo Amy lentamente. —¿Puedes moverte? —preguntó Paul calmadamente. Chloe se sentó. Esta era la cosa más difícil que recordaba haber hecho, como empujarse a través de un millón de kilos de tierra. Su cabeza le daba vueltas y por un momento había dos de todo, cuatro amigos planos de pan de jengibre en frente de ella. Tosió, luego empezó a vomitar. Trató de inclinarse a un costado pero no podía dominar su cuerpo. Después de terminar de vomitar, Chloe se dio cuenta de que Paul y Amy la estaban tocando, sosteniendo sus hombros. Ella apenas podía sentir sus manos; la sensación se deslizó lentamente de vuelta sobre su piel. —Deberías estar muerta —dijo Paul—. No hay manera de que pudieras haber sobrevivido a esa caída. Le llamó la atención lo que él dijo; parecía verdad. Y aun así, aquí estaba, viva. Solo así. ¿Por qué no estaba sorprendida? —Ayúdenme a levantarme —dijo Chloe, tratando de no notar las miradas confundidas y asustadas en los rostros de sus amigos. Ayudaron a Chloe a inclinarse hacia adelante, después lentamente a erguirse con las piernas temblorosas. Señaló con sus dedos del pie y dobló sus rodillas. Funcionaban. Apenas. —Santa mierda —dijo Paul, incapaz de pensar en algo más para decir. —Deberíamos llevarte a un hospital —sugirió Amy. —No —respondió Chloe, lo más rápido que pudo. —¿Estás loca? —demandó Paul—. Solo porque no estés muerta no significa que no tengas una contusión o algo… no puedes solo caer sesenta metros e irte como si nada sucediera. A Chloe no le gustaba la forma en que sus amigos la estaban mirando. ¿No deberían estar súper contentos? ¿Emocionados de que no estuviera muerta? En lugar de eso estaban mirándola como si fuera un fantasma. —Sí. Iremos. Sin peros —dijo Amy, levantando su barbilla en forma obstinada.
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Ella y Paul ayudaron a Chloe a levantarse, tomándola uno de cada hombro. Mi demonio y mi ángel, pensó Chloe irónicamente. Bueno, mi nerd y mi aspirante a persona independiente. Su cabeza palpitaba y no quería más que una aspirina. Y tiempo a solas para pensar.
Logró tener tiempo para pensar en la sala de emergencias, a pesar de que no estaba exactamente sola. Después de que Amy hiciera un gran problema histérico sobre su amiga y el accidente que había tenido, la enfermera/recepcionista le dedicó una mirada a la aparentemente sana niña y los relegó a los tres a la sala de espera, detrás de una línea de indigentes con daños visibles: brazos rotos, caras raspadas, llagas supuradas. Paul se hizo cargo de completar la información de o y el papeleo, pero después de una hora de jugar a “Adivina el síntoma en su cabeza”, Chloe finalmente lo perdió. —Miren, por qué no solo nos vamos de aquí —siseó—. Estoy bien. —Sí, como no —dijo Paul alcanzando una vieja Vogue de tres meses atrás. —No toques eso —dijo Amy golpeándole la mano—. Gérmenes. —Luego se volvió hacia Chloe—. Te caíste como de un millón de metros, con tu cabeza Chlo. Otra media hora pasó. Observaron las noticias mudas revoloteando incomprensiblemente sobre ellos, historias sobre Irak y Wall Street y el cuerpo de una chica encontrado en un callejón. Finalmente, a las cuatro en punto, las cosas estaban listas para dejar pasar a la chica con lesiones no visibles. La enfermera de recepción levantó su mano cuando Amy y Paul trataron de seguirlas. —Solo familia —dijo ella. Amy se volvió a Chloe arrugando su pecosa nariz y sonriendo. Era una mirada “dulce” que Chloe sabía que había practicado durante horas frente al espejo, pero solo no funcionaba con la nariz suntuosa de su amiga. —Estarás bien, lo prometo. Lo sé. Estoy bien. —Gracias. Por todo. —Chloe le dio una sonrisa ladeada, luego atravesó la gran puerta doble de metal.
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—Si tú y tus amigos están mintiendo sobre su “accidente” —escuchó que la enfermera decía a Paul y a Amy—, sus padres van a deberle a su aseguradora una grande… Tan pronto como la puerta se cerró detrás de ella, Chloe examinó la sala por una salida.
Deseaba tener dinero para un taxi, pero tendría que tomar el autobús en su lugar. Tan pronto como estuvo en su casa, Chloe corrió hasta el baño, se quitó su ropa y abrió la llave del agua. Después de una larga remojada, finalmente comenzó a sentirse normal de nuevo, como si unos minutos de inactividad para ella misma fueran todo lo que en realidad necesitaba. Para recuperarse de una caída de sesenta metros. Envolvió la toalla a su alrededor cuando salió y miró el espejo. Había un leve moretón en su sien y un poco de sangre seca en su cabeza que era un poco divertida de sacar. Eso era todo. Chloe se tambaleó fuera y se sentó frente a su ordenador, donde su día había empezado apenas unas extrañas horas antes. Fue a Google y después hizo una pausa, sus normalmente ultrarrápidos dedos dudaron sobre el teclado. ¿Cómo buscas “formas de sobrevivir a una demencialmente larga caída sobre el pavimento”? Con unos pocos minutos navegando descubrió el interesante pero inútil dato de que defenestración significaba “el acto de empujar a alguien por una ventana”, y que casi nadie además de Jackie Chan había fácilmente sobrevivido a una caída de más de quince metros. Chloe se recostó en su cama y contempló el techo. No había manera de evitarlo: no debería haber sobrevivido a su caída de la Torre Coit. Quizás esta era la otra vida y ¿estaba siendo facilitada en ella lentamente con personas y lugares conocidos? Descartó esto rápidamente, aunque, recogiendo un poco más de sangre de su cabeza. El cielo sería más limpio, pensó de manera decisiva. Pero definitivamente algo extraño había pasado. No debería estar viva. Era realmente un milagro. Pensando en la luz de la tarde otoñal, Chloe se durmió.
Soñó: Descansaba en un cómodo hoyo que era suave, pero no se movía en la forma en que un colchón debería cuando cambiaba de posición. Hacía calor, pero no era
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desagradable; los rayos del sol eran tangibles sobre su piel, acariciando su espalda en el sueño. Algo lamió un lado de su cara, áspera y rápidamente: Levántate. Chloe se levantó de la arena, quitándose el polvo. Se cubrió los ojos y miró hacia el horizonte. No había ninguna playa: era un desierto, vacío y vasto, pero familiar y no atemorizante. Las dunas eran doradas y el cielo un oscuro azul vacío, presagiando una noche fría cuando el sol finalmente se pusiera, en medio día a partir de ahora. Se dirigían hacia el norte, por el río. Debajo de su mano estaba el león que la había despertado; acarició sus dedos. En todo su alrededor había leones, femeninos y masculinos, el verdadero poder de la manada. Cuatro de ellos. Ella estaba parada e incómoda; cuando ellos finalmente empezaron a moverse, los grandes felinos tuvieron que ralentizar su paso para que pudiera seguirles el ritmo. Sus hermosos hombros subían y bajaban a un ritmo lánguido y poderoso. Un buitre circulaba en el cielo, esperando hacerse un festín con lo que fuera que dejaran. Cuando Chloe se despertó estaba famélica. Al primer momento de conciencia después de abrir los ojos, antes de recordar su caída o ser traída a casa, pensó en lo que podría haber en la nevera. El resto vino a ella cuando se levantó. Estaba entumecida, pero incluso el hematoma en su frente ya estaba desvaneciéndose. Estaba sorprendida de ver que el reloj en el microondas marcara las seis; había dormido alrededor de cuatro horas. No se sentía así. Abrió el refrigerador y revisó sus contenidos, la mayoría de los cuales eran ingredientes para cualquier cosa complicada de cena gourmet que su madre estaba planeando hacer. Sacó un par de yogurts, una pinta1 de ensalada de macarrones y una vieja caja de lo mein2. Si caer sesenta metros no la mató, esto probablemente tampoco lo haría. Chloe se sentó en la mesa y comió, aún no totalmente despierta, aún no totalmente racional, solo disfrutando la sensación de la comida golpeando su estómago y llenándolo. La puerta se abrió con un golpe y la Señora King entró. Abrió la boca para decir algo y luego notó el banquete destruido sobre la mesa. —Hoy me caí de la Torre Coit —dijo Chloe sin pensar.
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Una pinta es una unidad de volumen inglesa, equivale a 473 ml aproximadamente. Lo mein: es un plato chino.
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No había planeado decirle a su madre inmediatamente. Había querido pensarlo primero, planear el enfoque correcto, pero no había llegado a pensar en uno. Aparentemente su subconsciente sí. —Lo sé —dijo su madre en un tono bajo y enojado—. Vengo del hospital, donde supuestamente esperabas por mí. Pero no, decidiste no quedarte allí, así como aparentemente decidiste no ir a la escuela hoy. Madre e hija se miraron a los ojos, no diciendo nada por un momento. —¿Qué ha pasado contigo? —gritó finalmente la madre de Chloe—. ¿Esta es la semana en que decidiste liberar toda tu rebeldía adolescente de una sola vez? —¡MAMÁ! —gritó Chloe en respuesta—. ¡Me caí de la Torre Coit! ¿Eso no significa nada para ti? —¿Además del hecho de que estás actuando como una idiota irresponsable? Pero los ojos de la Señora King revoloteaban por las marcas de luz en el rostro de su hija, la manera incómoda en la que estaba sentada y la sangre negra en su cuero cabelludo. —¿Estás bien? —preguntó finalmente. Chloe se encogió de hombros. —Es por eso que me fui —masculló—. No había nada malo. Pero ellos no me escucharían. —Estoy feliz de que Amy y Paul tuvieran el buen sentido de ignorarte y llevarte allí. —La Señora King suspiró—. A pesar de que podría matarlos por alentarte con tu “día libre”. —Paul no iba a estar cerca para mi cumpleaños —dijo Chloe, sintiéndose como una idiota y autocompasiva mocosa mientras lo decía—. Quería celebrarlo con mis amigos. Su madre abrió la boca para decir algo sobre esto, pero la volvió a cerrar. —Podrías haber muerto —dijo. Estuvo callada por un momento—. Es un milagro que no lo estés. —Lo sé. Hubo otro momento de silencio. Chloe miraba fijamente su plato vacío y su madre la miraba fijamente a ella. La Señora King reajustó sus gafas bordeadas con negro. Chloe casi podía ver los pensamientos de su mamá revoloteando en un círculo lógico: debería estar muerta. No lo está. Debería estar agradecida. Estoy enojada con ella. No está muerta. Por lo tanto debe ser castigada.
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—Vamos a tener que hablar sobre esto. Sobre tu comportamiento y sobre tu castigo. —Obviamente —dijo Chloe con pesada ironía, repentinamente irritada—. Mamá, debería estar muerta. —¿Y? No lo estás. Sé agradecida. Tengo unos filetes… los haré en una hora, después de que termine un papeleo. —¿Me oíste? Podría… ¡¡¡debería haber muerto!!! Su madre abrió la boca para decir algo, pero no lo hizo. Pasó los dedos por el ralo flequillo que enmarcaba su rostro, quitándolo de sus ojos. Su cabello era grueso y rubio, tan lejos del color y la textura del de Chloe como era posible. Chloe se dio la vuelta y se fue pisando fuerte hacia su cuarto. Tal vez ella fuera la de las drogas. Era la única explicación que Chloe podía pensar para explicar una reacción tan displicente. ¿Quizás era el shock? Quizás a ella realmente no le importaba. Chloe consideró amargamente cuán fácilmente su mamá podría haberse librado de ella. Sería libre de organizar fiestas, ir a aperturas de galerías y tal vez conseguir un novio realmente genial. Del tipo de los que se alejaban de situaciones complicadas como hijas. Especialmente las adoptadas. Pensó en el padre que vagamente podía recordar, que se había ido cuando ella tenía cuatro. A él le habría importado. Él la habría arrastrado de vuelta al hospital, sin importar cuánto hubiera protestado. Chloe se sentó en su cama y cuidadosamente abrió el cajón del medio de su escritorio. Este era el único viejo mueble de la habitación, añejo, sólido y de roble. Perfecto para ocultar de su mamá el único secreto real. Un pequeño ratón gris se incorporó sobre sus patas traseras y la miró expectante. ¡Squeak! Chloe sonrió y puso su mano al lado de él, dejando correr al ratoncito encima de ella. Su madre prohibía absolutamente todas las mascotas peludas, supuestamente a causa de sus alergias. Pero, cuando su madre se había ido en una fase de exterminio rampante convencida de que su casa se había llenado de alimañas por sus no tan limpios vecinos de al lado, Chloe había llegado a casa de la escuela un día y había encontrado al bebé ratoncito gris en una trampa. Con la ayuda de Amy y Paul instaló una luz en su escritorio. Ahora Mus-mus tenía un gotero de agua, un
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alimentador y una rueda de ejercicio. Este era todo un pequeño mundo del que su madre no sabía nada. Tomó un Cheerio de una bolsa de sándwiches que mantenía escondida debajo de la cama, y se lo ofreció con cuidado; el pequeño ratoncito lo tomó con sus patas delanteras y se sentó, mordisqueando como si se tratara de una rosquilla gigante. —¿Qué debería hacer? —susurró. El ratoncito nunca dejó de comer, ignorándola—. Mi mamá es toda una perra. Llamar a Amy era la única cosa para hacer, en serio, Chloe podría disculparse por actuar tan raro después de que ella y Paul la habían llevado al hospital, agradecerle por ello, después ir al asunto de cuán bizarro era que estuviera viva y discutir por qué había sobrevivido. Amy probablemente ofrecería alguna explicación involucrando algo sobrenatural o ángeles, inútil pero entretenido. Chloe sonrió y tomó el teléfono dejando a Mus-mus cuidadosamente de vuelta en su jaula. Siete largos pitidos… el teléfono de Amy estaba encendido pero no contestaba. Chloe trató tres veces más, en caso de que el teléfono estuviera enterrado en el fondo del bolso de Amy y ella no pudiera oírlo. En el cuarto intento Chloe dejó un mensaje. —Hey, Ame, llámame Estoy… ehmm… sintiéndome mejor. Perdón por la total rudeza de hoy. Creo que estaba en shock o algo. Trató con el teléfono de su casa. —Oh, ¡hola, Chloe! —contestó la Señora Scotkin. Hubo una pausa; debió haber mirado el reloj—. ¡Feliz cumpleaños dieciséis en seis horas! Chloe sonrió sin querer. Amy no debía haberle dicho nada. —Gracias, señora Scotkin. ¿Está Amy cerca? —No… creo que está trabajando en el proyecto de Am civ3 con el grupo esta noche. Trata con su celular. Lo hice, gracias. —Está bien, lo haré. Gracias, señora Scotkin. Chloe frunció el ceño. Fue a la computadora y chequeó todos los alias de Amy, pero ninguno de ellos estaba conectado. ¿Quizá realmente estuviera haciendo tarea? Nah. Paul estaba conectado pero LDT4… Chloe en realidad no quería hablar
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Am civ: American Civilization, también considerado como Historia Americana. LDT: lejos del Teclado.
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con él de todas formas. Necesitaba a Amy. Ella casi había muerto. Sería su cumpleaños en cuatro horas. Su mamá estaba loca. Y estaba sola. Vagó por su cuarto, levantando pequeñas cosas, piezas de baratijas, peluches y bajándolas de nuevo. Su oscuridad dio paso a la inquietud; de repente el cuarto parecía muy pequeño. Demasiado pequeño para una buena melancolía. Se movió arriba y abajo sobre sus dedos como una bailarina. Chloe se paró por un momento, indecisa, entonces agarró su chaqueta y bajó rápidamente las escaleras. —¿A dónde vas? —demandó su madre como alguien en un show de televisión. —Fuera —respondió Chloe, justo igual de predecible. Incluso cerró la puerta con un golpe, solo para un buen final.
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Capítulo 3 Corregido por Pily
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a noche estaba más fría de lo que Chloe esperaba. Se detuvo un momento solo con su camiseta, dejó al aire húmedo golpear contra su piel y levantar el vello de sus brazos. Olía sorprendentemente bien: limpio y húmedo, como una nube. Luego el viento cambió de dirección y pudo oír y oler el tráfico al mismo tiempo: tubos de escape, el aire agrio y seco, incluso en la humedad, mordía su nariz. Chloe suspiró y se puso la chaqueta. Bien, chica espontánea, ¿ahora a dónde? Se había preparado para un castigo realmente espectacular más tarde (aunque esperaba que su experiencia cercana a la muerte pudiera ayudar a reducir su pena), así que la noche no estaba para ser desperdiciada. Entonces vino hacia ella: El Banco. Normalmente nunca jamás consideraría tratar de entrar a un club sin pasar varias horas vistiéndose y revistiéndose con Amy, yendo a través de todo en sus armarios y a veces incluso en el de Paul. Jeans y una remera era solo vergonzoso. A Chloe no le importó; lo iba a hacer. Entraría al club por sí sola, vestida como La Criatura de la Laguna Gap. Solo necesitaba bailar ahora mismo. Era un martes, por lo que no había tanta fila fuera del club; las luces de Navidaddel-Infierno, naranjas y negras, apenas iluminaban al otro lado de la vacía calle. Un aburrido gorila medio sentado en un taburete usaba pequeñas gafas negras de sol que no reflejaban nada. Chloe se pavoneó hasta la soga de terciopelo, sin saber qué iba a hacer. Todos los demás en la fila iban vestidos en algo brillante, revelador o todo negro, y eran al menos media década más viejos. Antes de que pudiera pensar en ello, desfiló por delante de ellos y preguntó al gorila directamente: —Oye, ¿puedo entrar? —Así nada más. El hombre gigante la miró de arriba abajo, deteniéndose en sus estropeadas Converse negras. Hizo el más simple atisbo de una sonrisa.
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—Me gustan tus zapatos. Son a la vieja escuela, bebé —dijo y desató la cuerda para Chloe. —Gracias, amigo —dijo en lo que esperaba que fuera una voz igualmente calmada. Era justo como si hubiera pasado un nivel en uno de los videojuegos de Paul. Charon de Inner Sunset acababa de dejarla entrar al Más Allá del Baile. El piso no era grande, pero estaba rodeado por espejos negros que lo hacían ver dos veces más grande y concurrido. Pegado a la gran pared y serpenteando alrededor hasta la puerta estaba el enorme bar por el cual el lugar era famoso, su superficie estaba cubierta por miles y miles de brillantes monedas de cobre, barnizada con corrientes de agua permanentes que corrían todo el camino desde una válvula en la pared hasta el piso. Durante el día, cuando las personas aspiraban, limpiaban y trataban de eliminar el eterno olor a cerveza, las luces normales probablemente iluminaban detalles desagradables en el río de cobre, manchas de tinta en donde la gente declaraba su amor fugaz con Sharpies, lugares usados y desgastados en donde las monedas habían sido quitadas, una noche de trabajo para el premio de un solo centavo. Pero por ahora brillaba como si un antiguo dios de la riqueza hubiera volcado su gran bote de dinero. Doradas luces duras y brillantes rebotaban sobre ella sin brillar en los clientes habituales alrededor de la barra manteniendo sus rostros románticos y a media luz. La música era House típico con solo un toque de música electrónica. Ni Moby ni Goa aquí. Paul habría amenazado con irse con los oídos tapados antes de deslizarse con el DJ a revisar su equipo. Deberían haber estado los tres aquí, no ella sola. Pero la música latía con fuerza, y Chloe se sentía como si pudiera salir a bailar por su cuenta, casi había muerto hoy; podía hacer lo que quisiera. Fue a la barra primero, apoyándose en ella y examinando la escena. Unas pocas personas estaban bailando y mal vestidas, pero por otro lado era una multitud bastante sexy. Lo que parecía una fraternidad entera estaba discutiendo, bastante fuerte pero con buen humor, sobre deportes, agitaban sus cervezas, ponían a un hombre de negocios fuera de lugar y a su modelo muy incómodos. Había un chico particularmente sexy al otro lado de la pista dando vueltas en el fondo, bebiendo en silencio y mirando a la gente, igual que ella. Tenía cabello negro, piel oscura e iluminados ojos claros. Exótico. Ella agachó la cabeza para seguir sus movimientos mientras pedía una cerveza, hablaba con un amigo y vagaba entre la multitud, pero pronto lo perdió. Esperó pacientemente, pero él no volvió. Nadie tomó su lugar, tampoco; había algunos subcampeones, pero el chico más sexy en el club había desaparecido. —¿Te compro una bebida?
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Él apareció a su lado, sonriendo ante su sorpresa y vergüenza. De cerca era incluso más apuesto, con labios gruesos y una ligera salpicadura de oscuras pecas marrones sobre su nariz. Chloe estaba a punto de decir: “No, gracias”, como hacía cada vez que un veinteañero trataba de ligar con la quinceañera que ella era. Pero: —¡Absolutamente! —Fue lo que salió en su lugar. —¿Qué será? —Red Bull con Vodka. Él asintió en aprobación y chocó su trago con su vaso de cerveza cuando el camarero se la entregó. —¡Será mi cumpleaños en dos horas! —gritó ella en su oído. —¿En serio? ¡Salud! —Sonaba británico. Brindaron de nuevo y bebieron. —¡Feliz cumpleaños! —La besó delicadamente en la mejilla. Chloe sintió a su estómago dar un vuelco y a su mente jugar al muerto. Una enorme sonrisa se propagó por su cara, destruyendo completamente su calma. Se había metido en el club sin ningún problema, un chico para morirse acababa de comprarle un trago… estaba pasando a ser un muy buen cumpleaños después de todo. Después de otro trago comenzaron a bailar. Él se movía con pequeños balanceos y círculos, perfectos para evitar a otros bailarines en el apretujado espacio. Por una canción él solo puso sus manos alrededor de su cintura y la dejó moverse, el centro de su atención. Cuando caminaban a través de la multitud por una bebida o un descanso, muy ligeramente tocaba con su mano sus hombros o su espalda, inclinándose hacia ella de manera protectora pero no posesiva. —¡Soy Chloe! —gritó en un punto. —¡Soy Xavier! —él gritó en respuesta. A las doce y treinta, Chloe decidió que estaba convirtiéndose en una calabaza. Experiencia cercana a la muerte o no, su madre iba a matar a Chloe ella misma si pasaba toda la noche afuera. Xavier la acompañó afuera. —Déjame ser el primero en desearte un feliz cumpleaños —dijo, besándola suavemente en los labios en el oscuro estacionamiento. Su boca era cálida y húmeda pero no mojada, y él era endemoniadamente mucho más delicado que los pocos chicos de su misma edad que Chloe había besado. Sacó una tarjeta de su billetera. Incluso estaba grabada: Xavier Akouri, 453 Calle Mason, quinta avenida, 011-30-210-567-3981. Le tomó un momento darse cuenta que lo que estaba viendo era el número de un teléfono celular internacional.
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—¿No vas a pedirme el mío? —preguntó Chloe. Sonrió y bajó su cabeza, por lo que sus narices estaban casi tocándose, mirándose directamente a los ojos. —¿Y me habrías dado tu número real? Llámame si quieres. Su estómago dio otro salto. Antes de que supiera lo que estaba haciendo, Chloe se aferró alrededor de su nuca y sostuvo su cabeza mientras lo besaba. Él incluso dejó escapar un pequeño gemido. Eso la volvió salvaje. Sus manos se deslizaron alrededor de su cintura. Chloe se estiró y rodeó por sobre y debajo de su camisa para sentir la piel de su espalda, amasando sus músculos y rasguñándolo con sus uñas. Él gimió de nuevo, de placer o dolor, era difícil decir. Sin embargo, tomó una de sus piernas y la envolvió alrededor de su cintura. Chloe se sintió deslizándose cada vez más cerca… ¿Qué demonios estoy haciendo? Abrió sus ojos y vio a un apuesto europeo besándola, lo cual podría haber estado bien, maravilloso incluso, pero estaba a centímetros de tener sexo con él en el medio de un estacionamiento. —Lo siento. —Se desenredó y retrocedió respirando pesadamente. Dolía y palpitaba con deseo. Xavier lucía confundido. Sus ojos estaban muy tapados, y pequeñas gotas de sudor se sostenían como plata alrededor de su frente. Su cabello estaba alborotado. —Yo… no puedo hacer esto justo ahora —dijo. Para su crédito, Xavier asintió, aunque a regañadientes. —Quieres… ¿quieres venir a mi casa? Chloe abrió la boca para decir algo. Se dio cuenta que estaba muy cerca de: “Sí, quiero”, pero logró ahogarlo. —Lo siento —dijo de nuevo, dándose rápidamente la vuelta y alejándose. Corrió todo el camino a casa y una vez alrededor de la manzana solo por si acaso, esperando quitar el deseo de su cuerpo. ¿Su madre notaría una mirada en sus ojos, un rubor en sus mejillas? Ella podría decir que fue por la corrida. Cuando Chloe entró, su madre estaba leyendo en el sofá, sin zapatos y con un vaso de vino tinto en la mesa cerca de ella. Intacto. Estaba tratando de hacer que pareciera que solo estaba quedándose hasta tarde y no quedándose esperando a Chloe. Sus ojos se encontraron.
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—Iré arriba en poco tiempo —dijo finalmente la Señora King—. Solo quiero terminar este capítulo. Ella realmente va a estar calmada sobre esto. Chloe no podía creerlo. Y, por su tono, era como si la noche afuera ni siquiera hubiera ocurrido, como si quizás nunca fuera traída a colación de nuevo. —Está bien, buenas noches —dijo Chloe tan agradecidamente como pudo. Se tambaleó escaleras arriba cansadamente, quitándose la ropa mientras subía. Podía oler partes de Xavier en su camiseta, sus manos peligrosamente cerca de sus pechos cuando descansaban en su cintura, sus labios en el cuello de su camiseta cuando estaba besando su cuello. Se puso bóxers y su estirada camiseta de Invasor Zim y se acostó, sosteniendo su cerdo de peluche, aún asombrada por lo que había pasado. ¿Sus hormonas adolescentes, como siempre decían, o había sido una reacción de vivir la vida por su experiencia cercana a la muerte? Pensó que había oído hablar de tal cosa… se aferró con más fuerza a Wilbur y se quedó dormida.
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Capítulo 4 Corregido por Pily
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ueron varias horas después al día siguiente, en el primer periodo de Civilización Americana, cuando de pronto golpeó a Chloe lo que había hecho, o casi hecho, la noche anterior, sin hablar de la parte de no morir. Lo había olvidado por un corto y feliz rato. No era para sorprenderse; su cerebro vagamente comenzaba a funcionar antes de las nueve. Las horas entre ser despertada por su viejo y decrépito radio-reloj y la segunda campana usualmente pasaban en un borrón indoloro y mecánico. Su madre, hacía mucho tiempo, jugando a la feliz mamá soltera, solía hacerle panqueques con caritas felices de almíbar y preguntarle lo que haría ese día. Eventualmente renunció a tratar de comunicarse con su recién despierta hija gruñona, llenando la cafetera y ajustando el temporizador de la noche anterior en su lugar. Chloe siempre trataba de recordar refunfuñar un “adiós” en su camino afuera, mientras la señora King hacía su yoga por la mañana delante de la televisión. Mierda. Anoche casi tuve sexo con un extraño en un estacionamiento. Chloe sintió un hormigueo cuando pensó en Xavier; podía recordarse deseándolo desesperadamente pero no el sentimiento en sí. Inútilmente trató de dibujar sus labios en el margen de su cuaderno. ¿Dónde había puesto su tarjeta? —… la misma bota, para cualquiera de sus pies. No creo que alguno de ustedes, niños de hoy, con sus Florsheim o sus zapatos deportivos, puedan posiblemente imaginarse el sufrimiento de los soldados que marcharon en… Ninguno, ni Paul ni Amy estaban en esta clase, por lo que era triplemente aburrida. ¿Qué diablos es un Florsheim? Cloe trató de cubrir un bostezo, pero fue tan grande que se sintió como si su mandíbula se abriera mucho más de lo que suponía que debía, como en Alien. Sus dientes chocaron de nuevo juntos cuando terminó, de una forma demasiado fuerte. Miró a su alrededor para ver si alguien se había dado cuenta, nadie excepto por Alyec, quien la estaba mirando con las cejas levantadas. Se ruborizó pero sonrió en respuesta, realmente lo miró a sus hermosos ojos de hielo azules. Él sonrió e hizo un gesto de “dormido” con sus manos a un lado de su cara. Chloe asintió, y cada uno volvió a tomar notas o garabatear antes de que el señor Barker se diera cuenta.
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Cuando la campana sonó, Chloe recogió sus cosas y se preparó para ir a la biblioteca, esto era una mierda, ella tenía el segundo periodo libre. El año pasado Amy había tenido el primer periodo libre y a menudo dormía hasta las ocho antes de molestarse en entrar. Cuando Chloe pasó por los casilleros de los populares, vio a Alyec y lo saludó con la mano. Estaba, por supuesto, rodeado por la gente guapa. Chloe pensó en su pequeña interacción en clase y en su éxito con el gorila la noche anterior, y caminó directo hacia él, ignorando a los demás. —¿No apestó hoy Civilización Americana? —Una vez más ahí estaba, haciendo algo que no podía creer. Primero estaba caer de una torre, luego besarse con un extraño y ahora ir directamente hacia el chico más codiciado de toda la clase de penúltimo año y hablar con él. Podía sentir las viciosas miradas de su pandilla atravesando su espalda, pero de alguna manera no estaba en lo más mínimo nerviosa. Ni siquiera un poco. Esto es genial. Debería casi morir todos los días. —Oh, hombre —dijo Alyec en un acento que se estaba desvaneciendo, pero que aún tenía entonaciones extranjeras—. Verte… como dicen… ¿gemir5? ¿Sí? Esa fue la parte más emocionante de la hora. —No estaba gimiendo, estaba bostezando —dijo Chloe con una sonrisa tímida— . Pero si encuentras una manera de hacerme gemir, te dejaré observarme todo el día. —¿Acabo de decir eso? Chloe podía ver el grupo completo de bocas abiertas con su visión periférica. —Eres hilarante, King, ¿lo sabías? —dijo él con una risa genuina. La segunda campana sonó. —Tengo que ir a la biblioteca… pero deberíamos salir alguna vez. Keira lucía como si en realidad fuera a gruñir; sus labios estaban tirados hacia atrás sobre sus dientes. —Absolutamente —coincidió Alyec—. Nos vemos después, King. —Nos vemos. —Ella se paseó en frente de las otras chicas tratando de no parecer demasiado engreída, pero sin poder evitar sonreír un poco.
Chloe pensó en Xavier la mayor parte del tiempo en la biblioteca, mirando por la ventana y soñando un poco. Hizo lo mismo durante matemáticas y el almuerzo. Pensó en él más que en su caída. Era un poco como su mamá había dicho: se cayó, Juego de palabras entre «moan» (gemir) y «yawn» (bostezar), ambas palabras con pronunciación similar. 5
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sobrevivió, aquí estaba. Miraba hacia el espacio, con una pizza a medio camino hacia su boca, cuando una familiarmente molesta palmada en su hombro la empujó de nuevo a la realidad. Bocados aceitosos de color naranja brillante volaron a través de la mesa. —Oh mi Dios, ¿es verdad? —Amy se lanzó a un asiento junto a ella—. Quiero decir, Feliz Cumpleaños, pero oh por Dios, es realmente verdad, ¿realmente coqueteaste con Alyec justo en frente de Halley y Keira y… y todos? —Sí, creo que lo hice —dijo Chloe con una sonrisa. —¿Cómo te sientes? Chloe se encogió de hombros. —Bien, creo. Un poco rara. Anoche… —Mira, tenemos que hablar —la interrumpió Amy, inclinándose más cerca y mirándola directo a los ojos—. Algo grande está pasando conmigo. Quiero discutirlo. ¿Cenamos? ¿Más grande que una experiencia cercana a la muerte y cercana al sexo? Pero se tragó una respuesta sarcástica; Amy lucía realmente preocupada. Y más intensa de lo usual. —Está bien… —¡Genial! ¡Te veo en Inglés! Chloe vio a su amiga ponerse de pie de un salto e irse con los alfileres de gancho y las cadenas tintineando mientras se iba, y su cabello castaño despeinado rebotando. Se volvió hacia su pizza y se preguntó cuándo la vida volvería a la normalidad. El aceite se había congelado en pequeñas piscinas sólidas de algo como el plástico naranja. Chloe suspiró y la alejó.
La normalidad parecía reafirmarse a sí misma en Pateena. Por mucho que odiaba ordenar la ropa cuando regresaba de la lavandería, había una familiaridad reconfortante en el plegar y enderezar, las aleatorias insistencias de la gerente, los clientes de moda. Nada sexy o sobrenatural. Solo muchos jeans y zapatos de basquetbol demasiado caros. Sin embargo, Chloe no pudo evitar notar a un cliente que entró, justo cuando creyó que finalmente había derrotado a sus hormonas. Llevaba pantalones de pana negros, una camiseta negra estirada y una chaqueta de cuero negro, de corte recto, como una chaqueta normal de vestir. Pero no habían indicios de que fuera gótico: ningún tatuaje, ni joyería, ni colmillos, ni nada. El atuendo, que habría hecho lucir a
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cualquier otro como un aspirante a ser Johnny Cash, funcionaba a la perfección en él. Tenía cabello castaño oscuro, la piel saludable y muy ligeramente bronceada, y profundos ojos marrones con hermosas pestañas largas. El detalle desagradable, sin embargo, era su gorro tejido a mano con orejas de gatito. Aquí había un chico guapo con sentido del humor. Ojeó a través de las remeras de polo con el ceño fruncido. —¿Buscando un disfraz de Halloween? —le preguntó Lania antipáticamente. Chloe produjo un quejido, aún incapaz de creer que la pequeña perra tuviera permiso de operar la caja registradora y ella no. Solo porque la otra chica era dos años mayor. Si Chloe tuviera un dólar por cada cliente que Lania había insultado, finalmente sería capaz de costearse una nueva bicicleta de montaña. Una buena. Pero él solo se rió entre dientes. —No, me temo que es para una reunión real con ejecutivos reales. —Lucía bastante joven para estar en los negocios, pero esto era San Francisco después de todo. Probablemente era programador o diseñador de gráficos o algo. Chloe volvió a su trabajo, preguntándose cómo luciría Xavier a la luz del día. ¿Cuántos tragos había tomado? Solo dos o tres. Podría haber tenido la vista nublada por la cerveza. Quizás aquellas pecas sexys eran en realidad un mal acné… —Disculpa. —El chico del gorro de gatito se paró cuidadosamente a su alrededor, con sus compras apretadas contra su pecho. Al parecer Lania había decidido dejarlo pagar. —Me gusta tu sombrero —dijo Chloe. —¿En serio? ¡Gracias! —Se lo quitó y lo miró como si estuviera sorprendido de que ella lo hubiera notado. —¿Lo hizo tu novia? Él sonrió. —No, yo lo hice. Chloe no pudo evitar estar impresionada. Además de Amy, casi nadie que conociera (sin contar las amigas de moda–feliz de su mamá) tejía, y aquellos que nunca terminaban nada realmente. Excepto por algunas puntadas, este lucía realmente profesional. —He encontrado el patrón en la web —continuó—. Si tejes, te daré la dirección.
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—No, gracias, no puedo. Mi amiga Amy puede, pero soy una completa retrasada con mis manos. —Oh, en serio deberías empezar a hacerlo. Es un poco divertido —dijo solo un poco avergonzado. Chloe se preparó para el usual discurso del chico sensible que estaba segura que seguía, sobre cómo los movimientos son suaves, sobre cómo él se sentía en o con la gente de hace mucho tiempo, sobre como algunas culturas nativas u otras hacían cosas espirituales con agujas de tejer, cómo él podría querer abrir una tienda algún día, cómo era bueno para enseñar a los niños desfavorecidos autoestima… Pero él ya se había girado para irse. —Bueno, nos vemos —dijo con una tierna y pequeña media sonrisa mientras alcanzaba la puerta. Sus ojos se arrugaron en la parte superior de su mejilla, la piel se tensó en una cicatriz sexy que iba desde el exterior de su ojo hasta justo debajo de su mejilla. Chloe lo saludó con la mano y lo observó irse. Una parte de ella estaba un poco insultada; ¿no era ella la joven sexy que había atraído la atención de dos tipos sexys en las últimas veinticuatro horas? Y al Señor Sombrero de Gatito ni siquiera le importó. Era su cumpleaños, por Cristo santo. Antes de su inminente caída, ¿el destino no le debía algo? Entonces, su trasero vibró. Tuvo que sacar cuidadosamente su teléfono del bolsillo trasero de sus jeans antiguos, que eran de hombre y tenían un blanco rectángulo gastado por el uso en la parte trasera donde alguien alguna vez había llevado una billetera. Una vez dentro, su teléfono se ajustaba perfectamente. Sacarlo cuando estaba en alguna posición que no fuera vertical era casi imposible. Mensaje de texto: Carluccis a las 7 —Amy. Carlucci era el lugar donde ella y Amy se habían conocido por primera vez cuando los Scotkin se habían mudado al vecindario. Quizás hoy tendría un poco de pizza decente después de todo. La mejor parte de su trabajo era que Pateena le pagaba en efectivo, ilegalmente, al final de cada día. Tendría unos veintes completos para gastar en una tarta de Hazme Una con Todo. El resto de la tarde pasó sin incidentes, excepto cuando Chloe tuvo que esconder un par de de gastados pantalones de terciopelo púrpura que solo sabía que Amy amaría. Usualmente la dueña no tenía problemas con que los empleados “guardaran” productos para ellos mismos. Marisol era la jefa más genial que jamás había tenido. Incluso le dejaba a Chloe usar la máquina de la tienda para coser sus
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propios jeans y esas cosas. Pero si Lania veía los pantalones, o los quería para ella, estaría obligada a hacer problemas. Chloe los escondió bajo una pila de camisas de bolos de poliéster cuando se fue. Mientras se aproximaba al restaurante en la niebla húmeda, las ventanas de Carlucci brillaban como si estuvieran iluminadas con faroles de gas, un restaurante de otro tiempo. Realmente, era solo un pequeño lugar de pasta italiana con velas en las viejas botellas de Chianti como cualquier otro pequeño lugar italiano de pasta en el mundo, pero este era suyo y de Amy, era acogedor y a veces el antiguo dueño loco incluso se acordaba de ellas. Cuando abrió la puerta, parecía ser que había más velas de lo normal. —Cumpleaños feliz… —cantó Amy, renunciado a ello sabiamente después de una desafinada frase. Su ansioso rostro estaba iluminado maníacamente por el resplandor de diecisiete velas alrededor de la corteza de una tarta de Hazme Uno con Todo—. Sopla, rápido —agregó—. Carlucci piensa que voy a quemar el lugar. Chloe rió con placer, algo que no podía recordar haber hecho en días. Respiró profundamente. Deseo… Deseo… Esto solía venir a ella fácilmente, la paz mundial, un final para todos los desastres ambientales en el mundo, la habilidad de volar, un perro. Los deseos parecían volverse más complicados a medida que crecía, que su padre volviera. Saber quiénes eran sus padres bilógicos. Un hermano o hermana. Volviendo a pensar en esto, quizás su reciente deseo fuera alguna clase de remplazo de amor masculino o algo así. Ewww… —¿Chloe? Ella salió de su ensueño. Deseo una nueva bicicleta de montaña. No, espera, la paz mundial. Sopló, tratando de no escupir sobre su pizza. Chloe vio con regocijo que Amy también había pre-ordenado el requisito de tres latas de Nehi de uva para cada una. —Eres la mejor, Amy. —Oye, no hay problema. —No se abrazaron. Amy odiaba las cosas como esas. En vez de eso, se sentaron y empezaron con el serio trabajo de apalear salchicha,
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cebolla, pimiento, tomate, alcaparra, pepperoni negro y aceitunas dentro de sus bocas tan rápido como era humanamente posible. —Esta pizza es lo mejor que me ha pasado en toda la semana. Bueno, excepto por lo de anoche. —Tragó saliva y miró a su amiga, pero ella no estaba mordiendo el anzuelo. —¿Sí? ¿Te refieres a la caída? Eso fue algo bien loco. —No, después de eso. Ayer por la noche. Después de que mi mamá dijera una gran estupidez. —Pero Amy no estaba realmente escuchando. Chloe suspiró, finalmente cediendo ante la distraída mirada de desesperada–por–compartir de su amiga—. Está bien, ¿qué es más importante que mi vida en mi cumpleaños? —¡Paul y yo nos besamos anoche! —soltó Amy, de repente cubriendo su boca, como si no hubiera tenido la intención de que las palabras escaparan. Chloe se encontró sin aire. Le tomó media Nehi recuperar su respiración normal y su deglución. De todas las cosas que Amy pudo haber dicho, esa era definitivamente la que menos habría esperado. Seguro, Amy y Paul se habían estado mirando un poco el uno al otro el día anterior, pero mierda, todos ellos se conocían desde tercer grado. Sería como estar saliendo con un hermano. Un hermano muy raro. —¿Qué hicieron qué? —Después que te llevamos a casa, fuimos a su casa. —Fácilmente de imaginar, Amy y Paul en su pequeño cuarto, rodeados de estanterías llenas de discos y su equipo tocadiscos. Holgazaneando en el piso—. Me refiero a que eso realmente nos asusto, ¿sabes? —Amy la miró a los ojos—. Tú realmente pudiste haber muerto. Quiero decir, el hecho de que vivieras es solo… increíble. Como si tuvieras una segunda oportunidad o algo. —Chloe silenciosamente imploró que Amy no empezara con su mierda de ángel; de pronto este no era el momento—. De alguna manera, suena algo tonto, un total cliché, pero fue algo así como que nos dimos cuenta de cómo la muerte casi nos toca. Decir las cosas mientras puedes, ¿sabes? En caso de que no vuelvas a tener la oportunidad. —Ella tomó un profundo respiro—. Así que entonces estuvimos hablando sobre, tu sabes, cosas profundas y la vida, y uh, entonces… bueno, y entonces… —¿Estaban succionándose la cara? —Básicamente, sí. —¿Amy se estaba sonrojando?—. Pero eso no es todo. Me refiero a que, él realmente me importa, ¿sabes? Crecimos juntos, es como de la familia, por lo que es como esa clase de amor, pero antes nunca lo encontré sexy… —Oh, por Dios —dijo Chloe—. ¿Me estás diciendo que lo encuentras sexy ahora? ¿Aún? ¿Veinticuatro horas después?
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—No lo sé, quiero decir, tal vez. Masticaron en silencio por un rato. De pronto la obsesión de Chloe con el sexy chico del club y el coqueteo con Alyec había desaparecido. Con Xavier solo había sido un beso, aunque fuera uno largo y profundo, y si ella nunca lo volvía a ver de nuevo, eso era todo lo que alguna vez sería. Y Alyec era solo un coqueteo. Esto era serio. Esto afectaba al trío. Si ellos no iban en serio, o si lo hacían y fracasaba, o si era solo una rareza de la noche anterior y uno de ellos no sentía algo tan fuerte como el otro, la amistad, una vez sólida de los tres, estaba condenada al fracaso. A Chloe no le gustaba la idea de ser la amiga en el medio después del “divorcio”. Terriblemente incómodo. Estaba segura de que esto iba a ser un total desastre. Después de la cena Amy tomó la cuenta cuando Carlucci la dejó en la mesa. —¿Es que los milagros nunca cesarán? Primero sobrevivo a la caída y ahora esto… —dijo Chloe, agachando la cabeza preventivamente. Pero Amy solo frunció el ceño un poco y la acompañó a casa, charlando sobre Paul todo el tiempo. Solo hasta que se acercaron a la residencia King pareció recordar a Chloe. —¿Había algo que querías decir antes? —preguntó ella. —Oh, uh, no gran cosa. Quiero decir, no como esta gran cosa. —Chloe desbloqueó la puerta y la empujó para abrirla—. ¿Quieres entrar? Podemos… Había una multitud de gente, bien vestida, hablando y merodeando por el comedor y la sala de estar de los King. Entremeses siendo pasados, champaña siendo servida en copas. Paul estaba ahí con sus padres y el señor y la señora Scotkin, y otras personas que eran vecinos o caras familiares. —Oh, mierda —dijo su mamá, dándose la vuelta y viéndola—. ¡Sorpresa!
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Capítulo 5 Corregido por Pily
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os vasos de champaña después, Chloe comenzó a disfrutar. A pesar de que sospechaba que la fiesta era una especie de engaño psicológico en el comportamiento de su madre para hacer que su hija se sintiera amada, querida y apreciada, había hecho un excelente trabajo y Chloe sentía los tres. Se preguntó si su castigo por saltearse la escuela y por irse del hospital se llevaría a cabo o si eso, también, había sido cancelado en alguna clase de amnistía. La señora King no pudo, de cualquier manera, renunciar a los elementos tradicionales de un cumpleaños, es decir, un pastel helado pasado de moda y compartir fotos e imágenes vergonzosas de una más pequeña, y a menudo desnuda, Chloe. Y, por supuesto, un brindis. Tan pronto como su madre comenzó a tamborilear una copa, Chloe miró a su alrededor por la salida más rápida de ser el centro de atención. Nadie se estaba moviendo; estaba atrapada. —Como muchos de ustedes aquí ya saben —comenzó la señora King con un sniff—, no estamos exactamente seguros de cuándo es el cumpleaños de Chloe realmente. Chloe cerró los ojos. Lo iba a hacer. Iba a contar toda la historia. La multitud esperó expectante. —Ella nació en algún lugar del campo de la vieja URSS. Para el momento en que la encontramos, lo único que los funcionarios soviéticos pudieron darnos fue un documento con algunos garabatos y un sello de una hoz y estrellas. La señora King señaló hacia el andrajoso, enmarañado y enmarcado papel por encima de la mesa del comedor. —David y yo queríamos tan desesperadamente un bebé… y fuimos tan afortunados. Chloe era la pequeña más linda que habíamos visto jamás. Y desde entonces ha crecido en gracia, belleza e inteligencia en todos los sentidos. —Chloe casi se quejó en voz alta. Amy le dedicó una mirada, simpatizando con su horror—. Y aunque a veces tenemos nuestras pequeñas… peleas, no podría estar más
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orgullosa. Y si tu padre… —“se hubiera quedado”—, estuviera aquí, se sentiría de la misma forma. Chloe, te amo. Tú eres lo mejor que me ha pasado. ¡Feliz cumpleaños dieciséis! Todo el mundo chocó sus vasos y la abrazó. Chloe masculló las gracias, agradecida que la peor parte hubiera terminado tan rápido. Tan pronto como el nudo de gente a su alrededor la soltó, se dirigió hacia la mesa de entremeses, llenó un plato y se quedó en la esquina detrás de una planta alta de forma que pudiera disfrutar de las especialidades de la empresa de catering en paz. Un par de personas pasaron peligrosamente cerca. Chloe se congeló, no parecían haberla notado. —¿Recuerdas cuán mal peleaban hacia el final? —susurró la señora Lowe. —Sí, el brindis de Anne fue tan diplomático —respondió el padre de Paul—. Teniendo en cuenta cómo él solo se fue así como así. —¿Alguna vez terminó consiguiendo el divorcio? —No… fue como si él se hubiera esfumado de la faz de la tierra. Nunca ha enviado un centavo para Chloe. Por supuesto —consideró meditando—, no creo que Anne o Chloe estén sufriendo. Ambos guardaron silencio. —¿Más champaña? —sugirió finalmente la señora Lowe. Chloe masticó contemplativamente un tallo de apio. Antes, cuando su padre aún estaba alrededor, cuando era pequeña, también solían celebrar su día de adopción, el cual era solo unas semanas después. Sin embargo, no lo habían hecho desde que su padre se fue. Ella dejó la seguridad de su planta para tratar de mezclarse, los juerguistas estaban aquí por ella después de todo. —Entonces, ¿dónde está el mago que contrataron? —susurró Paul acercándose a ella y mirando a su alrededor sigilosamente—. Pensé que habría payasos, paseos en poni y esas cosas. —Ella no es tan mala —dijo Chloe sorprendiéndose con la defensa hacia su madre. Esta fue una sorprendentemente agradable fiestita; una de las amigas de su mamá estaba tocando el cello en la esquina, lo que era un poco raro, pero le daba un aire sofisticado a todo el asunto. Como si fueran ricos y ella fuera una debutante o algo. Había incluso un caviar de esturión americano, no en peligro de extinción, dijo su madre orgullosamente. Y más importante, una hermosa blanca y cromada
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bicicleta de montaña Merida con pedaleo eléctrico asistido para las colinas más agobiantes de San Francisco. Qué saben. Obtuve mi deseo. Sin embargo se sintió un poco culpable por todo el asunto de la paz mundial. Quizás el próximo año. Paul estaba tamborileando la parte inferior de su copa de champaña con nerviosismo. —Um, Amy me contó —dijo Chloe calmadamente. Instantáneamente lució aliviado y dejó salir un profundo suspiro. —Entonces, ¿estás de acuerdo con eso? —¿Con qué? —Con nosotros… teniendo… tú sabes… —Bueno, no —dijo Chloe lamiendo caviar de sus dedos—. Me refiero a que, ya que he estado enamorada de ti desde que teníamos nueve y… —Está bien. —Paul levantó sus manos—. Es suficiente. Mensaje recibido. Amy se acercó. —Oigan, chicos —dijo un poco nerviosa. Ella y Paul intercambiaron tímidas, ¡tímidas!, sonrisas. Chloe vio sus dos manos “accidentalmente” rozarse. Amy sonrió, ruborizándose un poco. Chloe se estremeció un poco. Oh Dios. Bien. Seré la mejor amiga genial. *** Seré la mejor amiga genial Chloe repitió su pequeño mantra en Inglés al día siguiente mientras observaba a Paul y a Amy hacer un gran esfuerzo para no mirarse el uno al otro. ¿A quién le importaba? ¿Por qué estaban tratando de mantenerlo en secreto? No era como si a alguien en la escuela realmente le importara un culo de rata este particular trío de amigos o lo que pasara entre ellos. El señor Mingrone se dio vuelta para esbozar una gigante A escarlata en la pizarra. Cuando Amy aprovechó la oportunidad para lanzarle una nota a Paul, Chloe bajó la cabeza. El escritorio de plástico olía a pegamento viejo, al penetrante olor de la mina del lápiz y a otros olores menos identificables pero igualmente desagradables, pero cualquier cosa era preferible a observar a Paul y Amy. Seré genial.
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Paul estaba en el periódico de la escuela, lo que le permitía (y a Amy y Chloe) acceder a las mejores computadoras y equipos del club, así como al viejo sofá raído y a la habitación semiprivada. Casi nadie lo usaba hasta después de la escuela, lo que les permitía a los tres pasar el rato allí durante el día si Paul estaba cerca. Chloe decidió usar el sexto período para ponerse al día con algo de añorado sueño. Chloe golpeó tentativamente la antigua y sólida puerta de roble, rogando no encontrar a sus dos mejores amigos besándose. —Entra —dijo Paul, usando su voz del Capitán Picard. En efecto, cuando Chloe entró, Paul realmente parecía estar trabajando en el periódico, sentado al borde de su escritorio y mirando por encima de un artículo. —Pescado frito crujiente a base de queso cada miércoles del próximo mes — suspiró él tirando el horario del almuerzo. Era la opinión privada de Chloe, Paul y Amy que la única razón por la que alguien leía La Linterna era por el menú de la cafetería y la columna a menudo prohibida de Sabrina Anne. —¿Por qué no le dices a tu mamá que te prepare el almuerzo? Miel de maple y kimchi. El desayuno de campeones. —Chloe tiró su pila de libros y luego a ella sobre el sofá. —Sí, claro —Paul pateó sus piernas debajo del escritorio. Era extraño tenerlo mirándola hacia abajo de esa manera. O quizá solo fuera un cambio global en su comportamiento desde todo el asunto de engancharse con Amy. Él parecía calmado y confidente, como si se estuviera relajando en un trono en lugar de posado en un escritorio. En realidad lucía muy bien hoy. Estaba usando una camiseta negra simple y jeans holgados que complementaban su cuerpo cuadrado y compacto mejor que cualquiera de las desgastadas camisas de bolos o de DJ que a menudo usaba. Uh, ¿qué? De repente Chloe se dio cuenta de que estaba irando la apariencia de Paul. El viejo buen Paul, con la cicatriz de labio leporino que tiraba de su boca al sonreír. Un poco adorable, en realidad… Chloe se sacudió. —Entonces, ¿qué hay de nuevo? —preguntó rápidamente. —¿Entre que tú casi mueres y Amy? No mucho. —Él la miró con una leve expresión divertida en sus oscuros ojos marrones. Chloe sintió sus palmas sudar. Esta era una habitación pequeña, apartada del resto de la secundaria; su soledad era una tercera presencia muy palpable en la habitación con ellos.
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Es solo porque a Amy le gusta, se dijo a sí misma. Un asunto de competición. En el quieto aire del cuarto ella podía oler el desodorante y el jabón que él usaba, y por debajo un sabor salado que se dio cuenta que probablemente era su piel. En la manera que estaba sentado allí, sería tan fácil caminar hasta allí y abalanzarse sobre él; estarían a la misma altura. Podría envolver sus brazos alrededor de su cuello como lo había hecho con Xavier y tirar de él en… —Robble robble6, bla, bla, bla… oye King, ¿estás escuchando? —¡Sí! —Dio un salto tratando de sacudirse el deseo de encima—. No. Quiero decir, tengo que irme. Yo, uh, olvidé entregarle mi ensayo a Mingrone… mierda, espero que no se haya ido todavía. Agarró su bolso y se dirigió hacia la puerta. —Creo que dijo que tenemos hasta mañana —dijo Paul detrás de ella. La puerta se cerró entre ellos. Seré genial. Sí, claro.
En el trabajo, Chloe se obligó a sí misma a mirar seriamente a todo chico que entró. Incluyendo a unos pocos que eran gay. Las cosas estuvieron en serio muy mal cuando se encontró casi besando a su mejor amigo. Que parecía ser el novio de su otra mejor amiga. Marisol no ayudó en nada poniendo la canción de Eurythmics 7: Necesito un hombre en los altavoces de la tienda. Chloe saltó culpablemente cuando oyó el estribillo. —¿Es tan obvio? —Querida, estás goteando hormonas por todo mi agradable piso limpio. —La mujer mayor le sonrió. Chloe deseó que su mamá fuera más como su gerente. Ella siempre parecía entender los humores de Chloe inmediatamente y, a menos que estuviera en medio de una venta, a menudo estaba lista para hablar y escuchar. —¿Quién puso esta mierda vieja? —gritó Lania desde la sección de zapatos, sus manos en sus oídos con horror. Chloe y Marisol intercambiaron miradas de “qué puedes hacer”.
Es una frase famosa acuñada por el Hamburgular de McDonnalds (un extraño personaje que va por ahí con una capa y una máscara robando hamburguesas). El significado sería algo como caliente, a empezar, demasiado bueno. 7 Eurythmics: banda británica famosa en la década de los 80’s. 6
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—Ve y consíguete un chico, nena. No te estás concentrando; es obvio que tu atención está en cualquier lado —dijo Marisol con una voz alegre. Mientras Chloe pacientemente rasgaba las costuras de los dobladillos de los jeans, reflexionó en lo que su jefa había dicho. Quizás podría conseguir “sacarlo de su sistema”. Quizás ella se debía un novio agradable. O una visita a Xavier.
Una vez que Chloe había encontrado la calle correcta, sacó la estropeada tarjeta de su bolsillo trasero. Voy a tener que mejorar en esto. Se imaginó en un traje de negocios, en algún lugar en un futuro de acero y cristal, estrechando la mano de alguien y sacando su propia tarjeta, toda arrugada y grasienta. Revisó la dirección con el edificio. Xavier debía haber tenido un poco de dinero o haberse quedado con un amigo que sí lo tenía: era una agradable casa antigua, de tres pisos, de madera oscura y ventanales en una calle con árboles verde claro y sin tráfico. Por supuesto, ambos lados de la calle estaban llenos de coches aparcados, vecindario rico o no, aún era San Francisco. La puerta del frente había quedado abierta y había una nota garabateada a mano para FedEx puesta sobre el timbre. El lobby olía a limpiador de madera con aroma a limón. Solo había un apartamento por piso, Xavier tenía el ático. Con frontones. Chloe siempre había soñado con vivir en una vieja casa real como esta en lugar de su rancho demasiado decorado y con revestimiento de vinilo. Subió las escaleras, dejando a su mano arrastrarse sobre la baranda suavemente pulida. Sin embargo, en la penumbra de la escalera, Chloe comenzó a cuestionarse qué estaba haciendo, yendo sola al apartamento de un extranjero chico mayor, al crepúsculo, sin que nadie supiera dónde estaba. Él podría llegar a ser cualquier cosa, un violador o un asesino. Un vampiro, incluso. Hizo una breve pausa, pero una imagen de ella misma besando a Paul la empujó hacia adelante. No entraré. Estaré en el pasillo y le preguntaré si quiere salir. Tal vez a tomar un café. Su puerta era de madera negra con molduras y había una pequeña mirilla de vidrio y bronce a la altura de los ojos. Levantó la mano para golpear… Y se dio cuenta de que la puerta estaba abierta justo en lo más mínimo. —Uh, ¿hola? —llamó dando un paso hacia atrás. —Ayuda… —Una voz entrecortada y jadeante llamó desde adentro—. ¡Ayúdame!
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Chloe titubeó en el umbral. Podía ser una trampa. Él podía secuestrar a las niñas, violarlas y venderlas como esclavas y… —Por favor… alguien… Chloe abrió la puerta y entró. El apartamento olía a enfermedad y pudrición, lo que era extraño en contraste con la limpieza, los muebles caros y antiguos, las luces modernas. En cada frontón había un cuidadosamente diseñado rincón de lectura y descanso… justo como yo lo habría hecho. Chloe se obligó a seguir el sonido del jadeo. Descansando debajo del lintel del baño estaba un Xavier muy diferente. Estaba usando la misma ropa que en el club dos noches atrás, pero estaba rota y tironeada como si hubiera tratado de arrancarla de su cuerpo. Su rostro se había burbujeado como la cáscara de un pomelo enfermo. Sus mejillas y frente estaban hinchadas y rojas con un líquido blanco, linfático o pus, supurando de úlceras gigante. —Ayuda… —estaba tratando de gritar, pero su garganta estaba tan gravemente hinchada que apenas podía respirar. Gimió y se retorció tratando de escurrirse de su piel. Se desplomó sobre su estómago y Chloe le echó un vistazo a su espalda. A lo largo, úlceras, supurantes llagas y verdugones, como marcas de garras. Exactamente donde ella lo había rasguñado y amasado fuera del club. Chloe retrocedió lentamente. Debo llamar. Sin pensar, como si estuviera caminando a través de jarabe, Chloe encontró el auricular de un teléfono inalámbrico en la sala de estar, descansando en la parte superior de una de esos caros filtros HEPA8 gigantes de Sharper Image9, como el que su mamá tenía. Marcó al 911. Recitó la dirección cuando una desinteresada y brusca voz vino. —Hay alguien aquí. Cubierto de llagas. Apenas puede respirar. Luce como si estuviera muriendo. Luce como si estuviera muriendo. —Estaremos allí, señora. ¿Cuál es su número de teléfono?
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HEPA: Es un tipo de filtro de aire de alta eficiencia. Sharper Image: Es una marca estadounidense de productos.
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—Yo no… —Miró hacia la tarjeta y le dio su celular. Después de colgar volvió con Xavier. Él estaba jadeando y tosiendo, y sus ojos estaban irascibles y medio cerrados. Se preguntó si podría verla, si la reconocería. Exactamente donde ella lo había rasguñado. Chloe esperó hasta que oyó las sirenas acercándose, y luego corrió.
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Capítulo 6 Corregido por Celesmg
E
l viernes pasó normalmente, Xavier no fue mencionado en ningún obituario o en los reportes policiales, por lo tanto Chloe estaba determinada a tener un fin de semana normal, también. Libre de hormonas. Libre de chicos. Libre de caídas de torres y libre de antiguamente sexys y ahora enfermos extraños. Se levantó el sábado, se sirvió una gran caja de Lucky Charms y miró nuevos (realmente de mierda) dibujos animados por un par de horas. Estaba soleado afuera, así que corrió las cortinas, tal como solía hacerlo cuando era pequeña, así no estaría tentada de dejar la luz brillante de la televisión por el estupendo aire libre. A las dos se encontró con Amy en Relax Now. Chloe había sugerido casualmente a Amy la noche anterior que debían atenderse con una manicura con un poco del dinero de su cumpleaños. Al principio Amy discutió, llamándolo un ritual burgués de clase media de imitación del set Burberry. Chloe le dijo que cortara con esa mierda y lo disfrutara; nunca lo habían hecho antes y podrían nunca hacerlo de nuevo. Además, ella pagaba. Y Amy en realidad parecía bastante alegre, mirando sus uñas mientras se secaban. Había persuadido a la de apariencia más artística de las mujeres de allí para que pintara la mitad inferior de todas sus uñas de negro y luego pusiera una clase de garra negra al medio de cada una. Flexionó y re-flexionó sus dedos debajo de las pequeñas lámparas. —Grrr —dijo. Chloe aún estaba siendo arreglada. Ella había optado por la parafina caliente, acabado de vitaminas, las opciones super-extra limpiadoras y estaba taladrando a la mujer que lo hacía con una batería de preguntas: ¿Podían las uñas estar sucias aunque no lucieran así? ¿Podías cargar enfermedades debajo de tus uñas? ¿Qué hay sobre hongos tóxicos? —Sí, sí y sí —respondió la mujer, puliendo recelosamente—. Conocí a una chica una vez, ella fue a un lugar, no aquí, un lugar sucio, se hizo una pedicura y le tuvieron que quitar todo el dedo del pie después. Una infección repugnante. Como sea, esto se hará cargo de todo eso. Podrías comer con ellas ahora.
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Chloe se sintió aliviada. Y culpable. Esperaba que Xavier estuviera bien. De alguna manera tenía que ir a verlo después. Era un poco gracioso, sin embargo, que ella hubiera logrado contagiar algo como una enfermedad a su pareja antes de siquiera haber tenido alguna vez sexo. Divertido en un sentido amplio de la palabra, por supuesto. —Es perfecto —dijo Amy, irando sus uñas—. Iremos al Templo de las Artea esta noche, esto hará cagar de miedo a todos los que juegan a ser vampiros allí. —Genial. No he estado allí en mucho tiempo. —Chloe no tenía nada planeado para esa noche, excepto cocinar con su madre, tiempo madre-hija, algo de lo que estaba ansiosa de escaparse. Y esta sería una excelente forma de superar cualquier ímpetu extraño que hubiera sentido por Paul esa semana. Los tres solo pasando el rato sería algo bueno—. Le prometí a mamá que la ayudaría con alguna receta rara y complicada esta noche, pero debería haber terminado para las nueve o diez. —Oh. —Amy observó más atentamente sus uñas, sonrojándose—. Quise decir, como, solo Paul y yo. Como una cita. —¿Como una cita? —Había sido solo una sesión casual de besos de alta tensión antes… ¿cuándo habían cambiado su estado?—. Oh. —Chloe se movió nerviosamente, dando lugar a una bofetada de la mujer que trabajaba en ella—. Oh. Es genial. No hay problema. Seré la amiga genial. —¿Qué tal mañana? Podemos juntarnos mañana —sugirió Amy con entusiasmo. —Nah. Llevaré a mi nueva bicicleta a dar un paseo. —La decepción, la vergüenza y la ira se propagaron por su cerebro, haciendo difícil que sonara casual. —¿Todo el día? —Sí —dijo Chloe firmemente mirando sus uñas—. Todo el día.
En casa, Chloe comenzó a sentirse mal por romper su mantra de “seré genial” cuando Amy obviamente ya estaba avergonzada por toda la discusión. Y había actuado un poco como bebé. Por supuesto que ella y Paul querían pasar tiempo juntos. Ellos estaban saliendo, tonta. Chloe finalmente mandó un e-mail: ¿Quieres salir el domingo a la noche? Rentar una película o algo… besos y abrazos, C. Sin embargo, eso no le impidió estar de mal humor al respecto. Chloe dormitó en su cama, con visiones de Xavier, Alyec y (puaj) Paul dando vueltas en su cabeza
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antes de que su mamá finalmente le pidiera ayuda con la cena. Estuvo en silencio en la cocina. —¿Pasa algo malo, Chloe? —Su madre estaba en un raro estado de ánimo bueno y desinteresado. —No. —Aplastó un diente de ajo con el lado del cuchillo para dar énfasis a sus palabras. Su madre la miró por el rabillo del ojo pero no dijo nada. La cena fue fabulosa aunque rara, como todos los intentos de sábado por la noche de su madre tendían a ser. Después de eso, mientras la Sra. King dormía una siesta en el sofá de la sala de estar, Chloe pasaba canales, deteniéndose en alguna clase de telenovela nocturna a la que normalmente nunca le habría dado ni un segundo, pero una pareja atractiva estaba besándose en la playa de noche. Chloe los observó con anhelo, imaginando arena bajo su propia cabeza y labios contra los suyos.
—¿Cómo estuvo tu paseo en bicicleta, Chlo? —preguntó Amy en la fila del almuerzo el lunes. —Fue genial. —En realidad lo había sido. Y si no hubiera estado tan preocupada por cuán enojada estaba con Paul y Amy y cómo en verdad quería su propio novio habría sido perfecto. Nunca antes había notado cuántas malditas parejas felices había por todo San Francisco. Besándose en público. En todas partes. Palpó dentro de su bolsillo buscando una moneda de veinticinco que no estaba allí y trató de encontrar algo interesante en lo que la bruja del almuerzo estaba haciendo. —Nunca respondiste a mi mensaje. —Perdón por eso —continuó Amy valientemente—. Mi teléfono se quedó sin batería. No recibí el mensaje hasta esta mañana. —No hay problema. —Chloe se dio cuenta que no podía mirar el bote de la rojiza cosa amorfa, “chili”, siendo agitado por la mujer con el bigote. Los frijoles lucían sospechosamente como cucarachas. Volteó su cabeza, pero no había nada más para mirar en la pequeña fila además de a Amy. —¿Qui… quieres salir después de la escuela hoy? —Amy lucía como un ciervo frente a los faros. Sus grandes ojos estaban temblando: “Realmente lo siento”, decían—. Apesto, lo sé. Chloe resistió.
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—¿Por favor? Te lo compensaré. Tú, yo y Paul, iremos a ver a los leones marinos, como solíamos hacer. Te compraré un helado. ¿Por favor? Chloe no pudo evitar sonreír. Era Amy, después de todo. —Oh, está bien. Pero quiero dos sabores, arremolinados. —Por supuesto —consintió Amy sonriendo. Whap… su momento de reconciliación fue interrumpido por un montón de papilla roja golpeando la bandeja de Chloe con un enfermizo sonido definitivamente no como de comida. —¡Siguiente! —gritó la señora del almuerzo. Mientras ella y Amy salían de la fila del almuerzo, se chocaron con Alyec. —¡King! —dijo él, sonriendo—. ¿Cuándo vamos a salir? Chloe miró sus curvados y exóticos labios. Sonriéndole a ella. —¿Esta tarde? Mis amigos y yo vamos a ir al muelle a ver a los leones marinos. ¿Quieres venir? —Amy la miró de reojo sorprendida. Era la cosa más, más sosa que jamás podría haber imaginado decirle a Alyec. Pero cuando las palabras salieron de su boca eran seguras y ella lo miró a los ojos. Alyec levantó las cejas; realmente sonó cursi. —Leones marinos, ¿eh? Bueno, ¿por qué no? Es gratis. —Es una cita —dijo Chloe en forma casual mientras se dirigían a una mesa. Amy la siguió con su boca abierta. *** Paul y Amy estaban tratando de comportarse, Chloe podía ver eso. Amy estaba sentada en su regazo en el resplandeciente sol de la tarde, con sonrisas satisfechas en su rostro y en el de Paul. No había ninguna sesión de besos ocurriendo por el momento. ¿Entonces porque quiero vomitar? —¡Arp! —ladró un león marino. Chloe lamió su cono usando su lengua para recoger cuidadosamente el chocolate con la misma cantidad de vainilla. La bahía estaba azul oscura y el puente de un color rojo antiguo y oxidado. Pequeñas islas en la distancia se desvanecían dentro y fuera de la vista mientras
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cadenas de perfectos veleros flotaban en frente de ellas. Las multitudes de turistas ni siquiera eran tan malas. Era casi perfecto. Casi. Alyec no estaba ahí. ¿Y por qué debería estar? ¿Por qué debería algo de lo que quiero alguna vez funcionar? Vamos, era Alyec, como Paul dijo, “él es un joven ruso con una mirada de acero y una cara cincelada.” ¿Por qué se presentaría a una aburrida cita doble con tres inadaptados? —¡Oigan, miren a ese! —Paul no estaba señalando a un león marino; estaba señalando a uno de los pocos turistas. Pero este era una belleza, usaba un sombrero que decía Frisco en él y una remera que leía Alcatraz y estaba tratando de tomar una foto del muelle con una pequeña cámara desechable color amarillo brillante. Era la cosa más emocionante que había pasado desde que llegaron. Y ahora el sol comenzaba a ponerse. La brisa del océano nocturno recogió un mechón de pelo oscuro del rostro de Chloe. Ella lo apartó a un lado con impaciencia. —¿Quieren ir a algún lado a conseguir café? —preguntó Paul al final. Chloe suspiró. Ah, ahora soy oficialmente la que sobra. —¿Dónde están los leones marinos? ¿O están hablando de los turistas gordos? Chloe se dio la vuelta. Alyec estaba caminando por el muelle, con las manos en sus bolsillos frunciendo el ceño mientras trataba de discernir los animales a media luz. —Justo allí. —Chloe señaló casualmente al agua. Le tomó hasta la última gota de su voluntad no saltar y gritar su nombre con alegría. Soy genial, repitió, finalmente por una razón diferente. Él estaba espléndido como para caer muerto en forma informal esta noche, con los botones desprendidos de una camiseta y sin calcetines. El cercano anochecer hacía que su cabello rubio pareciera como si estuviera manchado de miel y marrón. —¡Oh! ¡Los veo ahora! —Él en realidad lucía interesado; su rostro se iluminó—. Muy genial. No teníamos ninguno de esos en San Petersburgo. O quizás una vez sí, pero todos fueron comidos. Chloe presentó a Amy y a Paul. Alyec sacudió sus manos formalmente. —Amy… creo que te vi en aquella cafetería con el pollo. ¿Estabas leyendo algunos de tus poemas?
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Paul lucía un poco molesto. Amy se sonrojó. —Hago algunas lecturas de vez en cuando. Hubo una pausa larga e incómoda. Un león marino sin hacer ruido se metió en el agua. Pronto, otros comenzaron a seguirlo. —Bueno, fue divertido —dijo Alyec, mirando a su alrededor—. Pero quizás deberíamos hacer algo más ahora. Se está poniendo demasiado oscuro para ver a los leones. Chloe trató de no reírse. Sonaba tan lindo viniendo de ese lado. —Iremos por café —dijo Paul. —Está bien. ¿Y luego qué? —¿Un club? —sugirió Amy. —¡Excelente! —Alyec la señaló como si hubiera elegido la cantidad correcta por una lavadora en El Precio es Correcto. Luego se quedó serio—. La única cosa que realmente extraño de mi vieja ciudad es el baile. Cada noche, si querías. Sin cobertura, tampoco. —No sé si ir a bailar esta noche… —Cuales quiera que fueran las razones de Paul, fueron aisladas por un agudo pinchazo por parte del codo de Amy. —Suena genial —dijo ella—. ¿Chloe? —Absolutamente. —Se imaginó bailando con Alyec como lo había hecho con Xavier. Entonces pensó en Xavier en el estacionamiento y en Xavier en el piso de su apartamento, cubierto de llagas. Venció la culpa tan rápido como pudo—. Uhm… ¡a cualquier lugar excepto a El Banco! Alyec, Paul y Amy la miraron. —Apesta en una noche de lunes —continuó Chloe débilmente. Y martes, miércoles, jueves y viernes. De hecho, sería feliz si nunca volvía allí de nuevo.
Para alivio de Chloe, fueron a El Cuervo, un lugar que pasaba muy buena música bailable pero no tenía una pista de baile. Lo que sí tenían era un montón de cómodos sofás viejos y una tendencia a servir a aquellos que eran menores de edad. También un tablero de dardos, que Alyec y Paul incautaron instantáneamente.
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—Míralos —dijo Amy, sonriendo. Paul estaba cerrando un ojo y apuntando. Alyec tenía los brazos cruzados y una expresión seria en su frente—. Son como cavernícolas. —No creo que los hombres de Cromañón usaran dardos para derribar mamuts lanudos. —Chloe sorbió delicadamente su Hoegaarden. Alyec estaba impresionado con su elección pero no se había ofrecido a comprarla por ella. Lo que era una pena, ya que era de cinco dólares. —Creo que encaja bien —dijo Amy refiriéndose a Alyec y al trío de amigos. —No quiero que encaje bien —dijo Chloe con un poco más de pasión de la que pretendía—. Quiero que venga aquí, me arrastre fuera y me bese como si de verdad lo sintiera. —Tomó un par de grandes tragos. —Oh mi Dios, Chloe se pone superficial. En realidad sí quieres un guapo cavernícola. —Me gusta hablar —protestó Chloe—. Hablar es bueno. Más tarde. Después de besarse. —Bien. —Alyec se sentó a su lado, acercándose por detrás del sofá—. Le he enseñado a tu amigo una pequeña lección de los puntos más finos de perder. Paul solo gruñó y se sentó junto a Amy, quien se volteó para poder recostarse en su regazo. Alyec puso su brazo detrás de Chloe, en el respaldo del sofá, tocándola ocasionalmente para enfatizar sus puntos. Se preguntó si se daba cuenta que la estaba volviendo loca. Probablemente. Así es como terminó con una multitud de seguidoras, en primer lugar, ¿no? Chloe hizo una nota mental de que no importaba qué pasara, ella no terminaría en esa categoría. Chloe era diferente a ellas, a las Keiras y las Halleys Dietrichs del mundo. Paul desafió en los dardos a Alyec dos veces más, sin ganar nunca. Amy pidió los controles de la rocola. Chloe observó a Alyec, tomó cerveza y en ocasiones moderó las elecciones musicales de Amy. A las diez la mamá de Amy llamó e insistió en que regresara a casa de lo que fuera que estuviera haciendo. Los cuatro se separaron en la esquina de la calle, pero Alyec no se ofreció para acompañar a Chloe a casa. —Te veré en Civilización Americana, mañana —dijo Alyec—. Gracias por invitarme hoy. La besó ligeramente en la mejilla, luego se giró y desapareció en la noche. Fue lindo. Un lindo beso. Muy lindo. Demasiado lindo. Chloe sintió ganas de gritar. —Podrías tan solo usar una camiseta que diga Soy Fácil —sugirió Amy.
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Al final, Chloe estuvo contenta de caminar a casa sola. El aire estaba seco y un poco frío, justo en la forma que el clima de otoño debía ser. Rápidos vientitos empujaban hojas haciéndolas girar y girar sobre el pavimento, haciendo ruidos secos y ásperos. Las nubes se deslizaban a través de la luna. Muy de Halloween. Por primera vez en días sus pensamientos se alejaron de Xavier, de su caída, e incluso de Alyec: se preguntó qué disfraz haría Amy para este año. Siempre eran espectaculares, complicados y a menudo con juegos de palabras: el año pasado había sido un Big Mac Daddy, con una peluca roja, zapatos de payaso, y cadenas de oro. Paul había usado jeans y una chaqueta de jean con un pin de una hélice de ADN que decía Gen Egoísta. Chloe había usado solo un antiguo vestido de noche y media máscara, una que Amy había ayudado a desmontar y poner en un palito, de modo que se vería como una veneciana asistiendo a un baile. —Oye… sonríe, hermana. Chloe salió de su ensimismamiento para ver a uno de los muchos vagabundos amigables de San Francisco acercándose a ella. Él era alto y probablemente de unos veinte años, con cabello rubio en unas estúpidas rastas de hombre blanco. Sus ropas estaban sucias. Chloe forzó una sonrisa y siguió caminando. —Oye, hermana, ¿puedes darme un dólar o dos que te sobren? —Él corrió a su lado y le tendió la mano—. Realmente necesito una cerveza. —Él esbozó una amplia sonrisa para ella. Su honestidad era refrescante y divertida, pero Chloe repentinamente se dio cuenta que no había nadie más en la calle con ellos y todas las tiendas estaban cerradas por la noche. Su sentido arácnido, como Paul lo habría llamado, zumbó. Aumentó el ritmo. —Lo siento —dijo ella. —Vamos. —Él tomó su mano—. Tienes que tener un dólar o dos. Todo el mundo tiene. Chloe apartó su mano. —Lo siento, no tengo. —Apuesto a que sí. —La agarró más fuerte y la hizo voltearse. —¡Suéltame! —gritó mirándolo directo a los ojos, justo como le habían enseñado en la clase de defensa personal que ella y su madre habían tomado. Él puso su otra mano sobre su boca. Apestaba a cuerpo viejo, perro y orina. —Vamos, no seas así. Podemos tener un poco de diversión. —Él la miró lascivamente.
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De repente estaba enojada, todo el miedo se fue. La furia quemaba en ella: ¿quién se creía que era? ¿Qué le daba el derecho de hacerle esto a ella… a cualquiera? Chloe mordió su mano, atrapando un grueso pedazo de carne de la palma. Apretó los dientes y tiró la cabeza hacia atrás, arrancando algo suelto. —Mierda… ¡hija de puta! —Quitó su mano, la miró estúpidamente, gruesos hilos de sangre manando de esta. Entonces la golpeó en la cara. Dolía mucho. A Chloe no le importó. Se dio la vuelta. Utilizando su mano para mantener el equilibrio, Chloe saltó y le dio una patada en el pecho. Lo que fue extraño porque ella no sabía ningún arte marcial y en realidad había estado apuntando a su entrepierna. Él se tambaleó hacia atrás, sin aliento. Chloe esperó. —Tú pequeña… —Se abalanzó hacia ella. Saltó con facilidad fuera del camino y asió su cabello a su paso. Ella tiró duro de él por lo que este perdió el equilibrio, luego giró y lo pateó en un lado mientras caía. Canalizó toda su rabia con el mundo, con sus amigos, con Alyec, con su papá que la había abandonado, con su mala nota de química en esa patada. Hubo un sonido muy satisfactorio de costillas rompiéndose. Él rodó sobre su estómago y ella le dio una patada en el otro lado. —Maldita… perra… —él jadeó—. Te mataré… Chloe le dio un revés a un lado de la cabeza. Quedó inconsciente inmediatamente. La sangre goteaba de su oreja y hacia su mandíbula. Permaneció allí, resoplando. ¿Ahora qué? ¿Llamo anónimamente al 911 por segunda vez en la semana? Nah. Él no lo merecía. Se dio la vuelta y comenzó a caminar a casa. La noche era la misma que cuando empezó su caminata: hermosa, fría y silenciosa. Chloe silbó una pequeña melodía, seguía llena de adrenalina, y se dio cuenta de algo extraño. Había disfrutado cada segundo de la pelea.
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Capítulo 7 Corregido por Celesmg
S
u madre no llegó a casa hasta muy tarde esa noche, después de que ella estuviera en casa y dormida, por lo que Chloe quedó libre de la casi inevitable confrontación sobre los moretones y los rasguños en sus mejillas. Durmió sin sueños hasta que sonó su alarma y logró ocultar su rostro de su mamá hasta que salió de la casa. —¿Qué demonios te pasó? —Fue contundente, pero al menos Amy no comenzó con alguna mierda de “¿tu madre está golpeándote?” Ella estaba fumando un cigarrillo esa mañana, tratando de lucir genial casualmente tirándolo y pisándolo mientras se acercaban a la escuela. —Choqué contra una puerta. De nuevo —contestó Chloe trágicamente. Amy la golpeó. —Fui atacada por un vago ayer por la noche cuando caminaba a casa. —No estaba segura si era una buena idea decir la verdad, pero después de no molestarse en mencionar su noche en el club o a Xavier, Chloe estaba empezando a sentirse incómoda con el número de omisiones y medias mentiras que estaba diciéndole a su amiga. —Oh Dios mío. ¿Estás bien? Espera, qué estoy diciendo. Esta es la Chloe King que sobrevivió a una caída de la Torre Coit. —Amy elevó una ceja y sacudió la cabeza. —Le gané a la mierda que vive en él, —Chloe no pudo dejar de presumir. —¿Sí? ¿Qué episodio de Buffy fue ese? O más importante, ¿en qué estado estaba él? —¡Oye! Yo lo atribuyo a mi impresionante fuerza, reflejos a la velocidad de la luz y aquel curso de defensa personal que tomé. —Ajá —dijo Amy asintiendo y pretendiendo estar de acuerdo—. Entonces, ¿en qué estado estaba él? ¿Por qué Amy no le creía? ¿Era tan increíble que hubiera logrado defenderse exitosamente de un atacante? Chloe pensó de nuevo en la lucha. El hombre había sido grande, de metro ochenta o algo así, pero delgado. Obviamente había estado
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viviendo en las calles por un tiempo. Trató de interpretar la escena a través de los ojos de Amy. Parecía creíble, casi como un escenario de la clase de defensa personal hasta que, sin entrenamiento, había hecho esa patada alta contra su pecho. Y, en lugar de huir, había terminado la lucha. Chloe suspiró. —Probablemente drogado o algo. *** La aparición predecible del pescado frito a base de queso el miércoles fue una cosa sorprendentemente tranquilizadora. A pesar de que hizo que Chloe quisiera vomitar, el almuerzo parecía indicar que todo era normal. Seguro, Amy y Paul tendían a desaparecer de escena en todo momento disponible, Chloe estaba convencida de que algún día una de las parejas succionándose el rostro que pasaba en el pasillo antes de clase resultaría ser ellos. Había empezado a caminar entre clases más rápido y con la cabeza hacia abajo. Amy sí logró encontrar cinco minutos en la caminata entre la escuela y el trabajo el miércoles para charlar, traía un latte para su amiga, el primero de muchos de lo que Chloe llamó “gilfts”: regalos por culpa. Charlaban sobre esto y aquello, pero siempre era el mismo problema. Chloe quería hablar de cosas, como la caída. Como su pelea con el vago. Como Xavier, por Dios santo. Pero ella y Amy habían estado tan distanciadas recientemente que tomaba unos pocos minutos de rápida familiarización antes de que Chloe se sintiera lo suficientemente cómoda para hablar de verdad, y para entonces una de ellas, usualmente Amy, siempre tenía que irse.
En Pateena, Marisol había encendido los viejos televisores en blanco y negro, uno de los cuatro a lo largo de la tienda que reproducía sicodelias de trance en los altavoces. Alguna tonta comedia estaba al aire mientras ella preparaba las cintas. Chloe lo miraba distraídamente mientras tomaba su descanso, revisaba los obituarios de nuevo, buscando a Xavier. El programa de televisión era algo sobre un chico normal y su esposa hippie y el caos cómico que seguía como resultado de sus diferencias. Chloe de repente visualizó una versión diferente de su madre: un poco más tonta e inocente, la versión hippie de San Francisco que arrastraba a su hija a cosas horribles como círculos de tambores y noches de diosas. Tal vez era dueña de una librería. Sería excéntrica pero fácil para conversar y tendría cosas relevantes para decir sobre chicos cuando Chloe se sincerara con ella sobre una taza de chai hecho en casa. Nada negativo. Nada como “no salgas con ellos”, por ejemplo.
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De lo poco que recordaba y le habían dicho, su padre era más ese tipo de persona. Un moderno hacedor del bien, un ayudante de la defensa legal que trabajaba con inmigrantes durante el día y llevaba a su esposa a cenas de gala y beneficencias sin fines de lucro de noche. Chloe trató de imaginarlo en Carlucci con ella, las zonas grises y borrosas de su rostro reconstruidas con antiguas fotos de álbumes. Él le diría que los chicos eran cosas terribles y que lo sabía, porque había sido uno. Se sonrojaría pero trataría de mantenerse comprensivo cuando le hablara sobre Xavier. Estaría interesado en que Alyec fuera ruso. Debería estarlo, considerando que había sido su idea adoptar a la huérfana de un antiguo estado soviético. En ese momento, Chloe se sentía como si no tuviera a nadie con quien hablar. —Hola. Un par de negras orejas de gatito tejidas aparecieron sobre el estante donde estaba trabajando. El chico usándolas se puso de puntillas y la saludó con la mano. —Hola —dijo ella, sonriendo. —Creo que voy a comprar un traje completo esta vez —dijo él—. O quizás solo una chaqueta —agregó. —Lania es nuestra chica “ojo extraño” para cada persona. Ella puede ayudarte a escoger algo profesional y estelar si no te importa su constante actitud de perra. —Oh. —A la luz del sol sus ojos eran casi verdes y muy profundos, como un caro pisapapeles de cristal. Chloe trató desesperadamente de pensar en alguna forma de continuar la conversación. —Oye, uhm, creo que quiero el patrón para tu sombrero después de todo —dijo ella—. Mi amiga Amy teje y me debe un regalo de cumpleaños. —¡Oh! ¡Absolutamente! —Renunció a su charla de puntillas, pareciendo que de repente se daba cuenta que podía simplemente caminar alrededor del estante. Usaba una camisa verde oscura y jeans, llevaba zapatos negros de aspecto europeo y punta cuadrada. Bastante el tipo de cigarrillo de clavo10: oscuro y misterioso. Sus hombros eran más amplios de lo que habían parecido el otro día y sostenía una copia de Ulysses de James Joyce debajo de su brazo—. Lo traeré para ti. —Claro, eso sería genial. Hubo un silencio entre ellos por un momento.
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Cigarrillo de clavo: cigarrillo caracterizado por su envoltorio negro.
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—O… —agregó él—, podría llevarte a tomar un café alguna vez después del trabajo y dártelo. Chloe sonrió. —Eso sería genial. —¿Qué tal mañana? —¡Absolutamente! —Soy Brian, uhm, por cierto. —Chloe. Un placer conocerte. —Hizo una mirada seria y extendió su mano. Él la estrechó. —Chloe… ¿como “Daphne y Chloe”11 en el mito griego? —La misma —dijo Chloe sorprendida de que lo supiera. —Sabes —dijo él echando un vistazo a la sección del periódico que ella sostenía—, no todos los que mueren aparecen en los obituarios. —¿Qué? ¡Oh! —Se sonrojó pensando furiosamente—. Yo… creo que solo soy morbosa. Uh, me gusta ver cómo es la gente vieja cuando muere y esas cosas. —Trata con el crucigrama en su lugar —sugirió sonriendo—. Se ve impresionante y pomposo cuando lo haces con un lapicero. Chloe sonrió. —Quizá solo haga eso.
Se quedó hasta tarde para ayudar a Marisol a cerrar, miraba su reloj nerviosamente. Ahora que la nueva temporada de la televisión había comenzado una vez más, las noches de miércoles eran de Smallville12 y comida para llevar, los intentos de su madre para conectar con su hija por medio de la generación más joven de cable. Uno de sus más exitosos intentos, en realidad, dado que Chloe amaba los bollos rellenos y a Michael Rosenbaum13. Y más desde que con su inesperada fiesta de cumpleaños, ella y su mamá parecían estar llevándose mejor, algo que Chloe no quería arruinar. Dafnis y Cloe: única obra conocida de Longo. Dafnis y Cloe son dos hermanos encontrados por un pastor; con el tiempo se desarrolla un amor entre ambos. Después de que Cloe es secuestrada y, consecuentemente, rescatada, Dafnis y Cloe se retiran al campo como una pareja casada. 12 Smallville: programa de televisión que cuenta la vida de Clark Kent antes de convertirse en Superman. 13 Michael Rosenbaum: actor estadounidense conocido por su papel como Lex Luthor en la serie Smallville, también aparece en películas como Leyendas Urbanas y Sweet November. 11
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Para el momento en que ayudó a Marisol a colocar la cadena en la puerta, eran las 7:45. No había manera en que el autobús fuera a llevarla a su casa a tiempo. Cinco kilómetros en autobús durarían para siempre. —Toma. —Marisol le entregó un billete de diez dólares. —Solo me quedé una hora extra —protestó Chloe. —¡Silencio! —La mujer lo empujó dentro contra su mano y cerró su puño a su alrededor—. Toma un taxi a casa. Tengo una hija de diez años y algún día va a tener tu edad. Me vuelve loca verlas a ti y a Lania. Cuídate. —¿Tienes una hija? —Chloe se sintió doblemente avergonzada aceptando el dinero ahora, después de descubrir una parte importante de la vida de su jefa de la que no sabía nada antes. —Sí. Está en casa de su padre esta semana. El perezoso hijo de puta adora a su nenita, al menos. Te veo mañana. —Marisol lanzó su largo cabello castaño oscuro sobre su hombro como una joven, como una niña, como alguien que no tenía una hija de diez años, un ex esposo y un negocio. Cuando cruzó la calle, como que dio un salto. Chloe miró a los diez en su mano y pensó en las diferencias entre su mamá y su jefa, y en la pequeña niña de diez años de la que no había sabido nada hasta ese día, la cual dividía su vida entre sus padres. Como Paul ahora. Chloe ni siquiera tenía esa opción. Miró a su alrededor: las calles estaban desprovistas de coches regulares y mucho más de taxis. La más leve curvatura de aire helado golpeó su nariz, afilada y eléctricamente. Cuando se desvaneció, Chloe notó el calor de la ciudad, el olor biológico de árboles, suciedad y humanos, hombres y mujeres correteando y emocionados, contentos de que la jornada de trabajo terminara. Chloe comenzó a trotar, metódicamente como hacía en gimnasia para hacer el menor trabajo posible y no ser notada. Sus pechos rebotaban incómodamente en su “no diseñado para trotar” sostén. Entonces, sin pensar, aceleró su paso y corrió. Corría como si su cuerpo hubiera estado esperando toda su vida para realmente correr, como si hubiera sido mantenido bajo control hasta este momento. Ni siquiera tenía que pensar en el movimiento de sus brazos o la colocación de sus pies y sus piernas en la forma que el Sr. Parmalee siempre estaba gritando. Corría con pasos amplios, comiendo los bloques de vainilla debajo del concreto con pies hambrientos. Y cuando sus pasos no eran lo suficientemente amplios… saltaba.
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Las casas pasaban en un borrón, los autos estacionados parecían estar en movimiento. Saltó sobre hidrantes y pequeños arbustos, no como un saltador en largo o alto normal, sino saltando con sus brazos, enroscándolos a sus lados para amortiguar su caída en el aterrizaje. Nunca lo había hecho. Cuando cruzó la calle, lo hizo a mitad de la cuadra y saltó sobre el capó de un coche que bloqueaba el paso peatonal. Estuvo satisfecha de oír la alarma activarse con gritos. Desde allí se encontró a sí misma usando un parquímetro como un paso más cerca hacia la acera, su pie izquierdo descansando delicadamente en él por un momento mientras su pie derecho alcanzaba el suelo. La energía, la fuerza y la velocidad que sentía eran justo como en la pelea con el vagabundo… pero duraron más. No solo un arranque de adrenalina. Y no había ninguna rabia, ni huida o pelea… solo la pura alegría del movimiento, de casi volar a través de la noche desierta. Tomó un atajo por un lote vacío, muy segura de que esta era una ruta más rápida a casa. Incluso aunque no había luna esa noche y ninguna luz de calle en el área, se las arregló para saltar por encima de neumáticos muertos, charcos de vidrios rotos y plantas de apariencia desagradable sin arañarse con ningún obstáculo. Cuando finalmente escaló los escalones de su casa y se dejó entrar, ni siquiera estaba sin aliento. —Justo a tiempo —dijo su madre, sonriendo. Estaba desembolsando contenedores de comida china. El reloj en la televisión anunciaba que eran las 7:57.
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Capítulo 8 Corregido por Celesmg
—H
ola, Alyec —llamó Chloe saludándolo con la mano a través del pasillo de entrada la mañana siguiente.
—Hola, King. —Él la saludó con la mano como respuesta, pero se dio la vuelta para continuar su conversación con Keira. Chloe casi podía sentir el engreimiento de Keira mientras él hacía caso omiso de ella. Era irritante. Se escabulló como si nunca se hubiera detenido. Sí, ella probablemente debería estar feliz por Brian. Pero Alyec era caliente. Sexy. Un tipo fabuloso como para caerse muerta. El inspirador de la codicia. Echó un vistazo atrás para ver su cabello rubio color trigo (¿o era centeno? ¿Qué cultivaban en Rusia?) cayendo sobre su frente en ondas como los flecos en una almohada costosa. Quizás debería decirle que también soy rusa. O quizá, pensó, quizá debería elegir un chico y quedarme con él. O bien seguir a Alyec o continuar con Brian. Nah… de esta forma es más divertida. —Hola —la saludó Paul con la mano desde el río de tráfico adolescente que estaba yendo en sentido contrario, hacia el lado izquierdo del pasillo. Saltó hacia un espacio vacío junto a ella—. ¿Has hecho alguna larga caída desde un edificio alto últimamente? —Me zambullí en el Transamérica… ¿eso cuenta? —Estábamos pensando en ir a la galería en Sony más tarde —continuó. ¿Y desde cuando él y Amy se convirtieron en “nosotros”? Amy y ella eran un “nosotros”. Amy, Paul y ella eran un “nosotros”. ¿Debería solo asumir de ahora en adelante que cada vez que uno de sus mejores amigos usara ese pronombre estarían refiriéndose solo a ellos dos?—. ¿Quieres venir? Oh, ahora estoy siendo invitada a lugares por ellos. Qué pena por la tercera rueda. —No, gracias. Tengo planes. —No sabía si los ojos color avellana podían lucir fríos, pero hizo su mejor esfuerzo, haciendo que su rostro luciera plano y con falta de emoción. Lo había practicado en frente de un espejo. La expresión se veía bien con sus pómulos altos.
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—¿Planes? —preguntó Paul. Sus cejas se elevaron casi hasta su flequillo. —Sí, planes. Quizás otro día. Y se alejó caminando.
Por supuesto, ella sabía que no iba caer con eso; estaba esperando que no. Vino durante matemáticas, en forma de un único carácter en un mensaje de texto en su celular de parte de Amy: ? Ella respondió: Gracias x invitarme, sin embargo. Amy: ¿Cuál es tu problema, perra? Al menos ven a mi lectura a las 7 en el B. Rooster. Pooooorfaaaaaa… :) puedes traer a Alyec. Sí, claro, si quería estar segura de que Alyec nunca querría volver a salir con ella y sus amigos de nuevo. La poesía de Amy podía tener ese efecto en la gente. Chloe alejó su teléfono, no queriendo preocuparse. *** Brian se mostró en Pateena precisamente a las seis. Chloe estaba recostada en la puerta de entrada buscando cuidadosamente en los obituarios. Ninguna mención de Xavier. —¿A dónde? —preguntó Chloe, empujando el periódico en su bolso. Parecía haberse arreglado un poco. Sus pantalones eran algo suave, negro y color mate que casi parecían terciopelo. ¿Lana? ¿Terciopelo? Chloe se encontró resistiendo la necesidad de alcanzarlo y sentirlo. Me pregunto si le gustara bailar… —Estaba pensando… al zoológico. —La miró expectante, con sus ojos marrones abiertos ampliamente. —¿El zoológico? —Tazas de café y una cena íntima se esfumaron—. ¿No está cerrado? —Nop. No hasta las ocho. Y soy miembro, así que entramos gratis. El zoológico… ahora que lo pensaba no había estado allí en años, incluso aunque estaba razonablemente cerca. Y nadie nunca se había ofrecido a llevarla allí antes. —Está bien, pero vas a comprarme una taza de recuerdo. —Oye, tú eres la que tiene un trabajo. —Tú eres el que me invito a salir.
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—Touché —itió. ¡Era tan fácil hablar con él! Esta era como su tercera conversación y ya estaban bromeando como viejos amigos—. Está bien una taza de recuerdo para ti. Pero si sientes que la tarde está yendo bien, no me opondría a que compraras un mono de peluche para mí. Chloe sonrió. —Es un trato.
No había ninguna multitud afuera de las puertas del zoológico, solo familias yéndose, y todo lo que Brian tuvo que hacer fue agitarle su tarjeta al guardia y señalar a Chloe y estuvieron dentro. Mucho mejor que el calor, las filas y las multitudes que recordaba de sus experiencias allí como niña. Era también un poco genial ir al atardecer: los árboles sobresalientes amontonaban sombras debajo de ellos, haciendo que el lugar pareciera más salvaje. —¿Estás en la universidad? —preguntó ella finalmente de forma casual mirando el mapa. Él no lucía mucho mayor que ella… —Aún no. Me estoy tomando un par de años sabáticos. —Entonces, ¿para qué necesitas ese traje? —¡Veinte preguntas! —dijo él, riendo—. Estoy buscando especializarme en zoología. Por eso, uh, el zoológico. Pero es como un programa difícil para un grado de licenciatura y la competencia es feroz. No era exactamente un… erudito en la secundaria, así que pensé que podía conseguir experiencia trabajando en un zoológico o en una liga de rescate animal o algo como eso. Estoy en el proceso de entrevistas por ahora. Te sorprendería cuánta gente quiere trabajos de mierda y poca paga que involucran empujar muchísima… bueno, mierda de animales. Chloe sonrió. —Suena genial para mí… nunca he tenido una mascota más interesante que un pez dorado o un beta. Mi mamá es alérgica. —Yo tengo cuatro gatos —dijo con suficiencia mirando su envidia—. Tabitha, Sebastian, Sabrina y Agatha. —¿Cuatro? —Oh, eso no es nada. Cuando era pequeño, teníamos… —Pero su frente se frunció y desvió la mirada distraídamente. —Cuando eras pequeño… —lo animó Chloe.
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—Teníamos muchas. Mascotas —terminó débilmente—. Muchos gatos. Razas raras, también, como Cornish Rex y Maine Coon. Recorrieron los caminos al azar. A Chloe le encantó ver el zoológico así, con libertad, sin presión para ver a todos los animales superiores, para ver cada pulgada cuadrada antes de que fuera hora de irse. Podían detenerse tanto tiempo como quisieran para ver un par de simples ánades reales que vagaban en la pajarera y saltarse las exhibiciones que no les interesaban sin sentirse culpables. Pero Brian estaba más callado que antes, excepto cuando estaba señalando interesantes trivialidades o los hábitos de los diferentes animales que veían. Masticaba el interior de su labio cuando pensaba que ella no estaba mirando, como si tratar de decidir si decir más o no. —¿Entonces tenías muchas mascotas cuando eras pequeño? —lo animó Chloe cuando se detuvieron a comprar una Coca-Cola de dieta para ella en un vaso con forma de mono. Él ordenó uno de esos capuchinos de una máquina, algo que Chloe nunca hubiera hecho si estuviera famélica. —Sí, ehm… —El rostro de Brian cayó, perdió completamente la vivacidad que tenía cuando estaba hablando de los suricatos y los casuarios—. Mi mamá está muerta —dijo finalmente—. Y mi padre y yo… no nos llevamos bien realmente. Tiene este apartamento que mantiene aquí en la ciudad… donde vivo por ahora… pero trabaja mucho afuera en su otra casa en Sausalito. No hablamos mucho. Sacudió su cabeza. —Pero esa es demasiada información para una primera cita. Probablemente solo quieres asegurarte que no soy alguna clase de bicho raro. Chloe rió. —Tengo un ratón secreto —ofreció, aligerando el ambiente. —¿Qué? —Un ratón secreto. Su nombre es Mus-Mus. Del nombre latino para ratón, ¿sabes? Mus musculus. Mi mamá no sabe que lo mantengo en un cajón de mi escritorio. —¿Tienes un ratón? ¿En tu escritorio? —Sí —dijo un poco a la defensiva—. Mamá no me dejó otra alternativa. —Eso es tan… tierno. —La miró con asombro, como si fuera la cosa más encantadora que alguien hubiera dicho. Se alejaron del área de concesión, Chloe sorbía ruidosamente su pajilla que atravesaba la cabeza del mono. Una señal indicaba los pingüinos, nutrias y leones.
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—Oye… —dijo Chloe recordando partes del sueño que había tenido después de su caída de la torre—. Vamos a ver los leones. Yo… soñé con algo recientemente… —¿Sí? —Sí. —Miró hacia abajo mientras caminaban, tratando de igualar su paso al de él, pero las piernas de Brian eran más largas—. Mi papá también se fue —dijo ella—. Y mi mamá es una clase de perra. —La mamá de todos es una perra cuando tienes dieciséis. —Se rió—. Solo me hubiera gustado haber conocido a la mía. —¿Cómo sabías que tengo dieciséis? —preguntó Chloe repentinamente suspicaz. —No lo sabía. —Se encogió de hombros—. Fue más un comentario general. No tú en particular, pero cuando “tienes” dieciséis, refiriéndome a todos. Tomó el más pequeño de los sorbos de su capuchino, pero aun así se las arregló para tener un bigote espumoso. —El día después de cumplir dieciséis casi golpeo a mi padre —continuó Brian. Se irguió y la miró a los ojos, retándola a desmentirlo. —Eso sería mucho más efectivo si no tuvieras leche sobre todo el labio —dijo riendo. Se inclinó con una servilleta y lo limpió cuidadosamente, tratando de no arrastrarlo demasiado sobre la boca. Estaba doblemente complacida de tener una manicura: esto hizo al gesto doblemente sexy. Suciedad de jeans bajo las uñas no hubiera sido atractivo. Él se sonrojo y su mano fue hasta su pelo, desplazando una entrada que hacía un rizo al estilo de Superman en el medio de su frente. Con anteojos y un poco de tintura, hubiera sido un Clark Kent muy aceptable. Él es tan… ¡tierno!, pensó Chloe de nuevo, y no sería la última vez en esa noche. Se preguntó cuáles eran las probabilidades de que alguien tan como él, tan tierno, tan encantador y tan divertido, podría al azar haberla conocido en el trabajo. Si hubiera estado en la parte de atrás ese día o si Lania no hubiera sido tan mala con él… esto nunca habría pasado. Y mientras mencionar a Xavier y su posterior enfermedad con él no era la clase de cosas que uno hacía en su primera cita (o nunca, en realidad), Chloe podía definitivamente verse hablando con Brian sobre otras cosas. Su mamá, su papá, Paul y Amy, su experiencia cercana a la muerte… —Bien, allí están —dijo Brian, indicando a los grandes gatos amarillos. Chloe extendió su mano hacia la barandilla. Siempre había hecho caso omiso a los leones antes como los populares e inevitables de cualquier tour del
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zoológico. Comunes incluso. Pero los miró más de cerca ahora. Una hembra se levantó y caminó lánguidamente hasta un canal de agua. Cada paso era casual; sus hombros se movían hacia arriba y abajo lentamente. No había ninguna duda del poder de sus músculos. De alguna manera Chloe no se sorprendió cuando, después de haber tomado un buen trago y dejado que las gotas colgaran por la piel alrededor de su boca, la leona se volteó y la miró directamente, ojos dorados sobre sus ojos color avellana. —Nunca antes me di cuenta cuán hermosos son —susurró Chloe incapaz de girarse. Brian estaba diciendo algo, desbordando trivialidades sobre los grandes felinos, pero ella no estaba escuchando. Podía sentir su sueño de nuevo, como si fuera real. —… sé todo sobre estos chicos. En libertad comen como diez libras de carne por día, duermen hasta veinte horas al día y pueden correr hasta a ochenta kilómetros por hora… Ustedes necesitan un desierto, pensó Chloe hacia ellos. La leona no mostró ninguna señal de escucharla o preocuparse por ella. Vagó de nuevo hacia las otras hembras y se dejó caer sobre el suelo, perezosa y pesadamente. Se mordió la pata. —Eh, ¿Chloe? ¿Chloe? —preguntó Brian, sacudiendo su mano en frente de ella. —¿Qué?, ¿perdón? —Estaba tratando de impresionarte con mis conocimientos de National Geographic sobre los grandes gatos. —Oh, perdón. Muy listo. —Chloe se volteó por una última mirada a la leona—. Estos no solo matan personas, ¿cómo el tigre de Siegfried y Roy? Brian bufó. —Los leones usualmente no son tan peligrosos como los tigres. Pero no son gatos caseros, tampoco. Pueden molestarse o enfadarse… e incluso los más amistosos, como estos, no conocen su propia fuerza comparada con los humanos. Pueden matar accidentalmente a su cuidador mientras tratan de jugar con él. —Oh. —Chloe pensó en ese último hecho y en Xavier. —Probablemente deberíamos irnos. Cierran como en diez minutos. —Oh, sí. Por supuesto. —Chloe sacudió su cabeza—. ¡Tengo que conseguirte tu mono! Brian sonrió tímidamente. —Realmente no tienes que…
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—Por supuesto que sí, tonto. Esta fue una gran idea para una cita. —Ella sonrió. —¿Cita…? —preguntó él sorprendido. Chloe lo golpeó juguetonamente en el hombro. A medida que el ocaso se profundizaba y se dirigían de nuevo a la entrada principal, Chloe sintió una oleada de energía impactar a través de ella, haciéndola saltar, parlotear sin cesar y tocar a Brian mientras hablaba, sin vergüenza o reserva. Incluso le compró un mono extra grande, uno con brazos largos y velcro, por lo que él podía usarlo alrededor de su cuello. Llegaron justo cuando las puertas se cerraban. —Fue genial… gracias por sugerirlo —dijo Chloe honestamente. Su autobús estaba llegando; él iba en la dirección opuesta. —Oh, genial. Me alegra que lo disfrutaras. Ella esperó. Él parecía estar buscando ansiosamente el autobús. —¿Puedo verte de nuevo? —preguntó Chloe finalmente, un poco molesta de que ella tuviera que ser la que lo trajera a colación. ¿No le había comprado un mono después de todo? —Oh… sí… por supuesto. Si quieres. —Él la miró, inseguro. —¡Por supuesto que quiero! ¿No acabo de decir que fue como la mejor cita del mundo? —El autobús paró y abrió sus puertas—. ¿No vas a besarme? —preguntó Chloe, el primer coqueteo real que había dicho en toda la noche. Él se inclinó y la besó delicadamente en la mejilla. —Buenas noches, Chloe —dijo suavemente, se giró y se fue. Chloe saltó al autobús, rozándose la mejilla con los dedos, preguntándose si esto era lo más cercano a un chico normal de su edad con el que ella iba a salir alguna vez. Tan pronto como estuvo segura de que él no estaba mirando, a último momento se escabulló. Había otras formas de llegar a casa. Se quitó su chaqueta, la ató alrededor de su cintura… y corrió. Esta vez se concentró más y más en saltos extravagantes, algunas veces corriendo junto a una fila de autos aparcados, rebotando de techo en techo. Cuando regresó a la calle comenzó a correr a través de pequeños terrenos, las cercas no resultaron ningún problema: saltó por encima de algunas pequeñas y saltó tan alto como pudo en los enlaces de las cadenas, arrojándose sobre la parte superior y saltando todo el camino hasta el suelo, a veces hasta tres metros y medio.
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Un pitbull tiraba de su correa en el patio de un destartalado condominio; un viejo labrador dorado con un hermoso peinado le ladró, mordisqueando sus piernas mientras ella corría. Incluso el molesto pequeño shit-tzu de la Sra. Languedoc le aullaba como un lobo cuando Chloe finalmente corrió por su propia calle. —Kimmy, ¿qué pasa contigo? —Chloe oyó que su vecina regañaba a su perro. Chloe se acercó a la barata cerca de estacas. Esta vez estaba respirando pesadamente y la parte inferior de su estómago estaba acalambrada… Chloe se preguntó qué tan caro pagaría por esta sesión de ejercicio mañana. Metió la mano entre los barrotes de plástico para dejar al perro olfatearla. Particularmente nunca habían sido buenos amigos en el pasado, pero Chloe ocasionalmente le había lanzado salchichas crudas tratando de callarlo cuando la Sra. Languedoc no estaba. Kimmy gruñó, se alejó a una distancia segura y comenzó a ladrar otra vez. —Como sea. —Chloe se encogió de hombros y entró. —¿Cómo estuvo tu sesión de estudios? —le preguntó su madre desde la mesa donde estaba pagando cuentas en su laptop. A Chloe le tomó un momento recordar exactamente qué mentira había dicho. —Horrible. No tenemos nada hecho. —Introdujo su chaqueta en el armario con disgusto—. Solo no veo por qué Lisa sigue invitando a Keira. Todo lo que ella quiere es chismosear y ser una perra. —Bueno, si necesitas ayuda… —La mamá de Chloe la miró y sonrió—. Yo era genial con trigonometría. Por supuesto. Tú eras malditamente genial en todo. —Gracias. —Chloe le dio una sonrisa débil y subió al baño. Sangre. En sus bragas de niño, en la parte frontal de la entrepierna de algodón. Rojo brillante. Sus lindas bragas de niño de diez dólares. Su primer pensamiento fue que había rasgado su himen durante uno de los saltos gigantes a las vallas que había hecho con las piernas muy abiertas. Luego, cuando sintió más humedad en el interior de su pierna, se dio cuenta lo que era. Oh mierda. Finalmente había tenido su período.
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—Ya era hora —murmuró, y empezó a escudriñar en el gabinete del baño. Eso debía haber sido lo que alteró a los perros. Debían haber olfateado la sangre en ella. Finalmente encontró una caja de tampones… otra cosa que, si no le gustaba la marca que usaba su madre, tendría que empezar a pagarse ella misma. Tengo que llamar a Amy, pensó. Chloe sonrió. Y luego tuvo un calambre.
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Capítulo 9 Corregido por Celesmg
—O
ye, ¿dónde estuviste anoche? —demandó Amy. Una vez más el autobús había llegado temprano o alguien en la escuela había llegado tarde y tenían que esperar fuera por la primera campana. Era una fresca mañana de otoño y, como muchos otros estudiantes, Chloe no se había vestido para largos descansos afuera; golpeó fuertemente el suelo con los pies y apretó sus puños en sus bolsillos, considerando fumar un cigarrillo. —Tuve una cita —respondió Chloe con frialdad. Era fácil en esta temperatura. —¿Con Alyec? —No. Alguien más. Amy la miró por un largo rato. Iba un poco moderna hoy, un poco como Austin Power, en un gran saco de piel falsa color púrpura y gafas. —¿Qué mierda, King? —dijo finalmente—. Primero ni siquiera respondes cuando te invito a mi lectura de poesía y ahora anuncias tu pequeña vida secreta… Chloe sabía cómo deseaba poder responder. Como la gente en la TV que siempre tiene una buena respuesta, las palabras apropiadas, justo suficiente indignación justificada: —¿Yo tengo una vida secreta? Desde que tú y Paul empezaron a salir, es como si ninguno de ustedes existiera más. Realmente no nos hemos visto excepto para mi cumpleaños, ¿y de pronto estás enojada porque no iré a tu lectura de poesía a la que tan amablemente te dignaste a invitarme? O por lo menos el sincero y emocionalmente genuino discurso al borde de las lágrimas: —Amy, últimamente en verdad me siento abandonada. Sé que tú y Paul de pronto se han convertido en alguien muy especial en la vida del otro, y lo respeto… pero también somos amigas. Mucho ha estado pasando en mi vida y no he tenido la oportunidad de contarte… y eres mi mejor amiga. Realmente te necesito algunas veces, y últimamente siento que no has estado ahí para mí. Pero:
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—Estaré en tu lectura de poesía. —Fue lo que en realidad dijo, a regañadientes, mirando el suelo. —Oh. —Amy lucía confundida, después aliviada—. Gracias. ¿Quizás me contarás sobre tu amante secreto entonces? —Sí. Como sea. —Hubo una larga pausa. Chloe sintió que este era un punto crucial del momento, lo que podría ser el comienzo de una grave fisura en su amistad. Por un segundo le quitó el aliento, como si estuviera al borde de un cañón, en la cima de una torre, lista para saltar: no más enojos, pretensiones de Amy o rarezas con Paul, solo una lenta separación de caminos detrás de ella. En el frente estaban Alyec o Brian, las cosas nuevas que repentinamente parecían hacer la libertad y la emoción de la noche. Pero no estaba lista para eso aún. Una imagen vino a su mente: la leona en su sueño y en el zoológico. Si fueran humanos ni siquiera dejarían que algo tan pequeño o tonto como esto desperdiciara su tiempo. —¿Puedes pedirle a Paul que venga un poco más tarde? —preguntó finalmente Chloe—. ¿Darnos algo de tiempo de chicas para ponernos al corriente? La cara de Amy se suavizó. —Sí, ¡por supuesto! Totalmente. Ven a las siete. —Lo haré. Estuvieron en silencio por un momento, incómodas con sus emociones. —Entonces… ¿te gusta mi saco? —preguntó Amy finalmente. —¿Cuántos Muppets murieron para hacer esa cosa? —Chloe disparó en respuesta sonriendo. *** Chloe estaba en un estado de pánico mental cuando Alyec la llamó en el corredor. No lo oyó, abrumada por lo que acababa de prometer. Las lecturas de poesía de Amy eran algo de no creer. Chloe pensó desesperadamente en pequeñas radios FM que podía esconder en sus oídos y tirar su cabello hacia atrás para ocultarlas mejor, en ponerse muy ebria o drogada, en conseguir que una de las locas Wiccas de la escuela la pusiera en un trance antes de la lectura. Cualquier cosa que pudiera hacerla pasar por esto con su cordura intacta y una cara seria. Ella y Paul algunas veces solían tomarse de las manos durante ellas, apretando para darse fuerzas y distracción en las partes malas, manteniendo al otro
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contenido si ella o Paul no podían reprimir el impulso de reír o de levantarse y huir gritando de la cafetería. De cualquier manera ella no creía que esta vez eso pasaría con Paul. Quizás podría punzar mis oídos… —¡Oye! ¡Chloe! Finalmente levantó la mirada y se dio cuenta de que Alyec había estado agitando su brazo y diciendo su nombre por un par de minutos. Él corrió por el pasillo hasta alcanzarla. —Lo siento. —Sacudió su cabeza—. Perdida entre pensamientos. —No hay problema. —La miró de arriba abajo. De pronto Chloe estuvo consciente de sus jeans usados y su camiseta de los Strokes con un agujero de lejía. Incluso su ropa interior era la última antes del lavado: una tanga poco sexy y desagradable—. Traté de enviarte un email anoche, pero no estabas conectada. ¿A mí? ¿Estabas enviándome a mí, tú hunka hunka helado amor14? Él le sonrió, un poco perplejo, un poco expectante. Chloe inmediatamente comenzó a pensar una mentira no demoledora de ego que pudiera decirle acerca de por qué ella no estaba cerca, que lo mantuviera calmado e interesado, que acabara con la conversación y los llevara a temas más placenteros. Luego se dio cuenta lo cerca que estaba, mucho en su espacio, acercándose a ella y observándola. Un poco odioso. Como si fuera la clase de chica que disfrutara que se le acercara el chico más sexy de su clase en el medio del pasillo. —Tenía una cita —contestó encogiéndose de hombros. —¿Como una cita de estudios? Casi se rió de su rápida suposición. —No, una cita, cita. —Ella se dio la vuelta y comenzó a caminar a su próxima clase. —Espera, ¿qué? —Corrió para alcanzarla, de nuevo—. ¿Quién? —Brian. No lo conoces. —¿Va a la preparatoria Mary? Un destello malvado entró en su ojo. —No —respondió casualmente—. No está en secundaria. Hunka hunka helado amor: Proveniente de una canción de Elvis llamada “Hunka hunka burning love,” en español “Hunka hunka amor ardiente.” La frase de Chloe es usada de manera contraria. 14
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—King, eres un infierno de bromas —suspiró. —¿Bromas? —Se dio vuelta y finalmente lo enfrentó—. Uh, no veo a nadie más haciendo demandas de mi tiempo. —Eso es definitivamente una broma —dijo Alyec cuando ella se fue caminando nuevamente—. Si es que entiendo apropiadamente el inglés. Ella le envió un adiós sobre su hombro con la mano.
Reflexionando sobre el encuentro más tarde, Chloe tenía que itir que estaba encantada con la forma en que Alyec no tenía ninguna intención en mantener su pequeño tête-á-tête15 en silencio. Obviamente iba detrás de ella, a toda voz, en medio del pasillo y sin importarle si alguien, incluso Keira y su séquito, lo oía. La escuela entera sabía ahora que Alyec Ilychovich quería a Chloe King. Era un sentimiento agradable y la hacía sentir incluso más cómoda con el frío día afuera, en el interior de la cafetería de madera gruesa y terciopelo, con sus manos alrededor de una sidra caliente. Se acurrucó hacia atrás en su asiento pretendiendo no ver el micrófono y el reflector siendo ajustado en una esquina. —¡H-o-l-a! —Amy entró, miró a su alrededor, saludando a la gente haciendo los ajustes, los besó en las mejillas y les dijo que estaría con ellos en unos minutos. Incluso aunque que era una cosa pequeña, Chloe estaba complacida de que a su amiga le preocupara lo suficiente como para dejar para después a lo que era un grupo adorable, para pasar tiempo con ella. Lo cual no la detuvo de levantar la mano justo a tiempo para evitar que Amy también la besara al aire. Había límites. Las pretensiones terminaban ahí. —Entonces… ¿qué?, ¿qué?, ¿qué son todas esas cosas pasando en la vida de Chloe King? —Amy se dio vuelta y gritó—: ¡Tomaré un té, aquí, Earl Grey, con limón! —Bueno, primero lo primero. —Chloe se movió hacia adelante y atrás incómodamente—. ¿Qué clase de tampones usas? La mandíbula de Amy cayó. —Oh mi Dios, ¿finalmente tuviste tu período? Chloe hizo una mueca, tratando de tirar su cabello sobre su rostro. Sintió la punta de sus mejillas, justo debajo de sus ojos, volverse calientes y rojas. —Dile al mundo entero —murmuró. 15
Tête-á-tête: enfrentamiento a solas, mano a mano.
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—Oh. Eh, perdón. Es que estoy… sorprendida. Y contenta de que seas, así como, normal y eso. Nada de tumores raros o algo. —Los ojos de Amy se pusieron vidriosos—. ¡Eres una mujer! Finalmente te nos uniste en el ciclo de la vida y… —Guarda la mierda de diosa para después. Estoy incómoda y acalambrada. —Trata con los delgados. Tienes que cambiarlos más a menudo, pero es lo que usé hasta que empecé a tener sexo… —El rostro de su amiga se arrugó de repente—. Cielos, vas a tener que empezar a tomarte todas estas cosas en serio ahora. Quizás tomar la píldora. Condones rotos, ya sabes, y puedes quedar embarazada… —Gracias por el discurso sexual. Solo necesito la parte relevante. “Finos”. Lo tengo. Gracias. —Miró hacia su sidra y itió—: Además, no es como si hubiera tenido relaciones reales aún… y no parece como si fuera una posibilidad en el futuro cercano. —Sí, Paul y yo no hemos tenido sexo aún. Incluso si estuviéramos en ese punto, él es, ya sabes, de la vieja escuela y eso. Chloe se estremeció. Pensar en Paul teniendo sexo la hacía pensar en Paul teniendo un pene, y el pene de Paul era algo, definitivamente, en lo que nunca quería pensar. Mucho menos en Amy y Paul teniendo sexo. Juntos. —Sé que los dos van en serio y estoy feliz por ustedes —dijo Chloe lentamente—, pero sería lindo si mantuvieras algunas partes de eso… para ti misma, ¿sabes? Amy pestañó. Sus ojos azules hicieron su mirada extra inocente. —¿Con quién más voy a hablar sobre esto? —Puedes hablarme de esto —dijo Chloe—, pero solo censura las partes sucias, ¿sabes? Es Paul. Y además… —Se le ocurrió una excusa brillante—, ¿realmente crees que él querría que yo supiera esas cosas sobre él? Se sonroja todo por una visita al doctor. —No había pensado en eso —dijo Amy después de un largo rato. Jugueteó con la pequeña mano de adorno en su collar, la cual había perdido su lustre de plata hacía tiempo en otras reflexiones nerviosas. Chloe sonrió; recordó cuando su amiga lo había recibido, hacía años, de su abuela—. Bien, ¿qué hay de ti? ¿Qué pasó con Alyec? —Nada. Aún está en mi “lista de observación”. —Chloe sonrió como un gato muy satisfecho de sí mismo, sobre el borde de su taza—. Es solo que conocí a este otro chico, Brian. Él viene a Pateena de vez en cuando. Totalmente lindo. Está trabajando un par de años antes de aplicar para la universidad. Pienso que te
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agradaría; teje sus propios gorros. Me llevó a tomar un café anoche. —No se sintió de ánimos como para decirle la parte del zoológico; había algo extrañamente privado en eso. En una forma agradable. No hecho para compartirlo, ni siquiera con Amy. Oye, él nunca me dio el diseño del sombrero, se dio cuenta. Una chica talla cero, toda de negro, trajo una taza de té con rodajas de limón en un plato. Amy se ocupó de preparar el té exactamente como le gustaba y Chloe observó a más gente entrar, llenaban las esquinas oscuras de la cafetería como ratas grandes y silenciosas. —Creo que esa caída te afectó más de lo que pensamos —dijo Amy finalmente. —¿De qué estás hablando? —dijo Chloe, un poco ofendida por la manera arrogante en que su amiga habló. —Vamos. ¿Dos chicos? Uno es el más popular de nuestra clase, él otro ni siquiera está en secundaria. ¿Tú? ¿Chloe King? —Amy sacudió su cabeza—. Eso no es para nada como tú. Qué bueno que no le conté sobre Xavier, decidió Chloe. Pero le dio una pausa: Amy tenía razón. Solía ser esa Chloe que nunca hubiera ido detrás de alguien del grupo popular, sin importar cuán tierno o lindo fuera. ¿Y un chico que no estuviera en su secundaria? ¿En ninguna secundaria? ¿Dos años mayor que ella? ¿Lo suficiente mayor como para votar y ver porno? ¡Olvídalo! ¿Y qué exactamente sobre ir a un club ella sola y elegir un extraño y besarse con él en la parte trasera del club? Chloe miró el collar de Amy de nuevo, repentinamente volviendo a la niña que fue en la fiesta de Amy cuando ambas tenían trece. Una niña muy diferente. —Estoy floreciendo —respondió con una pizca de ironía en su voz. —Explotando, mejor dicho. —Hizo una mueca a la mirada de Chloe—. En un buen sentido —agregó rápidamente—. ¿Cómo es Brian? —Alto, oscuro y taciturno, atractivo, ojos marrones, sonrisa misteriosa… aunque no me besó para despedirse. —Gay —decidió Amy. —No estoy exactamente enviando una vibra “gay” —dijo Chloe a la defensiva. —Está bien, quizás solo es tímido.
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—Oye. —De repente Chloe realmente vio el collar de su amiga. Lucía sospechosamente como un gato, acostado, con una pequeña sonrisa de suficiencia en su cara. Arrugó su frente y lo alcanzó. —¿No lo recuerdas? Nana me lo dio cuando volvió de Egipto. Por mi Bat Mitzvah. —Sí, sí. Pero ¿qué se supone que es exactamente? —Um… una diosa gato o algo así, creo. —Amy se lo quitó y trató de mirarlo—. ¿Bastet o algo? Fue cuando yo estaba totalmente obsesionada con los gatos, cuando tenía a Pharaoh. —Ese era el nombre original del gatito negro que ella había rescatado de un callejón. Ahora estaba enorme y gordo y era llamado Kitty. —¡Ma chérie! —Moulin Rouge con su cola de cabello y un extra largo pañuelo de seda blanca llamó a Amy—. Esperamos por tu presencia. —Sí… dale esto a Paul cuando venga, ¿sí? —Amy sacó una bolsa marrón tamaño carta de su bolso de jean gigante—. Lo dejó en mi casa el miércoles en la noche. Después de que su amiga se uniera a los otros poetas raros, Chloe acercó el paquete a ella así nadie podría tomarlo o sentarse sobre él. Lo dejó en su casa el miércoles en la noche. Los tres solían ver baratos DVDs rentados a mitad de semana en casa de Amy, cuando todo se estaba volviendo demasiado estresante, usualmente veían musicales de Bollywood. Ella era la única con una televisión en su cuarto. Harían palomitas de maíz y verían bailarines de oro y rosa girar y cantar, elefantes marchar, y se sentirían como si estuvieran al borde de otro mundo, algún lugar mucho más interesante, más allá de Inner Sunset. Chloe se preguntó qué habían visto la noche anterior o si solo se habían besado. Abrió el paquete de Paul: cómics. El miércoles era día de cómics, algo que él había taladrado en ella desde que tenían nueve. Los hojeó, algunos protagonistas reconocibles como Batman o Linterna Verde, otros estaban coloreados muy brillantemente pero con superhéroes de los que nunca había oído. Algunos eran llamados cosas como Hellblazer y estaban llenos de escenas increíblemente desagradables de personas y demonios haciendo actos de extrema violencia los unos a los otros. Chloe había aprendido hacía tiempo a evitar ver esos. Sacó otro par; tenía por lo menos otros quince minutos antes de que las lecturas comenzaran. Batman era familiar pero demasiado corto y los anuncios eran más interesantes que la trama. Abrió otro sobre una mujer llamada Selina Kyle y siguió las viñetas de cuatro colores a través de sus aventuras saltando y corriendo por el horizonte de Ciudad Gótica. Chloe sonrió, pensando en sí misma. Luego frunció el ceño.
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¿Es eso? ¿Es eso lo que tengo? ¿Súper poderes? Nunca lo había pensado de esa forma antes. Sin embargo, de alguna manera tiene sentido, si lo ves desde el punto de vista de un cómic: había sobrevivido a una caída que debería haberla matado, había peleado, sin entrenamiento previo, contra un hombre que era dos veces más grande que ella y que solía vivir en la calle, podía correr kilómetros sin perder el aliento y saltar obstáculos como una estrella de la pista, cuando ella solía tener toda la capacidad física de una babosa. Y aquí había estado asumiendo que parte de eso era solo alguna clase de crecimiento acelerado… —Oye, ¿desde cuándo te convertiste en una ladronzuela de cómics? —preguntó Paul deslizándose en el puesto frente a ella. —Desde que estoy aburrida de mi mente. —Ella le mostró el cómic que estaba leyendo—. ¿Alguno de estos tipos tiene, como, más poderes ingeniosos? ¿Además de volar? —Selina Kyle no tiene poderes —dijo él con un poco de arrogancia—. Tampoco Batman o Robin. John Constantine es… discutible. Aquaman puede respirar debajo del agua, lo cual pienso que es ingenioso, pero también puede hablar con los peces. ¿Por qué? —Solo preguntaba. —Lo miró mientras ponía cuidadosamente los cómics de vuelta en sus bolsas de polietileno y las deslizaba gentilmente en la bolsa marrón— . Entonces, ¿qué tan largo está programado que dure este horror? —Una hora y media. Chloe gimió. Las luces se atenuaron y la gente aplaudió educadamente. El hombre con el pañuelo hizo una pequeña introducción. Chloe casi deseaba tener todavía el cómic para mirarlo. Los poetas teóricamente iban en orden de quién firmó primero, pero tendían a dejar que los menos malos fueran al final. Lo que significaba que Amy estaba usualmente de segunda o tercera. Si soy una súper heroína, pensó Chloe ociosamente, definitivamente debería conseguir mejor ropa. Más ceñida. Expansiva. Musculosas y shorts de ciclista. De cualquier forma, ¿dónde mantendría la mujer maravilla sus tampones? Su pie golpeaba ligeramente el suelo; trató de mantenerlo quieto durante las primeras lecturas. Habría dado casi cualquier cosa para ser capaz de escapar. Esperaba que uno de los cigarros de los poetas cayera y prendiera fuego el lugar. —Y ahora, Amy Scotkin, leyendo tres de sus trabajos. —¡Whoo-hoo! —gritó Chloe, ahuecando las manos junto a su boca como si estuviera en un evento deportivo.
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—¡Vamos, Amy! —gritó Paul. Amy se sonrojó. —Mi primera: El cisne nocturno. —Mierda —susurró Chloe con horror—. ¿Está haciendo el “cisne” de nuevo? ¿Los trece versos? —Oye, un poco de apoyo y pensamientos positivos podrían ser bienvenidos aquí —sugirió Paul. He aquí, mi amante yace dormido en una cama doble con sábanas de satén negro en el rincón de nuestro nido sagrado. … Chloe abría y cerraba las manos todo el tiempo, con sus uñas hormigueando. Miró a Paul; él estaba inmóvil, tratando de parecer serio, pensó. Llama, ¡llama! ¡Mi nocturno cisne negro! Llora por el amor que está perdido, los hilos escarlata de vergüenza y de sombra, ese flujo entre mis pechos. … Trece versos y aproximadamente quince minutos más tarde acabó. Había aún dos “especiales” más de Amy, pero el último era nuevo, así que al menos fue un horror inesperado. Y hubo un descanso justo dos poetas después. —Mierda —dijo Chloe mientras ella y Paul iban a la barra después de reordenar—. Creo que se pone más difícil cada vez. —Sí, algunos de esos poetas fueron atroces —concedió él. —¿Y qué con su nueva obra maestra? ¿Qué mierda gótica estaba escuchando cuando lo escribió Íncubo Diurno? —¿No te gustó? Chloe se volteó para mirar a su amigo. —Um… ¿hola? Apestó, Paul. —No creo que fuera tan malo —objetó Paul. —Si te refieres a que no fue peor o mejor que las otras cosas que ha hecho, estoy de acuerdo.
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—¿Por qué te molestaste en venir si solo vas a echarle basura? Él no lo dijo groseramente… no fue un desafío. Casi sonó como una pregunta genuina. —¡Porque es lo que siempre hacemos, Paul! —dijo Chloe, exasperada—. Nos mantenemos tratando de conseguir que deje esta mierda y haga cosas en las que es buena, nos ignora, seguimos viniendo aquí para apoyarla, lee su poesía y nosotros… bueno, nos compadecemos. —Ella es mi novia ahora, Chlo —dijo Paul suavemente. Como si fuera a conmocionarla. Y lo hizo. —Eso no lo cambia todo. O al menos se supone que no. —Chloe giró sobre sus talones y se alejó, ignorando el té que estaba listo en frente de ella. ¿Todos han enloquecido? Parecía como que estaba volviendo a estar en sincronía con Amy, y de repente Paul echó a perder el profundo final, tomando todo el asunto de novio-novia demasiado en serio. Él siempre había sido una persona más difícil de conocer que Amy, algunas veces difícil de leer, pero estas espantosas lecturas solían ser su tiempo de unión. Él solía relajarse. —Oye, buen trabajo —dijo, besando a Amy en la mejilla—. Tengo que irme. —¡Oh! ¡Gracias! —Amy sonrió—. ¡Te veo mañana! Chloe irrumpió en el frío, con las manos cerradas en puños dentro de sus bolsillos de nuevo. No tenía ánimos de correr; sentía una rabia casi incontrolable. Paul siempre había sido un poco reservado y raro con sus novias antes… pero esto era pasarse de la raya. La relación entre él y Amy era la peor cosa que les había pasado a los tres. Y es un poco tu culpa: se juntaron por causa de la caída. Chloe suspiró, parte del enojo saliendo de ella. Abrió sus manos y se dio cuenta que había estado agarrando un arrugado pedazo de papel en su bolsillo. Lo sacó y lo leyó bajo una luz de la calle asumiendo que era un permiso, una nota o algo. Sus ojos se dilataron cuando se dio cuenta lo que en realidad leía.
Chloe: Tu vida está en peligro. Sé cautelosa de la compañía que mantienes. Mantente preparada… y lista para correr. La Orden de la Décima Daga sabe quién eres… Un amigo
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Capítulo 10 L
Corregido por belisrose a gente normal llamaría a la policía. Eso era lo que las personas normales hacían en situaciones como estas con notas extrañas, amenazas de muerte y cosas como esas.
Qué mal que no sea normal. Probablemente solo era una broma, ¿cierto? Chloe había estado aterrorizada en cuarto grado cuando encontró una nota en su casillero diciéndole que sería mejor que “tuviera cuidado”. Y eso había resultado ser la idea de diversión de Laura Midlen. Pero de alguna manera esto parecía menos divertido que aquel incidente. ¿Mi vida está en peligro? ¿Eso significaba que alguien descubrió lo de Xavier? ¿Quizás él estaba tras ella? Aunque eso no tenía sentido: no había tenido intención de herirlo, no valía la pena matarla por eso. ¿Cuál era la compañía que mantenía? ¿Paul? ¿Amy? No había nada extraño o peligroso en ellos… fuera quien fuera el que escribió la nota probablemente se refería a sus nuevos amigos: cualquiera Alyec o Brian. Lo más probable es que fuera Brian, ya que Alyec era un factor conocido, un niño normal de secundaria con raíces en la comunidad. Ella realmente no sabía nada de Brian además de lo que él le había dicho… Luego de nuevo, él podía ser el “amigo” que estaba advirtiéndole. Pero él no había estado en la cafetería, de hecho, Chloe en realidad no conocía a nadie en el Black Rooster excepto de vista. ¿Cuándo fue deslizada la nota en su bolsillo? Quizás ni siquiera fuera para ella. Chequeó las cerraduras de las puertas varias veces antes de ir a dormir, o intentar dormir. Se sentía bastante segura de poder manejar un ataque durante el día por un matón callejero, pero una emboscada nocturna sería otra historia.
El lunes siguiente, en la escuela, Chloe estaba incluso más gruñona y somnolienta de lo usual. Seguía levantando la vista de repente, saltando con los sonidos y viendo cosas con su vista periférica. Todo por lo que probablemente era solo una broma. Tan pronto como tuvo un período libre, fue a la oficina de periódicos. —Hola, Paul —dijo ella yendo directamente hacia el sofá. —Chloe —respondió inquieto. Estaba sentado a la computadora, jugando algún videojuego contrabandeado de colores brillantes.
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—Estoy exhausta. ¿Te importa? —Se arrojó en el sofá. —No. Adelante. —Se paró y jugó con un lápiz por un momento—. Yo… podría haber exagerado el viernes en la noche… ¿estamos bien? —preguntó finalmente. Incluso a través de la espesa neblina de sueño, Chloe sonrió. ¡A Paul realmente le importaba si ella estaba molesta con él! Entonces, de nuevo, tenía el completo derecho de estarlo. Ella levantó su brazo para hacerle el pulgar arriba. —Genial. —Lanzó su mochila sobre su hombro—. Solo cierra la puerta cuando te vayas, ¿está bien? Ya está trabada. Pero Chloe ya estaba dormida.
Se despertó perfecta y precisamente cuarenta y cinco minutos después, casi a tiempo para Educación Física. Lo que era realmente raro porque usualmente una vez que Chloe estaba afuera, estaba muy afuera hasta que alguien la despertaba. La segunda campana sonó y decenas de puertas de las aulas se cerraron, con estudiantes atrapados adentro, siendo forzados a aprender. Ella se estiró, bostezó y se rascó, girando la cabeza y sacudiéndose la rigidez de sus hombros, no se había movido de la posición en que había caído y este no era en realidad el más cómodo de los sofás. Se tambaleó fuera de la sala, haciendo una pausa para recoger la sección de obituarios del diario local tirado allí y recordando asegurar que la puerta estaba cerrada como Paul había dicho. Empezó a ir por el pasillo hacia gimnasia, posiblemente su clase más odiada. Aunque, consideró, quizás podría sorprenderlos con una o dos cosas. Pero probablemente no. La única cosa que todo programa de televisión, libro e historieta siempre había sugerido sobre personas con poderes especiales era nunca revelarse al mundo exterior. En el peor caso podía ser raptada y diseccionada por el gobierno. En el mejor caso el Sr. Parmalee insistiría en que se hiciera una prueba de drogas. —¡Chloe King! Alyec venía por el pasillo vacío. Ella sonrió. —¿Qué estás haciendo en este extremo de la escuela? —Estoy yendo a mi lección de flauta —dijo él un poco avergonzado. Sostenía un pequeño estuche negro—. Siempre he querido aprender, pero no había ni dinero ni oportunidad en Rusia. —Que gracioso, yo te hubiera elegido para un boner16. Sus ojos se ampliaron. 16
Boner: erección en inglés.
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—¿Tromboner17? ¿Sabes? Eso y la trompeta son los que tocan los chicos populares. —Bueno, no soy un chico popular normal. Y de cualquier manera, si soy tan popular, ¿cómo es que no me has pedido vernos desde los leones marinos? —Había una pequeña sonrisa sexy que él estaba escondiendo. Chloe sintió un escalofrío recorrer su cuerpo—. ¿Cómo es Brian? —Él es genial. —Excepto por todo ese asunto de falta de besos y llamadas telefónicas. —¿Oh, sí? Realmente te gusta, ¿no? Creo que estás jugando con algo difícil de conseguir. —Awww, ¿cuál es el problema? ¿Keira no es suficiente para ti? —Nop —respondió sonriendo. Luego se inclinó y la besó—. Solo es una niñita estúpida —susurró en su oreja, cepillándola con sus labios. A pesar de que esas cosas habían quedado lejos, lejos de su mente desde, bueno, desde que su período comenzó, Chloe sintió el deseo que había sentido con Xavier elevarse a través de ella de nuevo. Giró su cabeza por lo que estuvieron mejilla con mejilla, los labios de ella contra su mandíbula. —Deberíamos ir a algún lado —susurró él besando la punta de sus mejillas una y otra vez. —El armario del conserje —respiró Chloe señalando. Ambos se lanzaron hacia ahí. A diferencia de en la televisión, este estaba lleno de material de limpieza real, mopas, baldes y botellas de limpiador, y no había espacio real para ponerse de pie. Lo miraron y después el uno al otro. Chloe rió. A diferencia de la vez con Xavier, esta era traviesa y divertida. Alyec se lanzó contra el fondo del armario, de manera que soportaría la mayor parte de su peso y la atrajo hacia él mientras cerraba la puerta. Todo era muy cercano y cálido. Chloe podía oler todos los aspectos diversos de Alyec: su colonia, el suavizante de telas de su ropa, su pasta de dientes, el champú o gel en su cabello, su piel y su aliento. También Lysol y Sr. Limpio18, pero trató de no pensar en ellos. Él puso sus manos alrededor de su rostro y la besó de lleno en los labios, en la forma que había estado anhelando que Brian hiciera la otra noche. Él no se detuvo, ni siquiera para respirar, ella sentía cada esquina y superficie de su boca contra la de él. La forma en que una chica debería ser besada, fue el último pensamiento coherente de Chloe.
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Tromboner: trombonista en inglés. Marcas de artículos de limpieza.
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Cuando se tambalearon fuera hacia la brillante luz del pasillo más tarde, estaba, afortunadamente, vacío. Alyec tuvo que poner su mano sobre la boca de ella una o dos veces, cuando estuvieron dentro del armario, porque ella estaba riendo y lo hacía reír a él también. Pero nadie había llegado por ahí. Ella salió y se acomodó la camisa. —Eres una niña sexy, Chloe King —dijo Alyec, besándola una última vez en la mejilla—. Fue algo poderoso allí adentro. Ella se sentía muy sexy. Pero… —Bien, y ahora puedes decírselo a todos tus amigos. Cómo finalmente acorralaste a Chloe King y tuviste el mejor momento de tu vida. —Ella sonrió débilmente. Alyec frunció el ceño. —¿Realmente piensas que soy así? Chloe, hablaba en serio sobre Keira. Ella no significa nada para mí. Y no soy un completo idiota. Chloe asintió. Ella lo esperaba, por supuesto. En una competencia de chicos tiernos, Brian lo habría vencido definitivamente. Se puso su bolso al hombro nuevamente y se dio cuenta de que Alyec tenía las manos vacías. —¿Dónde está tu flauta? —preguntó. Miraron de nuevo al armario y vieron el estuche negro sobresaliendo de un balde.
Salirse de gimnasia fue fácil, tan pronto como ella y Alyec se separaron, corrió a la oficina de la enfermera e hizo un gran escándalo sobre que estaba sangrando, que este era su primer período, que estaba acalambrada y que había estado todo el tiempo en el baño. La enfermera fue bruscamente solidaria y prometió hablar con el Sr. Parmalee antes de que fuera oficialmente llenado como un corte. Incluso le recomendó a Chloe que se hiciera un examen ginecológico ASAP19 . Chloe asintió y se fue, cojeando un poco, como si aún estuviera adolorida. Le había enviado un texto a Amy más temprano sobre encontrarse para el almuerzo, en la esquina de la cafetería cerca de los teléfonos públicos. No era un área deseable, pero al menos estarían solas. Planeaba enseñarle la nota. Quizás incluso decirle la verdad sobre… Bueno, ¿sobre qué? ¿Correr realmente rápido? ¿Besar a Alyec en el armario? Como sea. De todas formas, Amy amaba los misterios, había atravesado una etapa completa de Harriet la espía20/Nancy Drew21/Agatha Christie22 que le había durado un poco más de tiempo que a la mayoría de aquellos pequeños niños y niñas, que estaban interesados en ser detectives. Incluso si no tenía idea qué hacer con la nota, al menos sería interesante. Después de todo, tal vez la nota no era para ella. Tal vez fue un error. ASAP: siglas de “As Soon As Posible”, que significa: tan pronto como sea posible. Harriet la espía: personaje de la novela homónima. A sus 11 años de edad, Harriet, es la espía más joven del planeta. 21 Nancy Drew: personaje creado por un escritor estadounidense. Es una detective aficionada, protagonista de varias series de novelas de misterio para niños. 22 Agatha Christie: escritora inglesa especializada en los géneros policíaco y romántico. 19 20
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Chloe levantó la vista y miró alrededor de la cafetería, luego a su reloj. Solo tenían veinte minutos para almorzar hoy, y cinco de ellos ya se habían ido. Amy no le había enviado un texto de vuelta, pero eso no significaba nada. Uno de ellos siempre decía “encuéntrame aquí”, y el otro solo aparecía. Siempre había sido así. A menos que hubiera un problema, esa era la única razón para una respuesta, si una de los dos no podía llegar. Verificó su teléfono. Ningún mensaje. A las 12:35 finalmente se rindió, dándose cuenta que Amy no iba a aparecer. *** Tenía la noche entera para ella misma, en cierto modo un cambio agradable de los eventos recientes. Y en cierto modo no. Chloe hizo algún enderezamiento accidental de su cuarto y leyó un poco de La letra escarlata para la clase. Fue a la computadora y navegó por un rato, descargando MP3s y viendo de qué eran capaces sus celebridades favoritas. Luego, en un capricho, buscó en AIM23 a Alyec Ilychovich… y allí estaba. Bajo Alyec Ilychovich. Seguro tienes mucho que aprender sobre esconder tu verdadera identidad y otras cosas americanas. Chloe sonrió y lo agregó a su lista de amigos. Su cuenta era privada, ¡un chico tan popular!, así que le envió una invitación de oldclothesKing, uno de sus alias más comunes. Luego fue a navegar. Había un e-mail de Brian en su cuenta de Hotmail:
Chloe, Realmente disfrute nuestra cita de juego la otra noche. ¡Pero nunca te di el patrón! ¿Te gusta el ska24? Downtime aloja a Kabaret los sábados, es gratis. No habrá pingüinos, pero debería ser una noche genial25, de todas formas. Si no, quizás tengas otra idea… —Brian 415–555–0554
Sonrió. Él era tan… perfecto. Era casi como si pudiera sentir que ella estaba sola y le envió esto. Le llamó pero atendió la contestadora. “Hola, este es Whit Rezza, si estás buscando a Peter Rezza, puedes ubicarlo en su celular, 415–555–1412. Deje un mensaje, ¡gracias!” —Hola Brian, es Chloe. Me encantaría salir el sábado… no soy una gran fan del ska, pero me gusta lo suficiente. Solo voy a tener que pensar qué decirle a mi mamá primero; no está muy interesada en mí y los chicos. Así que es un posible “sí”, y… AIM: siglas de America-On-Line Instant Messenger, es un servicio de mensajería instantánea. Ska: género de música; fusión entre la música negra estadounidense de los sesenta y ritmos populares jamaiquinos. 25 Juego de palabras, en inglés “genial” y “frío” se escriben igual, por eso habla de los pingüinos. 23 24
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El sonido electrónico de una puerta abriéndose vino de su computadora. Miró; Alyec estaba conectado. Un segundo después hubo un bip de que aceptaba su invitación. —Y te llamaré o te enviaré un e-mail más tarde, ¿sí? ¡Adiós! Tendría que recordar llamar antes de que su madre viniera a casa; en la factura del teléfono de la casa solo aparecería como una llamada local, pero en la factura de su celular se registraba cada número. Y su mamá pasaba la factura muy cuidadosamente cada mes, demandando saber qué números irreconocibles había allí. Ella decía que era por razones económicas… ¡Ja! Chloe giró de vuelta a su silla, por lo que estaba enfrentando la computadora. Ya había un mensaje de Alyec. Alyec: ¿Ya me extrañaste? Sonrió. Chloe: Solo tus labios. El resto de ti… bien, lo que sea. Alyec: ¡Chica superficial! También tengo un cerebro, ¿sabes? Chloe: ¿Sí? Alyec: Y más… Chloe se sonrojó. Había sentido mucho de su cuerpo, totalmente vestido, en el armario. Deseó que fuera verano, así podrían ir a la playa y ella podría frotar aceite por sus anchos hombros. O que pudieran salir como personas normales. Qué mal que yo no sea normal, pensó por segunda vez esta semana. El teléfono sonó. Chloe: Espera, yv26. —Residencia King —respondió. —Hey… uh… Chloe… ¿fuiste tú la que llamó? —La voz de Brian vino del otro extremo—. Mi papá tiene un identificador de llamadas y llama de vuelta con esta cosa. —Sí, era yo. —Aún estaba sonrojada, pensando en Alyec y su cuerpo en el armario, y de pronto se encontró a sí misma pensando en Brian. Más específicamente, en ella encima de Brian, sosteniéndolo abajo mientras lo besaba. Apuesto a que puedo hacer eso con mi nueva fuerza, también… Debía haber oído algo raro en su voz. —¿Estás bien? —Sí, estoy bien. ¿Por qué?
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Ya Vuelvo.
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—Oh. Solo sonabas… no importa. Entonces, ¿aún quieres ese patrón? No, te quiero a ti, cabeza hueca. Hubo un bip desde la computadora. Alyec: Estoy esperando… O a Alyec. También quiero a Alyec. Era gracioso justo en este momento, los dos chicos en dos medios diferentes de comunicación. Pero pronto, si su vida era en algo como en la televisión, o incluso como en la vida real, todo se volvería muy complicado sin una decisión. Pero no todavía. ¡Solo aún no! —Sí. ¿Deberíamos tratar el sábado? —Uh, seguro. Está bien. Quiero decir, ¡es genial! —Hubo una pausa larga—. ¿Chloe? Yo, uh… —¿Sí? —Esperaba oírlo decir que ella era demasiado joven para él, que tenían que terminar, que él no la encontraba atractiva. Contuvo su aliento. Demasiado para mí tomando una decisión. —Uh, nada. Solo que pienso que eres genial, eso es todo. —Oh. —Sonrió—. Gracias. —Sí, entonces llámame por lo del sábado, ¿sí? —Absolutamente. Hubo otro bip desde su computadora. Alyec: Chloe King se cree tan importante que deja a Alyec Ilychovich, uno de los chicos más populares de la clase, colgado en el teléfono. O en la computadora. Como sea. —Está bien, entonces, adiós. Colgó sonando emocionada, complacida y avergonzada. Chloe corrió de vuelta al teclado. Alyec: doopy doo, doopy, doopy doo27… Chloe: ¡Está bien! ¡Está bien! Dios, ¿no puede una chica orinar? Alyec: Apuesto a que estabas hablando con tu otro novio. Chloe se congeló. Ahora sería un buen momento para decir algo. Chloe: Si por hablar te refieres a orinar y por novio te refieres a baño, entonces sí. Alyec: Tu charla sexy me está dejando todo caliente. A menudo es usada la frase “dooby dooby doo” en las conversaciones cuando uno está esperando una respuesta de alguien. Alyec la usa con la P en vez de la B. 27
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Chloe: ¡Ewww! No sabía que estabas en cosas como esa. Alyec: Hey, los extranjeros somos raros. Chloe: Al menos tienes lindos labios. Alyec: Oh, y no conoces siquiera la mitad de lo que pueden hacer. Chloe: ¿Sí? ¿Quieres darme una pista? Alyec: Puedo inflar globos realmente rápido. Chloe: ¿Ahora quién está siendo el bromista? Alyec: ¿Por qué? ¿Qué quieres que haga con mis labios? Se escribieron ida y vuelta furiosamente por varias horas, tomando descansos para conseguir bebidas o más descansos de baño o para mandar mensajes a otras personas. Alyec le contó que Jean Mehala justo estaba preguntándole si tenía algún deseo de unirse al grupo UN28 de penúltimo año. ¡Yo soy el UN de penúltimo año! Y Lotetia lo quería en el comité del baile, lo que podría hacer; la mayor parte de la música en los bailes apestaba. Chloe: Debe ser genial ser tan deseado. Alyec: ¿Sí? ¿Y exactamente cómo quieres ser deseada? Hubo un sonido detrás de Chloe, el más leve carraspeo de una garganta. Saltó y se giró, esperando a un asesino o algo horrible. Era peor. Era su mamá. —¿Con quién estás hablando? —demandó la Sra. King. Estaba usando sus lentes de manejo y por una vez lucía como una verdadera madre. Sus ojos grises se entrecerraron, sujetaba su maletín como un hacha. —¿Cuánto tiempo estuviste parada ahí? —demandó Chloe. —¿Qué fue lo que ustedes dos hicieron en la escuela hoy que fue tan emocionante? — Por la posición de sus labios era obvio que ya tenía bastante idea. ¿Cómo es que Chloe no la había oído? —Nada —dijo Chloe aburridamente. —¿Besarse en el armario del conserje? ¿Durante las clases? —Solo fue en gimnasia. Y además… no es como si me dejaras salir en citas verdaderas. —¡Este es precisamente el por qué! —Su madre golpeó la pantalla violentamente, lo suficiente para hacerla sonar—. ¡Estás castigada, jovencita! ¡Por la próxima semana al menos!
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UN: siglas de United Nations, que significa Naciones Unidas.
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—¡Eso es injusto! —Normalmente Chloe habría estado pensando en cuán gravemente la había jodido allí y haciendo lo que sea que pudiera para compensarlo: mentir, disculparse, terminar la normal pelea adolescente y actuar bien la próxima semana, pero rabia real estaba creciendo en su interior, y se encontró con que no podía pensar—. Todos los demás salen en citas… y yo tengo que mentir y escabullirme, incluso con chicos agradables como Brian… —¿Quién es Brian? —demandó su madre. Sus manos temblaban con rabia. —¿Qué importa? Es totalmente genial, ¡pero tampoco me dejarás salir con él! —Parece que lo estás haciendo bastante bien, andando de puta como… —Se calló de pronto. Chloe solo la miró, con los ojos como brasas. No podía oír; corrientes de sangre y furia se elevaron en ella. Por primera vez desde que era una niña tenía la casi la abrumadora urgencia de golpear a su madre. —Retira. Eso. Ahora. La Sra. King mordió su labio. —Lo… siento. No quería… eso fue demasiado duro. Me disculpo. No debería hablarte así. —Jugó con el martillado arete de plata en su oreja izquierda, tirando de él. —Vas a darme todo el discurso de “cuán duro es ser una madre soltera” ahora, ¿no? —No, yo… —¿Vas a “impedirme” salir cuando esté en la universidad? Jesucristo, mamá, tengo dieciséis. Tengo un trabajo. Tengo buenas notas. ¿De qué libro de psico-pop29 sacaste esa mierda de “no citas”? —¡No fue un libro! —dijo la Sra. King, su voz elevándose de nuevo. Luego se recompuso, repentinamente cansada, toda la energía y la rabia drenadas de su rostro—. Fue la última cosa que tu padre dijo antes de desaparecer. Me hizo prometer que nunca te dejaría tener citas. La mandíbula de Chloe cayó, pero no tenía nada que decir. ¿El hombre que había estado glorificando y extrañando por doce años era el único responsable de esto? —Es pura mierda —gruñó Chloe. Giró en sus talones y se impulsó lejos de su madre. —Chloe, espera… Se apresuró al baño y azotó la puerta. —¡Mierda! —gritó. Cerró el puño, con los dedos escociendo dolorosamente. Los estiró de nuevo para golpear la puerta. Psico-pop: abreviación de psicología popular, se refiere a los conceptos y teorías sobre la vida mental de los humanos y el comportamiento basados en psicología y que atañan a la población en general. 29
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Y entonces se detuvo. Había garras donde sus uñas habían estado. Blancas, afiladas, curvadas y hermosas, justo como las de un gato.
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Capítulo 11 E
Corregido por PrisAlvS
lla se sentó sobre una cerca estilo cadena y contempló la luna. Era sencillo ahora, sentarse así en la planta de sus pies con sus manos apenas tocando en el barandal. Ahora que sabía que era diferente.
“Me hizo prometer que nunca te dejaría tener citas…” ¿Por qué? ¿Él sabía algo? ¿Tenía algo que ver con las garras? Chloe levantó una mano y la miró tratando de sacarlas de nuevo. Dobló sus nudillos. Trató de evocar la rabia que había sentido. ¿Qué fue lo que dijo que me hizo explotar? “Andando de puta como…” Sslt. Con el más leve de los sonidos, las garras salieron. Parecían brotar justo del hueso, fuertes y robustas como una extensión de su mano. No se doblaron cuando las tocó y las puntas eran bastante afiladas. Xavier. Quizás lo había rasguñado con las puntas. Quizás estuvieran envenenadas. Quizás salían cuando estaba tanto excitada como furiosa. ¿Por eso es que papá no quería que tuviera citas? ¿Porque accidentalmente puedo matar personas? Pensó en lo que Brian había dicho en el zoológico. “Incluso las amigables… no conocen su propia fuerza comparada a la de los humanos. Accidentalmente pueden matar a un cuidador mientras tratan de jugar con él…” ¿Qué si hubiera estado cara a cara con su mamá cuando se puso tan furiosa? ¿Habría perdido el control y tratado de golpearla? ¿Habrían salido las garras y habría marcado o asesinado a su madre? Repentinamente sus nuevos poderes ya no se sentían divertidos. Se sentían letales.
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¿Así que no puedo besarme con chicos? Pero Alyec estaba bien… No tenía sentido. Mil misterios, ninguno de los cuales era fácilmente resuelto. Chloe sintió un increíble arrebato de soledad envolverla. ¿Con quién podría hablar? ¿Quién podría ayudarla? ¿Quién podría decirle que todo estaría bien? ¿Cómo puedo siquiera tener un novio? O él tendría que ser muy tolerante y reservado o ella tendría que esconderle cosas constantemente. Se paró en la cerca con facilidad: el truco era no pensar en lo que estaba haciendo y dejar a su cuerpo hacerlo solo, descubrió. El techo de un complejo de apartamentos cercano colgaba justo al alcance. Saltó. El poder absoluto en su cuerpo era fenomenal, mientras sus piernas se flexionaban, se sintió de la forma en que los caballos de carrera parecían sentirse, todos músculos y velocidad, ningún desperdicio de movimiento y carne. Sus poderosos músculos se arquearon con facilidad sobre la canaleta. Aterrizar fue un poco más difícil. Chloe salió despedida hacia adelante al olvidar compensar el impulso. Lanzó un brazo y logró aferrar la base de una vieja antena para evitar rodar fuera del techo. Descansó contra las tejas de brea un momento, jadeando, asustada de moverse, con sus pies colgando. Cuando finalmente se calmó lo suficiente para pensar con claridad, columpió su pierna izquierda hacia arriba y, doblando su rodilla de modo que parecía una rana, se impulsó hacia arriba, hacia la cima del techo y columpió su pierna derecha sobre el otro lado por lo que quedó a horcajadas. No del todo perfecto. Encima de ella las estrellas brillaban fríamente en el oscuro cielo azul. Miró hacia los otros techos. El extraño panorama con tejas y baldosas con hierba, chimeneas y antenas con arbustos y árboles. Como la capa de follaje en un bosque tropical, era un área completa del mundo que nunca antes había notado de verdad. No antes de la Torre Coit, al menos. Y ahora se exponía ante ella. Algunas de las chimeneas realmente eran de aspecto orgánico, como esa tosca… La cual estaba saludándola. Miró con más fuerza. Chloe había tenido una visión más que perfecta desde su cumpleaños, pero desde la noche con el atacante se dio cuenta que podía ver cosas mucho más claramente bajo la tenue luz de la luna y cielo nocturno que lo que realmente debería. Esperó y todo se iluminó, como en el visor de una cámara digital. Podía ver ladrillos individuales y el mortero separándolos.
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La “chimenea” se estiró e irguió como las persona se paran, equilibrándose perfectamente en el pequeño muro que dividía el espacio del techo de un edificio de apartamentos del siguiente. Luego se acuclilló, como una rana (o un gato) y saltó sobre la división hacia el siguiente edificio y él (por la silueta lucía más como un “él”) aterrizó de forma que su mano derecha se posó sobre el techo al mismo tiempo que sus pies, terminando con la misma clase de flexión. Oh, eso es lo que yo debería haber hecho, pensó Chloe ociosamente. Repartir mi peso sobre mis piernas y mis manos así… Luego se dio cuenta. Ese era él. La persona de la nota. Un amigo. Estaba flexionado bastante como un gato con su cadera, brazos y manos entre sus piernas, observándola. Debía estar usando todo negro y su rostro siempre estaba en las sombras. Levantó una mano… pata. ¿Qué estaba esperando ella? Chloe miró a su alrededor. Había otra casa junto a la que ella estaba, alrededor de 3 metros de distancia. Un feo y moderno rancho, como el suyo, con un techo de brea. Empezó a ir hacia ahí y luego se detuvo, asustada. Miró hacia arriba: él aún estaba observándola. Ella tomó un profundo respiro y corrió. Chloe había estado conteniendo el aliento. Lo dejó salir y se dio cuenta que estaba… emocionada. Era como el mejor viaje de caída libre al parque, sin necesidad de maquinaria. Solo ella. Se giró para mirar la figura en las sombras al otro lado de la calle. Él levantó los pulgares e inclinó su cabeza. Luego saltó del techo hacia el otro lado, desapareciendo de la vista. —¡No! —gritó Chloe y miró a su alrededor desesperadamente buscando una forma rápida de llegar allí, pero no había ningún edificio que colgara por encima de las calles, ni árboles que pudiera usar para cruzar. Saltó hacia el suelo —sin pensar esta vez; era como si solo decidiera caer— y se dejó caer junto a la pared, aterrizó sin hacer sonido. Sus manos se aplanaron contra los guijarros del concreto. Corrió por la calle hacia el otro lado del edificio. Una solitaria luz de calle iluminaba tenuemente un vacío estacionamiento con el portón cerrado. Alguien había rociado una colorida y enorme etiqueta en el muro de ladrillo que rodeaba el extremo más alejado. Una botella de plástico rodó por el asfalto, empujada por una brisa invisible. Además de eso, y una cartelera de anuncios de Neumáticos Hankook, no había nada más allí. ¿Qué se supone que haga ahora? Por unos pocos minutos había parecido como si tuviera alguna extraña clase de amigo que podía hacer las mismas cosas que ella…
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y más. Que podría ser capaz de decirle quién era ella, por qué eran así. Qué significaba todo… Ssst. Hubo el más leve de los sonidos de rasguño sobre ella. Chloe miró hacia arriba y lo vio agazapado en la cima de un poste que soportaba un cable de los autobuses eléctricos Muni. Yo podría haber llegado al otro lado de la calle de esa forma sin bajar… pero ¿no es peligroso? Como si estuviera respondiendo su pregunta, él se paró y muy cuidadosamente saltó sobre uno de los cables, de forma que nunca se situó en el poste y en el cable al mismo tiempo. Luego se acuclilló y como que corrió a través de él, usando manos y pies para aferrarse. Saltó hacia la cima de la cartelera. —¿Cómo se supone que llegue allá arriba? Él saltó de la cartelera, dejándose caer con el rostro hacia abajo. Diez nítidas rasgaduras se extendieron en el papel mientras caía, revelando los anuncios más viejos debajo de este. Ella notó que él había usado sus garras. Ella caminó hacia el poste de madera más cercano y trató de aferrarse a él. Nada pasó. Miró de nuevo al hombre de sombras y él cruzó sus brazos impacientemente. Recuerda el salto, se dijo a sí misma. No pienses. Solo hazlo. Saltó hacia arriba y se encontró a sí misma aferrándose. Solo con sus manos y garras. Voy a tener los deltoides más grandes, pensó engreídamente. Cuando levantó su mano derecha para un agarre más arriba, su mano y brazo izquierdos continuaron soportándola; sus garras estaban ancladas profundamente en la madera. Subió deprisa por el poste, usando sus piernas a último momento para saltar sobre los cables y hacia la cima. Chloe se encontró sonriendo incontrolablemente. La libertad de movimiento que tenía ahora, podía ir a cualquier lugar… ¡cualquier lugar! Techos, acantilados, túneles, árboles; todos aquellos lugares fuera del alcance normal para los humanos. Podría esconderse por siempre si quería o correr por el horizonte bajo las estrellas, fuera de las costumbres. Libre. Corrió por el cable en la dirección en que la figura de sombras había ido, pero mucho más rápido y saltó hacia la cartelera para encontrarse con él. Pero tan pronto como ella aterrizó, él despegó hacia el portón, haciendo un salto impresionante para equilibrarse en la barra superior. —¡Oye! —gritó ella riendo. Un extraño olor permaneció detrás de él. Él olía como gasolina, como si se hubiera caído en un charco de esta. Una esencia fácil de seguir.
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Trató de hacer lo mismo que él hizo, pero terminó no del todo haciendo su último salto, cayó en el estacionamiento, atrapada… es decir, si hubiera sido una humana normal. Trepó el portón y saltó sobre él. Yo podría ser un gato ladrón ahora. Él estaba esperándola posado en un buzón. Pero tan pronto como ella recobró el aliento, él se había ido de nuevo, corría y saltaba por una escalera de incendios, luego subió al techo. Oh, quieres jugar, ¿cierto? Chloe despegó después de él. Lo persiguió de techo a techo, de árbol a poste telefónico, ninguno de ellos jamás tocó el suelo hasta que alcanzaron el parque. Normalmente Chloe nunca habría siquiera considerado entrar al Golden Gate después del anochecer, pero obviamente ella ya no era una persona normal. Además, él me protegerá si algo pasa. Chloe se sentía segura de eso. Estaba casi completamente vacío. La luz de las estrellas no era suficiente para iluminar los senderos, árboles y sombras, pero su nueva visión nocturna hacía que todo, incluso la más negra suciedad en las sombras más profundas, brillara como si estuvieran bañadas por la luz de la luna. La acera brillaba como el camino de un cuento de hadas. Eligió ir por césped, el cual estaba un poco crujiente por el frío. Él se detuvo cerca de una banca debajo de un árbol de gingko30. Puso sus manos abajo como si fuera a saltar sobre el árbol pero en vez de eso se enderezó de manera que estaba parándose de manos y luego se dejó caer lentamente hacia el otro lado. Mis brazos no son tan fuertes, fue su primer pensamiento, antes de darse cuenta que ella ya lo había hecho esa noche. Él enganchó sus pies alrededor de una rama baja y luego tiró de sí mismo hacia arriba, al árbol. Chloe corrió hacia adelante, tomó la parte superior de la banca y empujó, esperaba darse la vuelta y caer sobre su cara, brazos y cuerpo contra la banca. Pero enderezó su cadera cuando estaba sobre su cabeza y se encontró a sí misma parándose de manos tan fácilmente como si hubiera sido una artista de circo. De repente hubo un ruido sordo como si todo el peso del mundo descansara en sus pies, sus rodillas se doblaron y aplastaron casi hasta su barbilla. E igual de repentino se había ido. Chloe perdió su equilibrio y se derrumbó en el suelo. Cuando se levantó oyó una risa suave, el primer sonido que él había hecho. Él estaba con los brazos cruzados a varios metros de distancia: él había saltado del árbol y usado las piernas y pies de ella como trampolín. 30
Gingko: es un árbol único en el mundo, también conocido como árbol de los 40 escudos.
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—Gracioso —dijo ella en voz alta. Él se giró y corrió de nuevo. Chloe lo siguió, directo entre los árboles y arbustos, los cuales probablemente habían escondido a miles de atacantes y violadores a lo largo de los años. Él se lanzó de sombra a sombra, algunas veces subió a un árbol, algunas veces sobre un arbusto, aunque siempre manteniéndose fuera de su alcance. Su esencia se estaba desvaneciendo; si lo perdía de vista se acabaría. De repente estaba al otro lado del parque, en frente de la salida. Él no estaba en ningún lugar a la vista y el rastro de olor se había ido. Chloe miró a su alrededor, en los árboles y la acera, para ver si se estaba ocultando en algún lugar, esperando por ella, listo para empujarla de nuevo. Pero después de cinco minutos aún no había señal. —Vamos —llamó lastimeramente—. Por favor. Con la excitación y la emoción de la caza acabada, de repente se sintió perdida. Solo la sencilla y antigua Chloe King de nuevo, sola. Empezó a volver por el camino por el que había venido, el camino más corto a través del parque hacia casa, decepcionada y triste. Entonces vio el roble. Como a un metro y medio de altura, su corteza había sido desgarrada por algo con grandes garras, violenta y profundamente. Y debajo de él, cuidadosamente atrincherado por una única garra, había una cara sonriente.
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Capítulo 12 Corregido por PrisAlvS
C
uando la Sra. Abercrombie les devolvió sus exámenes, Chloe tuvo que recordarse a sí misma: Los poderes de súper-gato no incluyen la habilidad de hacer trigonometría. Había una gran y fea D roja en la parte superior de la página. A una parte de ella ferozmente no le importaba; su vida involucraba otras cosas justo ahora, cosas más importantes, como juegos nocturnos de ocultar y buscar y el hecho de que ella no era como nadie más en la clase. Cosas que descubrir sobre su pasado y qué le pasó realmente a su papá. Pero garras o no, Chloe aún era Chloe, y calculó mentalmente cuánto mejor tendría que hacerlo el resto del periodo de calificación para subir su nota de nuevo a una respetable B. Lanzó un vistazo al papel de Paul y sintió una malvada satisfacción. Él en verdad había estudiado y solo obtuvo una C. Cuando la campana sonó, se levantó y se fue rápidamente, dándole a Paul un rápido “hola” mientras pasaba, pero él ya estaba haciendo una línea recta hacia Amy, que estaba afuera en el pasillo, esperando. Afortunadamente Alyec también estaba allí, esperando a Chloe. —Hola, Mamacita31 —dijo él—. ¿Cómo estás32? —El español unido a Joey de Friends, hablado con un débil acento ruso era ridículo, pero de todas formas su sexy rostro hacía difícil tomar en serio cualquier cosa que él decía. —Hola. —A diferencia de la mayoría de las otras parejas de la segundaria, como Amy y Paul, Chloe y Alyec no se besaban para saludarse después de clases. Ni siquiera eran realmente una “pareja”, lo cual de alguna manera hacía las cosas más sexys. Se pararon cerca sin tocarse, los rostros a centímetros de distancia. —¿Quieres ir afuera del campus a almorzar, quizás? —sugirió. Chloe lo consideró; eso era estrictamente un no-no33, por motivos de detención, pero era un día hermoso. Justo la clase de día para un picnic con un atractivo estudiante ruso. Se los imaginó en una ladera bajo un árbol con una manzana roja o dos, en algún lugar
Frase dicha en español. En el original «How you doing?», frase conocida de la serie Friends, dicha por el personaje Joey Tribbiani. 33 No-no: Algo que está prohibido o es inisible por ser inapropiado o inseguro. 31 32
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entre el Jardín del Edén y algo más saludable, como una recolección de manzanas. Qué pena que no haya lugares así por aquí. —Absolutamente —dijo, decidió que McDonald’s tendría que bastar.
Esta era la cosa más cercana a una cita que ella y Alyec habían tenido alguna vez, se dio cuenta Chloe. Su relación era un poco reservada. Y esta no era ninguna relajante y pastoral ladera: solo un banco afuera de McDonald’s y el aire olía a fritura. —Así que… ¿cómo fue crecer en Rusia? Alyec se encogió de hombros. Fue muy cuidadoso arreglando su hamburguesa con queso, abrió su envoltura y la dobló alrededor del sándwich, de modo que sus dedos nunca la tocaban. Una vez que estaba apropiadamente (y de alguna forma delicadamente, pensó Chloe) ensamblada, como sea, abrió su boca ampliamente y la empujó dentro tanto como posiblemente pudo, como un adolescente normal. —El McDonald’s ahí apesta, —él dijo, a través de una boca llena de carne—. No saben cómo hacer las papas fritas. —Luego hizo una pausa, reflexionando—. Sin embargo, los batidos eran mejores. —¡Hablo en serio, Alyec! —Estoy hablando en serio. De verdad son mejores. Aunque no solo los batidos de leche de McDonald’s. Todos los helados y lácteos. —¿Sí…? ¿Y…? —lo presionó Chloe. —¿Y? Apesta. Nadie tiene dinero, excepto los New Russian34. Ese es el pueblo. Todos los demás… bueno, una película cuesta el salario de un mes para la mayoría de las personas. Y el salario de un mes para muchos es como cincuenta dólares. Mucha gente no come carne todos los días. Así que la gente bebe mucho, ¿sabes? — Sus ojos se entornaron y por solo un segundo Chloe pensó que vio algo más profundo en ellos, algo triste. Pero el momento acabó y él sacudió su cabeza—. A edad temprana, la gente empieza. Apuesto a que podría beber más que esos idiotas del fútbol. Pero no lo haré —agregó importantemente. Equilibró su hamburguesa y sus papas, decidiendo qué atacar luego. Chloe mojó una sola papa en kétchup y la masticó lentamente. —¿Cómo mantienes tu figura femenina? —preguntó ella.
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New Russian: Es un término para designar a la nueva clase rica de la Rusia post-soviética.
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—Sexo —respondió el rápidamente, comenzó a preparar otra hamburguesa. En medio tomó un par de papas con una servilleta y mordió sus cabezas. Luego lanzó el resto en su boca. Todo sin tocarlas. Chloe estaba tentada de preguntar si eso era una cosa rusa o si él solo tenía un desorden obsesivo compulsivo—. No, solo estoy bromeando. Aunque sí como mucho. —¿Cómo era San Petersburgo? —Ja… ¿Leningrado? Bueno, es una ciudad hermosa, para las ciudades rusas al menos, no como San Francisco, por supuesto. —Lanzó su brazo como indicando la más obvia belleza en el mundo, pero ella no sabía si se refería al cielo, a la niebla, al puente, al clima o a qué—. Montones de domos y campanarios. Dorados ahora por el trabajo de restauración. En el verano está luminoso hasta las dos de la mañana y el sol está bajo todo el tiempo, es muy bonito. Pero en realidad, apesta. No podía decir si estaba avergonzado de su pasado, reservado o solo honesto: esa era su vieja vida y ahora había acabado. —Pensaba que era difícil emigrar —dijo ella tratando de que siguiera. —Tenía un tío rico. —¿Es un… New Russian? —Sí, algo como eso. —Miró tristemente las envolturas y platos vacíos. —Enséñame algo ruso —dijo ella inclinándose hacia adelante, mirándolo. —Pazhoust —dijo él, inclinándose hacia adelante, su nariz casi tocando la de ella. —¿Qué significa eso? —susurró ella. —Por favor —dijo él, besándola.
Debería hacer eso todos los días, pensó Chloe mientras esperaba el autobús para ir a casa. Aunque Alyec no se había revelado como un gran pensador o filósofo o… er… alguien con un sexy, misterioso y tortuoso pasad… él era un excelente besador. El resto del día escolar había pasado en un sueño, los colores en realidad sí parecían más brillantes y el futuro más optimista. Y entonces Amy apareció. —¿Quieres salir esta noche? Chloe se tomó un momento para volver a la superficie después de haber sido arrancada rudamente de sus fantasías.
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—Uh, ¿qué? No gracias. En serio tengo que trabajar en mi trigonometría. Estoy en zona de peligro —dijo Chloe fríamente. Amy la miró fijamente por un largo momento, como a un espécimen de museo que estaba tratando de analizar. —¿Cuál es tu problema últimamente? —¿Mi problema? —Chloe sintió una picazón en las puntas de sus dedos mientras su temperamento se alzaba; se encogió de hombros y jugueteó con sus manos hasta que desapareció. Desgarrar la cara de mi amiga. Esa es una buena forma de terminar con una pelea. Especialmente con toda la escuela observando—. ¿Qué hay de ayer? ¿Cuándo te envié un mensaje sobre el almuerzo y tú me ignoraste completamente? —Nunca recibí tu mensaje —negó Amy rápidamente. Pero había una pequeña señal de duda en su voz. —Revisa tu correo —la incitó Chloe —. Vamos. Revísalo. Haciendo cada movimiento ostentoso e impaciente, como si ella no tuviera tiempo para esta clase de tonterías, Amy dramáticamente sacó su teléfono y golpeó los botones. —¿Ves? No hay ningún… oh. —Su rostro cayó—. Ese. —¿Ese? ¡Así que sí lo recibiste! —Iba a responderte —dijo Amy despreocupadamente—. Paul y yo estábamos ocupados. Estábamos… —¿Paul y yo estábamos ocupados? ¿Qué estaban haciendo? ¿Trabajando en el periódico? O… déjame pensar… ¿succionándose la cara? —Tú… —Tú y Paul siempre están haciendo algo. Es como que ustedes dos son una unidad y se han olvidado completamente de todo lo demás. —Oh, así que es eso —dijo Amy, asintiendo—. Estás celosa y solitaria… ¿es por eso que estás andando de puta con idiotas como Alyec? Ahí estaba esa palabra de nuevo. Demonios, uno de mis “novios” ni siquiera me besará. Chloe abrió la boca para de verdad dejar que Amy lo tuviera35. Pero mientras pensaba en los otros aspectos de su vida —sus garras, su misterioso amigo nocturno, Brian—, se dio cuenta cuán ridícula era esta discusión. 35
Forma de decir que empezaría una pelea.
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Había muchas cosas más importantes pasando y Amy la había abandonado desde el día de su caída. Esto no valía la pena. —Como sea. Ahí está mi autobús. —Se giró y se alejó, dejando a Amy con la boca abierta y sin palabras. *** Tenía que hablar con alguien al respecto. Chloe había dado marcha atrás en las discusiones repetidamente, por el bien de su amistad, y Amy aún la trataba como la villana. ¡Ni siquiera podía ver cómo estaba actuando ella! Me encantaría contarte qué está pasando en mi vida, pensaba Chloe amargamente, pero tú realmente no pareces tan interesada. Alyec probablemente le diría que no le hiciera caso, que no era importante. Sin embargo, ella quería preocuparse y refunfuñar; no quería alegrarse y dejar de pensar en ello. Quería resolverlo. Chloe sacó tu teléfono y marcó a Brian. Si solo lo hacía una vez, se imaginó, siempre podría decirle a su mamá que era alguien de quien necesitaba conseguir la tarea o un compañero del grupo de estudio o algo. —Es Brian. —Su respuesta fue tan corta y directa que Chloe casi no reconoció su voz al principio. Era muy profesional sonar cortante, pero no prepotente. —Wow, ¿acabo de ar con Enron36 o algo? —¡Oh, Chloe! No… —Rió, sonando más como él mismo—. Solo estoy esperando que me devuelvan la llamada todos, el zoológico, el departamento de parques, rescate animal… incluso la perrera. —Mala economía —dijo Chloe, en la forma en que había escuchado a su mamá y a las amigas de su mamá hablar de eso. —Tienes toda la razón. —Suspiró—. Así que tú, uh, quieres ese patrón, ¿cierto? Chloe se había olvidado completamente de eso. —No —dijo ella enigmáticamente—, no creo que vaya a necesitarlo más. —Oh. —Sonaba confundido… ¿pero había también alivio en su voz? —Pero aún me gustaría verte de nuevo. —¿Sí? —preguntó cautelosamente. —Sí. —Ella rió—. ¿Quieres ir a algún lado esta noche? 36
Empresa de energía.
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—¿Esta noche? —Hubo una pausa, como si estuviera mirando su reloj o un calendario o algo—. Uh, esta noche no es buena… tengo que enviar un montón más de cartas, currículos, aplicaciones y cosas. Quiero ponerlas en el correo mañana. Las orejas de Chloe hormiguearon. Había algo extraño en la forma que estaba hablando, pausas extrañas; tanto si eran sus nuevos sentidos agudos o solo intuición, tenía la sensación de que le estaba mintiendo. ¿Qué está pasando con él? Suena como si estuviera interesado, pero aún se mantiene como alejándome. Y entonces se le ocurrió. —Tienes una novia, ¿no? —¿Qué? —Dime la verdad. Tienes novia. —¡No! No tengo ninguna novia —dijo con exasperación—. No he tenido una en meses. ¿Por qué? —Solo suenas como… no lo sé… desinteresado con todo el asunto. Él rió suavemente. —Chloe… no era mi intención estarlo. Solo soy un poco obsesivo y meticuloso cuando se trata de establecer metas y horarios para mí mismo. Soy como una rata, ¿sabes? No puedo tener comida hasta que envíe una carta más. —Oh. —Chloe miró a su alrededor avergonzada, pero nadie en el autobús estaba escuchando—. Lo siento. He tenido un día raro. Mi mejor amiga, Amy, y yo tuvimos esta gran pelea… —Algo finalmente se rompió dentro de ella. Chloe tragó, tratando de contener las lágrimas que estaban comenzando. Giró su cara hacia la ventana y se frotó los ojos con los nudillos, tratando de quitarlas. —¿Qué sucedió? —No es gran cosa —susurró, tratando de no sonar como si estuviera llorando—. Es solo que… —Tengo estas nuevas garras, está esta nota que dice que mi vida está en peligro…—. Amy está saliendo con mi otro mejor amigo y ya no tiene tiempo para mí, y ni siquiera se da cuenta lo perra que está siendo. —Se sentía extraño finalmente decirlo en voz alta. Lo había estado pensando por un tiempo, acompañado con toda inseguridad que iba junto a demasiada introspección. Pero ahora sonaba real. E incluso más raro… él le había preguntado qué había sucedido. Él había preguntado qué había pasado entre una chica con la que había tenido solo una cita y su mejor amiga, a quien él nunca había conocido. Y sonaba como si en realidad estuviera interesado. Como si le importara un poco. —Lo siento. Quiero decir, por supuesto que te veré esta noche.
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Chloe sonrió a través de sus esnifadas. —¿Puedes… estás libre ahora? —No quería decirle cuán severa había sido su madre con ella últimamente… sonaba tan de secundaria. Como si fuera una niña pequeña que no tuviera el control de su destino y su vida diaria. Lo cual es verdad, pero es divertido soñar. —Sí… ¿quieres que nos encontremos en ese lugar de café cerca del parque de juegos, al otro lado de Peet’s? —Eso sería genial. Te veo pronto. —Okey, estaré allí. Se bajó en la siguiente parada, llamó a su madre para decirle que tenía que quedarse después de la escuela por ayuda extra con trigonometría.
Veinte minutos más tarde estaba acomodada en una cómoda y desgastada silla vieja, sorbía de una taza con sopa de tomate mientras Brian se sentaba frente a ella, lucía preocupado. Podría acostumbrarme a esto, decidió Chloe. Incluso aunque sus propios amigos eran —habían sido— muy buenos, Brian concentraba su atención en ella de una forma que ella nunca había realmente experimentado antes. El gorro de gatito descansaba en la mesa entre ellos y su cabello, en lugar de ser un cabello plano y grasoso de gorro, sobresalía en despeinados mechones castaño oscuro por los que ella anhelaba pasar sus dedos directamente. Él tenía otro libro esta vez, una colección de historias cortas de Eudora Welty. —Suena estúpido, lo sé —dijo tratando de no esnifar—, pero Amy siempre ha sido la constante en mi vida. Mi papá desaparece, ahí está Amy. Mi mamá se vuelve una completa perra, ahí está Amy. Paul actúa como un idiota conmigo, ahí está Amy. Solo que ella no está ahí ahora, ¿sabes? No puedo confiar en ella. Ya ni siquiera contesta mis mensajes. Y hay… otras cosas en mi vida también, cosas de las que quiero contarle… cosas que definitivamente le habría hablado si las cosas fueran, ya sabes, normales. —¿Qué clase de cosas? Chloe dudó. Estaba ansiosa de decirle a alguien y Brian parecía como la clase de persona que se compadecería una vez que le creyera. Pero era un gran secreto y demasiado pronto. Quizás podría decirle un poco… —Bueno, como que me caí de la Torre Coit —dijo, tan abruptamente como había sido con su madre. Brian la contempló.
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—Quiero decir, ella estuvo ahí y todo, y me llevo al hospital con Paul… —¿Qué quieres decir con que tú “caíste de la Torre Coit”? —demandó Brian. —Quiero decir que caí. —Chloe indicó con sus dedos y el gran molinillo de pimienta, haciendo parecer como que una persona diminuta estaba caminando allí y cayendo. —¿De la cima? ¿Estabas escalando? —Sí, de la cima. No de una escalada. Solo de una ventana. Brian la contempló silenciosamente por otro momento. Chloe comenzó a sentirse un poco incómoda. —¿Y estás… solo… bien? —Bastante bien. —Se encogió de hombros y trató de lucir despreocupada—. Pero escucha, estábamos hablando de mí y Amy. —¿Y no del hecho de que no moriste? —Creo que casi podría haberlo hecho… —reconoció Chloe, haciendo memoria y preguntándose cuánto más revelar—. Estaba en este lugar y todo estaba oscuro y fui como… empujada de vuelta a la vida. Como otra caída, de algún lugar muy alto. —¿Le has contado a alguien sobre esto? —¡De eso es lo que me estoy quejando! —espetó Chloe—. Mira, Amy estuvo ahí, cuando me caí, y nunca tuvimos la oportunidad de hablarlo. Sobre lo que… pasó o pareció pasar. Es un poco raro y personal, ¿sabes? Realmente no quería hablar sobre esto con nadie más. Además, ella cree en lo sobrenatural y esas cosas, así que ya sabes, definitivamente tendría algunas ideas sobre todo el asunto. —Puedo ver por qué estarías reacia a mencionarlo a alguien más… Probablemente no deberías, de hecho —dijo él, tomando un sorbo de café. Era un sencillo Americano. Negro. Sin leche, sin azúcar, sin nada. Chloe lo encontró un poco sexy; era duro y masculino. No conocía a nadie más que lo bebiera así, salvo los doctores en prime time—. Tu amiga no suena muy considerada. —Tomó un respiro y pareció como si estuviera forzándose a sí mismo a volver al tema. —Nunca ha sido realmente… considerada. —Chloe reflexionó sobre ello—. Es introvertida y un poco egocéntrica, pero luego sin avisar hará algo grandioso por ti cuando menos lo esperes. —Como saltarse la escuela para ir a la Torre Coit el día antes de tu cumpleaños. —No pareces estar culpando mucho a Paul por esto o diciendo mucho sobre él —observó Brian.
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—Él es… una clase diferente de “mejor amigo”, creo —dijo Chloe—. Él siempre está alrededor, es alguien con quien puedes ver televisión por horas sin decir una palabra y está bien. O con quien sentarte en las gradas y burlarte de los deportistas. Y algunas veces él se abrirá un poco, como si no tuviera problema en itir que encuentra las cosas hermosas, como el arte, la naturaleza o esas cosas. Pero incluso no habla tanto como solía hacerlo; es mucho más introvertido y difícil. Casi frío. Desde el divorcio… —se dio cuenta débilmente. Brian no dijo nada, solo elevó una ceja, como diciendo: Duh. —Pero también necesito a Amy —dijo ella con un hilo de voz. Brian rió. —Por supuesto que sí. Ella es la que parece no poder ajustarse o hacer tiempo para ti. ¿Has tratado de decirle eso? —Uh, algo así. La cosa emocional y sentimental es difícil cuando ya hay distancia y estás molesto con alguien. —Ella cambió el tema, de repente incómoda—. Entonces, como sea, uh, ¿cómo va la búsqueda de empleo? —Oh. —Se inclinó sobre su café. Sus ojos marrones se entrecerraron y oscurecieron, como si estuviera tratando de recalentarlo con visión de calor. Por solo un momento no lució como el feliz y sensitivo Brian. Lució como alguien completamente diferente, alguien mucho más enojado—. Terriblemente. Y mi papá… mi papá no está haciéndolo más fácil exactamente. —¿Cómo? —Sermones. Cartas. Advertencias sobre mi futuro. —Suspiró—. Él es muy victoriano, hace esa cosa de déspota en la mesa del desayuno. Quiere que haga algo productivo con mi vida. Como entrar al negocio de la familia. —¿Qué es? —Cosas. Muy. Aburridas. Una compañía de seguridad, un imperio corporativo, en realidad, todo desde suministros de guardaespaldas hasta sistemas de alarmas; principalmente cosas corporativas. —¿Guardaespaldas? ¡Eso suena interesante! —Chloe se inclinó hacia adelante. Se imaginó a Brian en alguna Matrix-y, negro y de neopreno, con botas de cuero. Por alguna razón no podía no imaginar el sombrero de gatito, pero el resto de la imagen era extremadamente sexy. —La mayor parte de lo que hace son contratos. El papeleo, negociaciones con grandes clientes, reuniones, análisis de la empresa, despidos… la mierda
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corporativa usual. —Sonrió lánguidamente—. Junto con el Kevlar37, los Tasers38 y las armas. Por lo tanto, mi interés en todo el departamento de peces y juego ha caído; ¿oíste sobre el gato que tuvieron que cazar en L.A? No es lo mío, para nada. De vuelta a las armas de fuego y otras armas. No gracias. —¿Un gato? ¿Armas? —¿No funcionaría una pistola de agua? Se imaginó a un pequeño gatito atigrado contra un escuadrón armado. —Un león de montaña —explicó Brian, riendo. Era como si él pudiera ver exactamente lo que estaba en su mente. Chloe se encontró a sí misma enamorándose un poquito más—. Horrible, realmente. Atacó a un chico que corría solo una noche en las montañas. Él está en una condición realmente grave. —¿Qué estaba haciendo corriendo solo por la noche en el territorio de un león de montaña? —preguntó Chloe maliciosamente. —No era en un parque protegido ni nada. Estaba viviendo en un nuevo complejo de condominios que construyeron cerca del parque y solo estaba corriendo por el vecindario. —¿Así que se supone que los leones deben saber exactamente dónde termina su parque y dónde comienzan las calles públicas y evitar masticar a todas las grandes y jugosas hamburguesas de humano que se pasean por su territorio? ¡¿Así que van a matarlo?! —Su voz se elevó mientras hablaba. —Chloe —dijo Brian, mirando a su alrededor nerviosamente—, casi mata a una persona. —De todas formas, ¿de quién fue la brillante idea de invadir el territorio de un león de montaña con condominios? —demandó Chloe—. Jesucristo, ¿qué pensaron que iba a pasar? —Está bien —concedió él—, no estuvo bien destruir más de su medio ambiente. Pero las casas y los condominios están ahí ahora. No van a mudarse. ¿Cómo vas a evitar que los leones ataquen a las personas? —¿Grandes cercas? ¿Señales que digan, No Corras Solo por la Noche, Idiota? —¿Realmente no sientes nada por el chico que casi fue asesinado? —preguntó Brian tranquilamente. —Por supuesto que sí. —Chloe suspiró—. El pobre idiota no estaba en realidad haciendo nada malo… fuera de comprar un nuevo condominio recientemente construido contra la zona verde, lo cual amerita alguna clase de castigo. ¿Pero cazar y matar al gato es la respuesta correcta? 37 38
Kevlar: Poliamida sintetizada, utilizada en la fabricación de chalecos antibalas. Taser: Armas de electrochoques
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—El problema es que ya no está asustado de los humanos y ahora tiene una probada de su sangre. —Así que tenemos que exterminar todo lo que no esté asustado de nosotros. Bien por nosotros, evolucionamos en monos. —Chloe resopló. —Dije que no quería trabajar para ellos de todas formas —masculló Brian a la defensiva. Sacudió la cabeza, aclarando sus ideas y cambiando el tema—. ¿Qué hay de ti? ¿Qué quieres ser cuando crezcas? Chloe suspiró de nuevo. —No lo sé. Ya he como que descartado diosa del rock y estrella de cine. Realmente me gusta trabajar en Pateena, tontear con la ropa y esas cosas. Ver qué compra la gente y por qué. —Entonces, ¿diseñadora de modas? Ella rió y sacudió la cabeza, enviando su melena en una pulcro estilo alrededor de su cabeza, lo cual sabía que era lindo. —No, esa es Amy. Ella es la estilizada y habilidosa. Siempre hablamos sobre hacer un equipo después de la escuela algún día… uh, cuando ella finalmente renuncie a su sueño de ser poeta. Ella diseñaría la moda y yo istraría la tienda o la compañía: contrataciones, fijos, cuentas… —Sus ojos se ensancharon soñadoramente, luego se entrecerraron—. Es por eso que me molesta que Lania pueda operar la caja registradora. Apesta y yo quiero aprender completamente esa parte. El rostro de Brian estuvo en blanco por un momento. —Oh, ¿esa es la chica que sigue burlándose de la forma en que visto? —Sí. —Chloe bufó—. Buena relación con los clientes, ¿no? —No —coincidió Brian firmemente—. Entonces, ¿vas a conseguir un trabajo en venta al por menor cuando salgas de la escuela? —¿Qué estás loco? —Chloe rió—. Voy a ir a la universidad, cabeza hueca. Mi mamá es abogada. Me mataría de otra forma. Y además… la venta al por menor no es exactamente la mejor forma de realizar tus ambiciones de vida. No creo que el Sr. o la Sra. GAP empezaran soñando detrás de un mostrador a 5,50 la hora. Iré a la universidad y si aún quiero hacer esto, conseguiré mi MBA39, ¿no es eso lo que haces? Brian se encogió de hombros. MBA: Siglas de Master in Business istration, que significa Maestría en istración de Negocios. 39
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—Mi viejo siempre dijo que las MBAs eran escuelas fascinantes para los lentos. Pero él es a la vieja escuela y un poco idiota. Chloe lo miró, dándose cuenta de algo. —¿Eres el primero en tu familia en ir a la universidad? Brian se sonrojó. —No estoy allí aún. Eso es parte del problema. Mi papá está totalmente en contra de eso. Cree que es una pérdida de dinero y que no aprendes nada real. Eres una chica bastante intuitiva, ¿sabías eso? Ella sonrió, pero cuando sostuvo su mirada por un momento, él la apartó. Eso explica los libros… no eran solo para impresionarme. —¿Te sientes un poco mejor? —preguntó él. —Sí —itió Chloe a regañadientes—. Aún no sé qué hacer con Amy, pero al menos ya no estoy loca por eso. Creo… que voy a tener que darle algo de espacio para que finalmente averigüe por sí misma cómo está actuando, incluso aunque es bastante solitario aquí ahora. —No estás completamente sola —dijo él con una sonrisa débil. Ella le había dicho sobre la torre, ¿no? Solo así. Y él no había enloquecido o desconfiado de ella… él solo había escuchado. Chloe no le había dicho a nadie más, ni siquiera a Alyec. Alguien con quien hablar… —Alguna otra experiencia cercana a la muerte, crisis emocionales con mi mejor amiga o peleas con mi mamá y sabré a quién llamar. —Soy tu hombre —dijo Brian, levantándole los pulgares y guiñándole un ojo. Por alguna razón, le dio a Chloe una pausa. El gesto era familiar de alguna forma. —Uh —dijo ella, un poco insegura de qué hacer—. Creo que debería ir yendo antes de que mamá se dé cuenta que me quedado más tiempo después de la escuela. —Sí. —Tosió—. Por supuesto, aunque estoy feliz de que pudiéramos encontrarnos. ¿Lo estás? Chloe no podía estar segura. Él se paró y tiró de la mesa para hacerle más fácil a ella el levantarse con su bolso de libros y su chaqueta, otra cosa completamente de Brian. No lo hizo con alarde o un gesto dramático, no lo hizo con un actitud de “hola, estoy siendo caballeroso”, no se disculpó por lo que podría haber sido interpretado como un
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gesto patriarcal por algunos. Él solo lo hizo. Cortesía sin una orden. Realmente podría llegar a gustarme esto. Excepto por todo el asunto de no aprovechar el momento. ¿Él era tímido? Afuera, Chloe lanzó su bufanda dramáticamente dos veces, qué podía decir, estaba en modo flirteo completo y esperaba que Brian lo notara. Ese era el único proyecto de tejido que había terminado alguna vez, con retazos y chucherías de la caja de costura de su mamá. En tu cara tela fea de retazos. —¿Quieres que nos juntemos de nuevo pronto? —preguntó él, arrastrando sus pies en el frío—. No tenemos que ir al ska. Pensé que si querías podríamos ir a patinar en hielo o algo… —Bésame, idiota —dijo Chloe, consciente del aire de otoño, el crujir de las hojas muertas, la vida en el entorno. Alcanzó su cabeza. Brian la empujó hacia atrás, gentil pero firmemente en sus hombros. —¿Qué? —demandó Chloe, sonrojada y furiosa—. ¿Es porque estoy en secundaria o algo? ¡Eres solo dos años mayor que yo! —No… sí. —Cambió su respuesta, pensaba que era una forma fácil de librarse. Luego suspiró y volvió a la verdad—. No, no es eso. Yo… solo no puedo, Chloe. No ahora. —¿Por qué no? —Pisó fuertemente con el pie, sin importarle cuán niña pequeña lucía. —Me gustas mucho… —empezó él. —Eres gay —interrumpió ella—. No, espera… casado. Es por eso que dijiste no tenías una novia. —No soy gay y no estoy casado. Chloe, en serio me gustas. Yo… —Él estaba a punto de tratar de librarse con un cliché, pero Chloe le dio una mirada de advertencia—. Yo te deseo —susurró—. S-solo no puedo, Chloe- No en este momento. —¿Tiene algo que ver con tu padre? —preguntó—. Porque él no está observando justo ahora, puedo decírtelo. Los hombros de Brian se hundieron y una sombra se cernió sobre su frente. Por primera vez desde que lo había visto, lucía como una persona completamente diferente: obsesionado, conflictuado y más que todo vencido. —¿Así que ahora qué? —preguntó ella, un poco más gentil. Brian suspiró.
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—No lo sé.
Chloe vagó a casa con aire sombrío, demasiado deprimida para correr. Pero mientras pasaba por un familiar parquímetro y un auto, de repente golpeó a Chloe. La noche con la otra persona gato. Él también había levantado los pulgares y girado su cabeza como si estuviera guiñando un ojo.
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Capítulo 13 Corregido por PrisAlvS
C
hloe no tenía mucho tiempo para pensar en su realización inmediatamente; era noche de pizza. Ella y su mamá sí pedían comida para llevar muy a menudo, varias veces a la semana. Pero la pizza era especial y la ordenaban raramente, manteniendo la naturaleza de la ocasión festiva. Una vez mucho tiempo atrás, un año más o menos, Chloe se había vuelto toda madura y responsable por un mes, tratando de hacer la cena para ellas al menos una vez a la semana, pero había sido eliminado gradualmente cuando ella y su mamá comenzaron a pelear por más y más cosas. Probablemente debería empezar a hacer eso de nuevo… Era difícil para Chloe recordar que su mamá era una persona, a menudo exhausta y con sus propios problemas, pero cuando lo hacía estaba genuinamente arrepentida. Y sentía ser una carga tan pesada. Pidieron una grande de pepperoni y la partieron sin menciones de pérdidas, calorías, grasa, ni nada más. Rara vez una rebanada llegaba a un plato—una de ellas la levantaría y la llevaría directo hacia su cara. La televisión no estaba encendida. Todo el asunto era un poco forzado, pero estaban riendo nerviosamente, especialmente cuando su mamá tenía una sonrisa roja de oreja a oreja como de Ronald McDonald en su rostro hecha con salsa de tomate. —¿Estás… bien? —preguntó finalmente la Sra. King cuando las risas disminuyeron. Chloe se removió nerviosamente en su asiento y jugó con una de las cortezas en su plato, las cuales siempre guardaba para el final, como una pequeña pila de pan o palitos chinos40. —Mamá, quiero salir —dijo Chloe tranquilamente—. Con… chicos. O al menos dejar de mentir al respecto.
Es un juego de habilidad física y mental. Una pila de palitos se sostienen todos juntos y luego se liberan sobre una mesa, cayendo en un desorden aleatorio. El juego consiste en ir sacando los palitos individualmente, sin mover más que el que se desea sacar. 40
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Ella la observó, parecía impresionada por el nuevo tono maduro de su hija. —Mira, sé que dijiste que fue como la última cosa que papá te pidió antes de irse, pero… se ha ido —dijo Chloe, señalando los dos sitios vacíos en la mesa—. No ha estado aquí en los últimos doce años. No creo que tenga derecho de dictar mi vida desde el pasado. —Nunca estuve de acuerdo con las opiniones de tu padre sobre tu crianza — dijo su mamá, arrancando otra rebanada con más fuerza de la necesaria—. No coincidimos en nada hasta el final. —Mordió y masticó pensativamente—. Bueno, probablemente tampoco coincidimos en nada desde el principio, pero fue todo oculto por las brumas rosadas del amor joven. Y ambos te amábamos a ti. Chloe no dijo nada, aún contenía el aliento de forma que no interrumpiera el tren de pensamiento de su mamá. —Para el final eras todo lo que teníamos en común. —Su madre suspiró y sonrió tristemente hacia ella—. Y comenzamos a pelear por ti. —Así que, manteniendo la última cosa con la que no estuviste de acuerdo… ¿aún mantenías a papá aquí, de alguna forma? —Ves demasiada televisión durante el día —dijo su mamá irónicamente, pero no lo negó. —Si me amaba tanto, habría sido lindo que se quedara aquí un poco más — murmuró Chloe. Ambas se quedaron en silencio por un par de minutos, masticando. Luego su mamá se sentó derecha y miró a Chloe directo a los ojos, llegando a una decisión. —No puedes seguir saltándote la escuela, cayendo de torres y dejando hospitales y pasando tiempo con chicos sola durante horas escolares. ¿Has visto las noticias recientemente? ¿Sobre esa chica muerta, apuñalada en el callejón? Creen que su atacante la conocía. Es bastante malo allá afuera, pero también me has estado mintiendo. ¿Cómo se supone que sea capaz de confiar en ti? La primera reacción de Chloe fue argumentar que eso no era justo, pero desafortunadamente, su mamá tenía un buen punto. —Está bien —dijo la Sra. King con resolución. Habló en su voz de abogada—. Desde ahora, borrón y cuenta nueva entre nosotras, ¿está bien? Puedes salir y hacer todas las cosas “normales”… y no creas que no hablaré con otros padres para ver exactamente qué es considerado normal. Pero no puedes saltarte más la escuela. Tienes que decirme a dónde vas y cuándo. Y algunas veces, de ahora en
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más, veré cómo te va. No tienes un buen historial, jovencita. —Le frunció el ceño a Chloe—. Quiero ser una parte de tu vida, Chloe, ayudarte y protegerte —Chloe trató de no reír en esa parte, pensando en lo que le había hecho al vago—. ¿Capisce? Chloe asintió. —Entendido. —Bien. —Su madre dio otro gran mordisco a su pizza. —Tuve mi período —dijo Chloe brillantemente. Su madre se atragantó.
En la escuela, al día siguiente, Chloe se encontró a sí misma revisando todo lo que sabía sobre Brian. El sombrero de gatito, cómo sabía tanto sobre leones, cuán preocupado estaba que ella no hablara sobre su supervivencia a la caída con nadie más, como si estuviera asustado de que otras personas descubrieran su secreto. Y los pulgares arriba solo lo aseguraron. ¡Él en verdad debe ser la otra persona gato! No podía creer que no se hubiera dando cuenta antes. Todo tenía sentido, comenzando con su primer encuentro y su instantánea atracción. ¿Pero por qué no solo apareció y le dijo? ¿Y por qué no la besaría? ¿Tenía algo que ver con ser una persona gato? Chloe se sentía segura de que él le diría eventualmente, que todo sería revelado a su debido tiempo. No podía esperar. Brian era todo lo que ella había esperado: alguien con quien hablar y alguien que podría decirle sobre su naturaleza gatuna, que podría enseñarle sobre ella. Aunque besarse también sería lindo, no pudo evitar pensar Chloe. Gradualmente pensó en las partes menos emocionantes de su conversación… Como de verdad, ¿qué sí quería ser cuando creciera? Todas las respuestas que le había dado eran verdad, ¿pero eran correctas? ¿Entrar en la industria de la moda era lo correcto? ¿Debería buscar una causa más alta, una sin fines de lucro, algo para el bien del mundo? ¿Y qué de todos esos sueños de pequeña: bombero, astronauta, presidente? ¿Podría realmente descartar todos ellos? ¿Era demasiado joven para reducir las cosas? En realidad podría ir a hablar con el consejero, decidió. Era el último periodo del día; muchos profesores ya estarían calentando sus autos o teniendo su último descanso para un cigarrillo. Y salvo los de la Sociedad de Honor Nacional —como Paul—, el consejero era definitivamente una fuente escolar no utilizada. Definitivamente estaría libre. Incluso si ella se acobardaba de en verdad hablar con él, podría pasar por todos los panfletos afuera de su oficina. Habían
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parecido un poco patéticos antes, pero algunos de ellos eran puestos por compañías, recordó, y hablaban sobre carreras dentro de ellos. Paul había hablado vagamente sobre ser editor en algún punto, cuando él hubiera renunciado a la industria musical y había tomado un puñado de panfletos. Pasaba por la oficina del periódico y se encontró a sí misma dirigiéndose instintivamente hacia allí —probablemente también porque estaba pensando en Paul— antes de recordar y continuar caminando hacia adelante. No tenía deseos de ver a ninguno de los dos de la pareja del año. Demasiado tarde. La puerta se abrió y Paul salió, un dólar en la mano, probablemente iba hacia la máquina expendedora en la cafetería. —Hola, Chloe —dijo él un poco sorprendido, pero no molesto. —Hola —dijo y dejó de caminar. Pero no dijo más nada, solo se quedó allí, mirándolo, ligeramente aburrida e impaciente. —Oí que tú y Amy pelearon. —Lo dijo con una débil sorpresa, como si fueran otras personas de quienes estuviera hablando, como si fuera un chisme jugoso de la escuela. Parecía casi de prepa, en caquis pero con una esbelta camisa aparentemente costosa, con rayas rojas junto a las costuras y una pequeña insignia de Puma en el fondo. —Um, sí. —Trató de sonar calmada—. Amy estaba molesta porque no quise ir a su casa. Me ignoró cuando le envié un texto sobre el almuerzo y ni siquiera lo leyó. —Oh —dijo Paul cambiando su peso de un pie al otro—. No me contó sobre eso. —Quel surprise41 —murmuró Chloe. —¿Te molesta que estemos juntos? Eso era tan Paul. Cauteloso, cauteloso, silencioso, luego… ¡pum! El pateador directo y emocional. —Es un poco raro —itió Chloe finalmente—. Pero no me molesta tanto como su, y tu, completa desaparición de mi vida. Quiero decir, ella siempre se encierra un poco con sus novios y tú siempre tuviste la cosa de la “novia secreta” en marcha… Pero esto es diferente. No hemos salido desde esa extraña doble cita con Alyec. No quiero tener citas dobles. Solo quiero pasar el rato con ustedes chicos, como solíamos hacerlo. Paul asintió, sin decir nada. 41
Qué sorpresa en francés.
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—Me han pasado muchas cosas recientemente y ella no ha… ninguno de ustedes ha estado alrededor para oírlo. Es como si a ella ya no le importara. —Creo —dijo Paul delicadamente—, que ella podría estar un poco… preocupada por tu elección actual de novios. ¿Cuál? Chloe casi preguntó. —¿Alyec? ¿Qué mierda, hombre? No estaba molesta ni fui mala con ella por Ottavio o ese perdedor, Steve, que trajo un maldito éxtasis a la casa de mi mamá y trató de venderlo en mi fiesta de Halloween. Paul asintió de nuevo, volviéndose más tranquilo mientras ella se volvía más ruidosa. No disintió. —Alyec es completamente caliente, no se da tanta importancia y no lidia con drogas. Mira, como sea —dijo Chloe calmándose. Podía sentir las puntas de sus dedos hormiguear otra vez—. Yo creo que está actuando como una verdadera perra con todo y, francamente, no tengo tiempo para lidiar con su mierda en este momento. Si no va a estar alrededor para escuchar, al menos puede mantener su distancia y callarse la maldita boca. Paul levantó las cejas. El movimiento no afectó al resto de su rostro; parecía un vulcano42 o algo, con mejillas altas e inmóviles y ojos tan oscuros que no podías diferenciar la pupila del iris. —Lamento la vociferación. —Chloe suspiró—. Tengo que irme. —Chloe… —Paul la detuvo—. Lo siento. No me confundas con ella. Ella se suavizó un poco. Sonaba ansioso, genuinamente preocupado. —No lo haré. —Lo besó en la mejilla, recordando entretenidamente cómo había tenido la urgencia de succionar su cara un par de semanas atrás. Tal deseo no se hizo conocer ahora; solo afecto y amistad. La forma en que debería ser. Paul sonrió. —Bien, ¿te veo después? —Era una pregunta, una promesa. Continuó con su camino hacia la cafetería, lo cual fue un alivio; si hubiera regresado a la oficina del periódico, Chloe habría sospechado que iba a llamar o enviarle un texto a Amy. O peor, que ella había estado allí todo el tiempo. Mientras Paul giraba la esquina, Chloe se inclinó hacia adelante y olfateó. No estaba segura exactamente qué estaba buscando con su olfato, si preguntaban, nunca habría sido Vulcanos: especie de humanoides pertenecientes al universo ficticio de Star Trek, originarios del planeta Vulcano. A simple vista, se distinguen físicamente de la especie humana por la forma puntiaguda de sus orejas y cejas. 42
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capaz de describir la esencia de Amy más allá del perfume Anna Sui que algunas veces usaba. Solo asumió que sería algún cálido y vagamente familiar aroma. Pero no había. Solo Paul, su masculino y ligeramente agrio aroma… no estaba mal, solo que probablemente él no había lavado el gel de su cabello desde ayer. Y su piel… imágenes destellaron por su cabeza, pero ninguna de ellas encajó o describió el aroma exactamente. Jabón de marfil, sándalo43; algo reconfortante, profundo y bueno. Oh, y debajo de todo ello, un paquete de Cheetos que debió haber consumido hacía unos minutos. Yo podría ser un sabueso, pensó Chloe con suficiencia. Luego pensó en Paul: él solo comía comida chatarra cuando estaba nervioso. O era trigonometría o era ella y Amy. Continuó hacia la oficina del consejero y comenzó a mirar los panfletos, levantó su labio ante el ejército, CEOR44 y otros militares. Los tomó y a escondidas los volcó en el contenedor de reciclaje. El primo de Paul había sido asesinado en Baghdad, se había unido al ejército porque su padre no lo enviaría a una universidad americana y no quería regresar a Korea. Justo como Brian, excepto que a él no le gustaban las armas. —Señorita King. Usted es la última persona que esperaba ver aquí. Chloe trató de no mirar con burla y sorpresa al Sr. McCaffety. Era bastante un consejero, con caspa visible y unos mocasines realmente feos. —A diferencia de, por ejemplo, ¿los chicos que fuman en el estacionamiento en el almuerzo? —Buen punto —concedió él. Tomó un sorbo de café de una taza que decía El Mejor Papá del Mundo. Una foto borrosa de sus hijas gemelas estaba enmarcada detrás de las palabras, una tenue pista de su humanidad, una vida más allá de estas paredes—. Me refería a que realmente no esperaba que viniera aquí por propia voluntad. Chloe se encogió de hombros, señaló al estante de folletos. —No sé qué hacer. —Con mi vida, mis novios, mi mejor amiga, la amenaza en mi vida… Los ojos del Sr. McCaffety se iluminaron.
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El árbol de sándalo es una especie botánica originaria de la India. CEOR: Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales de Reserva.
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—Bueno, quiero salir de aquí —dijo francamente—, pero ¿por qué no hacemos una cita? —Está bien —dijo Chloe, un poco cautelosamente. Esperaba que nadie más oyera de esto—. Tengo el segundo período libre los lunes, miércoles y viernes… —Genial. ¿Qué tal el viernes? —Uh, está bien, creo. —¿Algo de lo que debería investigar o saber antes de que venga? ¿Investigar? ¿En realidad va a buscar cosas para mí? Chloe se sonrojó. —Estoy un poco interesada en la industria de la moda… —Ah. ¿Diseño o corporación? —Corporación. —Esto era realmente raro. Él la estaba tomando en serio. Lo que quería hacer con su vida, en serio. Como si no fuera una soñadora pequeña de dieciséis años con delirios de grandeza. —¡Excelente! Bien, veremos qué podemos encontrar. La veré el viernes, entonces. —Sí, seguro —afirmó Chloe aturdida.
—Hola. —Alyec la alcanzó cuando ella estaba a punto de abordar el autobús hacia Inner Sunset—. ¿Quieres acompañarme al otro lado de la calle? Tengo que ir a la tienda de cómic. Podemos pasar el rato. Miércoles es día de cómic. ¿Alyec lee cómic? Chloe no pudo evitar notar que cada nuevo detalle sobre la personalidad y la vida del chico revelaba que era… bueno, más como un chico. Si no fuera por el acento y la apariencia, él podría bien haber sido un Alex habiendo crecido en el Valle o Idaho o algo. —Tengo que trabajar hoy —respondió, miró su reloj y trató de no sonreír—. Si está de camino y nos tardaremos menos de media hora, puedo caminar contigo. —Oh, los tienen empaquetados y listos en el mostrador para mí —dijo Alyec fácilmente. No lucía como un lector de historietas, como los pálidos chicos y chicas que ya estaban apresurándose juntos, en un grupo protector, fuera de la escuela. Paul era uno de ellos, distinguible por el tono de su piel ligeramente más saludable. Él la saludó con la mano mientras el grupo pasaba por ahí. Todos iban riendo, discutiendo y citando ruidosamente películas, libros y shows de televisión. Chloe sintió una rápida punzada de tristeza mientras los observaba irse. Eran un pequeño clan donde todos era aceptados; si alguien estaba actuando como una
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perra (como, por ejemplo, Amy) había al menos cinco más con quien uno podía consolarse. Además probablemente pensarían que mis garras eran muy geniales. —Yo sería su diosa —reflexionó en voz alta. —Tu serías la diosa de cualquiera —dijo Alyec sin realmente escuchar—. Vamos. Quiero superar a la multitud. —La tomó de la mano y la guió. Estaba usando un suéter marrón con cuello de tortuga, jeans con el ajuste exacto y zapatos de cuero de aspecto europeo, lucía exactamente como un modelo o un dios de los pucheros escuchando la música más genial en un anuncio de Virgin45. —¿Alguno de los otros chicos populares sabe que haces esto? —Lo aceptan. —Se encogió de hombros—. Tú y tus amigos hablan mucho de los “populares” —agregó, pero no hizo un comentario o una conclusión. Chloe esperó afuera de la tienda, menos por vergüenza que por claustrofobia; el pequeño negocio estaba lleno de gente. Además se sentía un poco extraña: aquí estaba, una persona real con habilidades raras reales. Le preocupaba que los lectores de historietas pudieran oler o decir que ella era diferente. —Ach —dijo Alyec, emergiendo—. Superman luce como que apesta totalmente esta semana. Gracias al cielo por El Castigador. —Bueno, eso es lo que obtienes por leer cosas de niños —dijo Paul, saliendo de la puerta detrás de él. Para sorpresa de Chloe, Alyec no se molestó. —Sí, lo sé. —Suspiró—. Pero ya sabes, Superman es un símbolo de América, así que cuando estaba en Rusia, él solía significar todo para mí. Música rock. Televisión. Dinero. —¿No quieres decir verdad, justicia y la vida americana46? —preguntó Paul, con una tenue sonrisa en sus labios. —Sí, como sea. La misma cosa. —Chloe miró de uno al otro, su mejor amigo y su novio, que eran realmente tan diferentes como el sol y Plutón, hablando fácilmente. —Creo que el ser friki es el gran nivelador —observó ella. —No has visto nada aún —respondió Paul sonriendo—. Solo espera a una convención. Bien, tengo que irme… —Titubeó. A recoger a Amy, se dio cuenta Chloe—. A recoger a Amy —dijo finalmente determinado a mantener las cosas normales entre todos. Chloe estaba complacida; al menos los dos aún podían comunicarse. El Grupo Virgin es un conjunto de empresas vinculadas a varios sectores de la sociedad de consumo. Su actividad se inició en el mundo de la música. 46 The American Way: expresión que se refiere al estilo de vida que viven en Estados Unidos. Truth, justice and the american way. Superman pelea por esos ideales, según lo dicho en el comic. 45
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—Vamos. —Chloe arrastró a Alyec, quien había comenzado a hojear su bolsa marrón de papel de golosinas—. Te compraré unas papas. —Se animó y fue con ella. Como muchos de los chicos populares, nunca parecía tener un bolso de libros, una mochila o algo, ni siquiera una de esas bolsas de mensajero. Chloe se preguntó dónde ponían todas sus cosas. Se detuvieron en el McDonald’s a una cuadra de Pateena y ella mantuvo su palabra, aunque no lo dejaría comer nada que ella no sostuviera en sus labios. —Eso no es justo —dijo Alyec mordiendo una y besándola—. Te quedas con la mitad. Ella metió un dedo en el kétchup y lo lamió sugestivamente. —Oye, ¿te estás quejando? —No. —La besó de nuevo, sin una papa para atraerlo. Chloe se detuvo, sintiendo a alguien observándola. Había una pisada detenida, un aroma familiar… Brian, se dio cuenta. Se paró al otro lado de la calle, los contemplaba. El dolor estaba claramente pintado en su rostro. —Espera un segundo —le dijo a Alyec, que cómodamente agarró las papas y comenzó a lanzarlas por su garganta tan rápido como pudo. Corrió por la calle. —¿Qué está pasando? —preguntó Brian pasionalmente señalando a Alyec. Una vez más, estaba todo de negro y sus ojos estaban fundidos y centrados. —¿A qué te refieres? —¿Con él? ¿Qué estás haciendo? ¿Con él? —Trató de mantenerse calmado, pero su voz se volvió más y más alta. —Brian, dijiste que no podías… —Se estremeció ante sus palabras clínicas y maduras—… comprometerte conmigo en una relación física. Él la observó, sin comprender. —¡No me besarás! —dijo finalmente exasperada—. ¿Qué eres? ¿Un amigo? Entonces no deberías enojarte conmigo por salir con alguien. ¿Un novio? —Dejó caer la última palabra, sin necesidad de agregar nada después de ella. —No me di cuenta que era tan importante para ti… —comenzó él altivamente.
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—No me des esa mierda —replicó Chloe con enojo—. Es el siglo veintiuno, soy una chica de dieciséis años, ¡y querer despedir a mi novio con un beso de buenas noches no es raro ni cachondo! Brian dejó colgar su cabeza. —Me gustas —dijo ella suspirando—. Realmente me gustas. Pero te pregunté antes… ¿ahora qué? ¿Qué quieres que seamos? Brian sacudió su cabeza y se alejó, con los ojos vidriosos. Chloe lo observó tristemente pero no lo siguió. Alyec vagó hacia ella, pareciendo no importarle el incidente. Estaba usando la última papa para palear el último resto de kétchup. —¿Quién es ese, otro novio? —preguntó él despreocupadamente. —Uh, algo así —dijo Chloe tomada por sorpresa por su honestidad. —No has hecho nada con él. —Era una afirmación, no una pregunta. —¿Sí? ¿Cómo lo sabes? —Aún está vivo. —Alyec le sonrió—. Acabarías con un chico como ese y lo escupirías de vuelta cuando hubieras terminado. Chloe sonrió débilmente como respuesta.
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Capítulo 14 Corregido por *Celesmg*
C
hloe se pasó la tarde entera en Pateena yendo una y otra vez sobre su conversación con Brian. Creyó que había sido extremadamente madura y que lo había manejado sorprendentemente bien, diciendo todas las cosas correctas por una vez. Pero aún había sido desagradable y horrible, y había terminado mal.
Marisol notó su tristeza. —Oye, ¿cuál es el problema? Normalmente tienes estas cosas ordenadas en la primera hora —dijo señalando una pila de blusas. —¿Recuerdas cuando no tenía a nadie y me dijiste que consiguiera a alguien? — preguntó Chloe, sonriendo irónicamente. —¿Sí? —Ahora tengo dos. Uno vagamente me toca y el otro… bueno, no es exactamente el Sr. Hombre Sensible Científico de Cohetes. Marisol silbó. —Ah, las tragedias y problemas de la secundaria. Dos novios. Mi Dios. Bien, te diré qué: si consigues ordenar esto en los próximos veinte minutos, te compraré un café para aliviar tu mente afligida. Chloe no pudo evitar sonreír; su jefa tenía razón. De una perspectiva objetiva, Chloe se estaba quejando de tener un exceso de cosas buenas, demasiadas opciones. Qué pena que no pueda combinarlos. Tendré a un idiota castrado o a un Sr. Correcto sexy como el infierno. Sin embargo, eso no hacía la forma en la que Brian se sintió menos horrible. Pero si él no quería verla con otro chico, ¿por qué no dijo o hizo nada? ¿Se estaba volviendo demasiado dura? ¿Esta Chloe nueva, segura y sexy, era demasiado para él? ¿Brian sentía que él tenía que hacer el próximo movimiento? Y aún más importante, ¿Chloe se preocupaba lo suficiente por él como para adaptarse a él? Por un lado, solo habían tenido dos citas. Por otro lado, realmente le gustaba. Quizás tenía algo que ver con que él era otra persona gato…
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El café que Marisol le compró aceleró sus pensamientos pero no hizo que la tarde pasara más rápido. Tampoco lo hizo “Torn between two lovers47”, que de alguna manera se reprodujo en los altavoces al menos tres veces en el curso de la tarde. Era raro cuántos clientes podían realmente silbarla o cantar junto con ella. Finalmente el sol comenzó a descender y fue hora de cerrar la tienda. Chloe llamó a su mamá y le hizo saber que iría directo a casa después de ayudar a Marisol con el portón. La Sra. King le agradeció por hacerle saber y dijo que estaría en casa un poco más tarde, iban a llevar a festejar a una de las otras abogadas que se acababa de enterar que estaba embarazada. Chloe no sintió que fuera necesario mencionar específicamente el haber comido papas con Alyec; había sido oficialmente en el camino de la escuela al trabajo, más un desvío que un destino. Chloe rechazó categóricamente el dinero ofrecido para un taxi de Marisol, argumentando que solo iría por la calle hasta el almacén a esperar que su mamá la recogiera. Tan pronto como Marisol estuvo con seguridad fuera de su línea de visión, Chloe se subió de un salto a una banca, luego a un árbol y luego a un techo, determinada a lograr llegar lo más cercano a casa como pudiera, sin bajar. ¡Uno!, contó ella, haciendo un salto corriendo hacia el techo de un lindo condominio adjunto. Estuvo bien, para alrededor de 30 metros. ¡Dos! Saltó por un costado hacia otra casa, que era mucho más pequeña y estaba más debajo de lo que esperaba, causando que rodara para detener el impacto y evitar que sus piernas se rompieran. Sin embargo, saltó al final, haciendo un aterrizaje al estilo olímpico… excepto por la flexión, al estilo gato, de aspecto en cuatro patas. ¡Tres! Con apenas una pausa, saltó directo al garaje de la próxima casa… … cuando sintió una punzada en su pierna izquierda y sintió que algo se rasgaba. Se lanzó hacia adelante, pero el instinto tomó el mando y meció su pierna mientras caía, perdiendo el techo completamente y aterrizando en la acera. Miró hacia abajo y vio ríos de sangre derramándose junto a su piel hacia el suelo y un frío y afilado objeto de metal con la punta enterrada en su carne. Lo extrajo, mordiendo su labio por el dolor, y lo sostuvo en alto a la luz de la luna. Una estrella que se lanza, se dio cuenta con incredulidad. Como en las películas ninjas. Esta tenía diez puntas, cinco largas, una de las cuales estaba cubierta de sangre y pedacitos de piel, y cinco más pequeñas entre estas, ya sea por decoración o para ayudar a girar. Había algo escrito en ella, pero antes de que pudiera echarle un buen vistazo, Chloe oyó un débil zumbido. Dejó caer su cabeza al suelo, contra sus brazos, si hubiera tenido orejas como un gato, Chloe las habría aplanado. Otra
Torn between two lovers: canción de Mary MacGregor. Se trata de una ironía, porque la traducción del título sería: “Dividida entre dos amantes”. 47
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shuriken48 pasó volando y se incrustó en un neumático. Sssssssht salió el aire mientras se desinflaba lentamente. Chloe saltó, hizo una voltereta en el aire y aterrizó encima del auto. —Excelentes movimientos —dijo una voz desde las sombras—. Puedo ver que alguien te ha estado entrenando finalmente. —¿Quién eres? ¡Sal! —La luz de la calle resplandeció en los guijarros de vidrio y metal en la calle. Todas las casas estaban oscuras o las cortinas cerradas tan fuertemente que bien podrían haber estado vacías. Hoyos que podrían haber tenido una vez árboles y arbustos en ellos, fueron llenados con latas de cerveza y viejos juguetes. Esta era, como su madre diría, una zona mala. Una figura se escondía detrás de un auto muy oxidado y viejo, probablemente podría solo haber arrancado la calzada que estaba trabada en su neumático delantero derecho. Una briza se movió y Chloe la olfateó; esta no era la persona gato de la otra noche. Por alguna razón se estremeció. ¿Qué estaba pasando? Hubo otro zumbido casi silencioso. Chloe se agachó justo a tiempo para evitar otra estrella ninja, esta apuntaba a su cuello. Se preguntó frenéticamente cuántas tenía él y se giró para correr. Luego se dio cuenta de algo: está usando armas que tiene que lanzar… Solo estaré en peligro mientras esté lejos de él… Chloe se dio la vuelta y corrió por la parte superior de los autos hacia él. Saltó hacia donde pensó que se estaba escondiendo, aullando y gritando para asustarlo y hacerlo salir. Funcionó: él se lanzó fuera del camino y hacia la calle. —Bien hecho. La luz de la calle reveló que era alto y delgado, con músculos tensamente marcados en sus piernas y brazos. Usaba un atuendo oscuro, casi militar con un gran cinturón para armas y una holgada chaqueta de cuero oscura, para blindaje. Su cabello era tan rubio que era casi blanco, tirado hacia atrás en una cola de caballo. Sus ojos eran de un azul confuso. Era difícil determinar su edad, pero una cosa era segura: no lucía enteramente cuerdo. Sus pupilas eran negras cabezas de alfileres, especialmente extrañas, considerando cuán oscuro estaba. Sacó una daga y se flexionó un poco, un luchador callejero. Como del juego Street Fighter49. Esto es una locura, pensó Chloe. Nadie actúa así. Pero era obvio que el hombre iba en serio, y tendría que ser tratado con seriedad. 48 49
Estrella ninja. Videojuego de peleas callejeras.
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Estaba esperando que ella atacara. Alguien lanzó una lata por la ventana; esta golpeó el suelo antes de rodar hasta la alcantarilla. —¿Puedo… ayudarte? —preguntó ella, insegura de si correr o continuar el diálogo. —¿Cuál es el problema? ¿No tienes urgencia en pelear? ¿El antiguo instinto no se ha despertado en ti aún? —se burló el hombre. —Como que había planeado una taza de chocolate e ir a la cama temprano, en realidad. —Caminó en círculos cuidadosamente, manteniendo un árbol entre ellos. —Casi suenas humana. —Con un amague de su mano izquierda le lanzó la daga con su derecha. Chloe saltó, pero desgarró su hombro mientras pasaba. Tenía dos dagas ahora, una en cada mano. —¿Dónde guardas todas esas cosas? —demandó Chloe tocando su hombro. Correr ahora definitivamente significaría su muerte: por dos rápidas cuchillas, una en el cuello y otra en la espalda. —Veo que nadie te ha advertido apropiadamente sobre mí —dijo él casi decepcionado. —No, nadie me habló de un psicópata lunático portador de un cuchillo… — Luego recordó. Tu vida está en peligro. Sé cautelosa de la compañía que mantienes. Mantente preparada… y lista para correr. La Orden de la Décima Daga sabe quién eres… ¿La Orden de la Décima Daga? Pensó sobre la shuriken. Quizá significa que solo tiene diez dagas. De alguna forma, Chloe pensó que no era eso. No habría estado sorprendida si tuviera un tanque escondido en algún lugar de su cuerpo. —Una lástima. Deberías conocer a tu verdugo. Chloe se estremeció de nuevo; sintió el vello de sus brazos y hombros erizarse. Incluso si estaba loco, aún hablaba en serio. —Mi verdugo probablemente sean todas las grasas trans de las Oreos y esas cosas —contrarrestó Chloe. Él va a atacar… ¡va a atacar! En cualquier momento… —Id tibi facio —susurró él y se abalanzó. Chloe saltó a un lado, una décima de segundo demasiado tarde: una vez más él la cortó, pero superficialmente esta vez. No se movía como el indigente de la otra noche; él era rápido y estaba bien entrenado… un luchador profesional. Un asesino, se corrigió Chloe. Él quería asesinarla. Saltó de nuevo mientras él bajaba una daga sobre ella, y se dio cuenta que no tenía tiempo de pensar, solo de reaccionar.
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Su pierna izquierda palpitó. Aún estaba sangrando. Él fue a su barriga con un golpe fuerte; ella saltó y se aferró la rama de un árbol, transportando su torso fuera del camino. Él giró, manteniendo el impulso para golpearla mientras caía de vuelta al suelo, pero ella se enroscó en una bola para evitarlo. Sus tacones rechinaron contra la acera. Cuando daba un paso atrás, él daba un paso hacia ella; cuando ella saltaba a un lado, él estaba allí con su daga. Tengo que atacarlo. Se agachó mientras él daba una fuerte estocada al aire sobre su cabeza. Cuando se levantó, sacó sus garras y rasgó la parte de su ingle. Chocaron con algo metálico. Él rió. Tuvo que rodar rápidamente fuera del camino cuando él lanzó una daga hacia ella. Chloe vio saltar pequeñas chispas azules mientras esta rebotaba contra el pavimento con increíble fuerza. Ella disparó un pie, pateándolo prolijamente en la pantorrilla. Hizo suficiente impacto como para darle un poco de esperanza. Pelea, más cerca, le dijeron sus instintos. Estaba aterrorizada, pero obedeció. Chloe esperó hasta el último momento y luego saltó hacia adelante, cerrando la distancia entre ellos, trató de golpearlo en el rostro con sus garras. Incluso si consigues el más pequeño trozo de carne u ojo, recordó decir a su entrenador de defensa personal, el dolor será lo suficientemente grande para distraer. Aunque solo si golpeas… el brazo de él se levantó inmediatamente y su muñeca la bloqueó. Chloe levantó su rodilla a su ingle de nuevo, planeando empujar realmente fuerte, imaginando que, incluso si usaba algún tipo de antiguo suspensorio metálico o cinturón de calidad o lo que fuere, al menos dolería un poco cuando se enterrara en su carne. Sin embargo, a último minuto, ella saltó y bajó su pie hacia su suspensorio y también el otro pie, empujando con toda su fuerza. De la manera en que un gato destripa. Fue recompensada con la primera respuesta real de su atacante: él gruñó y contuvo su aliento. Luego disparó sus puños, uno después del otro, tratando de cortarla antes de que ella se alejara de él. Desgarró justo debajo de su camisa y a través de la correa de su sujetador, extrayendo sangre debajo de ella, en la parte suave de su hombro. Voy a perder esta pelea, se dio cuenta Chloe con el estómago enfriándose. Él parecía ser capaz de predecir todos sus movimientos; aunque si no hubiera sido por los ejercicios que la persona gato le había hecho pasar la otra noche, no habría sobrevivido tanto tiempo. Habría estado tendida en la acera, con la sangre corriendo por su garganta. —Ríndete, blasfemia de la naturaleza —gruñó él—. ¡Demonio!
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Mientras sus rápidas cuchillas se acercaban, ella lo atacó de nuevo, golpeándolo con sus garras y siseando. Él lo estaba esperando, aparentemente, y le dio un rodillazo en el estómago. Chloe cayó hacia adelante, incapaz de respirar. Está tratando de provocar mis reacciones instintivas; tan pronto como dejo de pensar y solo reacciono, sabe cómo atacarme. Cuando ella peleaba, él podía vencerla. Era un buen luchador… Esto le dio el más pequeño resquicio de esperanza. Lentamente se levantó y lo enfrentó. —Entonces, ¿no te asusto? —preguntó ella. Mantén el diálogo. —Tu clase no me asusta —dijo él con sorna—. Solo me dan asco. Chloe dio un rápido vistazo sobre el hombro de él, hacia la calle. —¿Los policías te asustan? Sus ojos se ampliaron y se giró. Chloe no había creído que en realidad lo haría. Antes de que él se diera cuenta que no había ningún policía realmente viniendo, ella lo pateó tan fuerte como pudo en el estómago con la parte plana de su talón. Se giró y dio una voltereta hacia atrás, poniéndose al menos a dos metros y medio de distancia de él. Luego corrió, sin mirar atrás y poniendo todo su esfuerzo en volar, satisfecha con el pesado y sordo sonido del cuerpo de él golpeando el suelo.
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Capítulo 15 Corregido por belisrose
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omó caminos aleatorios a casa, algunas veces volviendo sobre sus pasos y retractándose por varias cuadras, algunas veces corriendo en círculos. Consideró encontrar un cuerpo de agua por el que correr y esconder su aroma, antes de recordar que ella era el animal; su atacante obviamente se había jactado de ser un humano normal. A menos que sea un perro, meditó Chloe. ¿Quién era para decir que, en un mundo donde una chica podía tener garras, un chico no podía tener un hocico y afición por los huesos? Le emoción de la pelea la empujaba; parte de ella quería volver y terminarla. Enfrentar a la muerte. Pero siguió corriendo. Cuando finalmente sintió que estaba segura, después de detenerse por un largo rato en lugares públicos como tiendas de abarrotes y concurridas estaciones de Muni50, queriendo ver si él reaparecía, fue a casa, cuidadosamente bloqueando las puertas detrás de ella. Esperó en la cocina, escuchando. Después de un rato, la adrenalina en su sangre finalmente aminoró. Chloe comenzó a estar asustada. Solo porque había tomado un camino laberíntico a casa, no significaba que él no podría encontrarla. Obviamente sabía quién y qué era ella, ¿cuán difícil sería descubrir dónde vivía? Y aún más importante, ¿cómo sabía lo que era? Podría estar viniendo por mí, ahora. Repentinamente estuvo aterrorizada. Una cosa era correr libre por las calles, entre casa, a la intemperie, hacia una estación de policía o lugares públicos, si tenía qué. Pero ahora estaba atrapada. Las ventanas miraban a una negra noche, manchada con fuentes de luz de las otras casas y las luces de la calle, que de alguna manera solo hacían que la noche pareciera más oscura, más apropiada para esconder monstruos, villanos, psicópatas. Chloe nunca había creído realmente en ellos antes, en la gente que viene por ti sin ninguna razón, desde afuera, a tu casa;
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Término con el que se conoce al Ferrocarril municipal de San Francisco.
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esas eran cosas de las películas de terror y leyendas urbanas. Ahora sabía más. Era real. Chloe prendió las luces, pero las esquinas aún lucían oscuras y traicioneras. Quería poner música o prender la televisión, pero estaba asustada de no oírlo escabullirse. Se sentó en el sofá, paralizada, segura de que el momento siguiente iba a traerlo a golpear en su casa con un gran estruendo. Solo hasta que mamá llegue a casa, se dijo a sí misma. Debería estar aquí en cualquier momento. Solo mantente en calma hasta que llegue a casa. El pensamiento la tranquilizó. Y luego recordó la pelea, la desquiciada y fría mirada en sus ojos, las formas en que la había llamado. ¿Qué antiguo e infantil hábito le hacía creer que mami podría protegerla? Ella ni siquiera tenía la velocidad o las garras de su hija. Un segundo pensamiento, más terrible que este, vino: Si él viene aquí, es mi culpa. No solo su madre no podría protegerla, sino que Chloe lo habría guiado directamente a su casa, si no era ahora sería más tarde… y si su mamá resultaba herida, sería por culpa de Chloe… ¿Qué más puedo hacer? Alcanzó el teléfono. Quizás este tipo sabía su secreto, pero aún era un violento tipo raro y ella tenía los rasguños y los moretones para probarlo. Podía describírselo perfectamente a la policía y dejar que ellos se ocuparan. Si su atacante despotricaba sobre que Chloe era alguna clase de “blasfemia” y mencionaba sus garras, especialmente si mencionaba sus garras, ellos decidirían que era un loco, del cual ella y el resto de la sociedad debían ser protegidos. Ella marcó el 9–1… ¿Y qué sobre Xavier? Se detuvo. ¿Lo que sea que le pasó a Xavier? ¿Qué si había muerto? No todas las muertes aparecen en los obituarios. Su ADN estaba sobre sus labios, su espalda y su camisa. Sus huellas digitales en su picaporte y teléfono. Si había una investigación al menos sería interrogada, probablemente como principal sospechosa. ¿Qué si la examinaban? ¿Miraban sus garras, chequeaban las puntas de sus dedos, sometían sus dedos a rayos-x?
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Se maldijo a sí misma por no hacer un seguimiento de él, ver qué había pasado. Si no había muerto, la gente en el hospital lo habría interrogado… —Sí, estaba esta chica que conocí en el club; fue la última persona que toqué antes de enfermarme… —María Tifoidea51. Rasguños y furúnculos por toda su espalda, en donde ella lo había arañado. Donde sus garras habrían estado, si lo hubiera sabido. Ella habría sido un interesante sujeto de investigación… Bajó el teléfono de nuevo. Tengo un secreto. No sonaba bonito, como un enamoramiento, revista o chisme jugoso de secundaria. Las garras, los sentidos expandidos, la velocidad, la libertad, la noche, no se había dado cuenta que venían con un precio. Como la vez que había dado una pitada a una pipa de vidrio, cuando las risas habían acabado y se dio cuenta que había hecho algo ilegal, que si ellos querían, cualquiera de sus amigos podría haberlo dicho y ella habría tenido un antecedente policial o habría ido al reformatorio. Tenía un secreto y era castigable. El silencio abrumó la casa. De vez en cuando, un coche pasaba y Kimmy, el shin tzu, ladraba. Chloe pensó en ir afuera para ver si él aún actuaba raro a su alrededor, pero no podía soportar la idea de abrir la puerta. Hubo un estallido y un chirrido metálico, mientras alguien lanzaba una botella de vidrio en un contenedor de reciclaje. Más lentamente de lo que jamás había hecho nada, Chloe se movió hasta las escaleras y subió. Cada paso fue forzado, cada movimiento equilibrado. Escuchaba pasos afuera en el césped o en el pavimento debajo de la ventana. Los doce pasos tomaron veinte minutos: vagamente podía oír el latido de su corazón y sus propias respiraciones. Cuando finalmente llegó arriba, abrió su cajón con lo que pareció demasiado sonido. ¡Squeak! Mus-mus huyó de ella. Ella bajó su mano y el corrió hacia la esquina, encogiéndose de miedo. Chloe frunció el ceño. Sacó un Cheerio de su bolsa de sándwich y lo sostuvo para él. El se mantuvo en la esquina. Le tomó cinco minutos lograr un poco de coraje, y entonces solo corrió hacia adelante, lo tomó en su boca, y corrió de vuelta a la esquina. María Mallon: más conocida como María Tifoidea, fue la primera persona en los Estados Unidos a la que se identificó como portador sano de los patógenos asociados con la fiebre tifoidea. 51
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—¿Qué pasa contigo? —demandó Chloe. El era su único amigo en la casa en este momento; no tenía la energía emocional para que también enloqueciera—. ¡Vamos! —dijo ella un poco más molesta acercándose para levantarlo. Entonces notó que sus garras aún estaban afuera. Él cree que ahora soy un gato. Un depredador. Se obligó a relajarse, a calmar sus pensamientos, esperando a que las garras desaparecieran. Pero cuando puso su mano, él aun así huyó. Chloe estaba sentada en la cama, en la misma posición, contemplando el cajón cerrado, cuando su madre llegó horas más tarde. Chloe no se movió cuando el auto aparcó, o cuando la puerta se abrió, o cuando subió las escaleras. —Hola —Su mamá asomó la cabeza, con el rostro ligeramente enrojecido por beber y pasar un buen rato—. ¿Aún no estás en la cama? —Estoy yendo. Ahora —dijo Chloe con una sonrisa débil. Sus lágrimas se habían secado hacía tiempo, pero habían dejado rastros rasposos y salados en sus mejillas. Sabía que no era más seguro ahora que su mamá estaba en casa… pero de alguna manera aún se sintió así.
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Capítulo 16 Corregido por PrisAlvS
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hloe no tenía ningún deseo de ir a la escuela o al trabajo al día siguiente; permanecer en la cama debajo de las mantas definitivamente parecía una mejor opción. Pero no la más segura. Lugares públicos, como la escuela y el trabajo, eran absolutamente los lugares más seguros donde estar, y entre medio se aseguraría de estar con multitudes u otras personas. ¿Y en casa, esta noche? Nunca quería pasar una noche de miedo como esa de nuevo. Pensar en eso la hacía querer vomitar. No había dormido mucho, saltando con cada sonido y tendida despierta por horas, siguiendo cada sonido hasta que se extinguían: autos conduciendo en la distancia, alguien (posiblemente con un diferente propósito malévolo) caminando por la calle a medianoche, orinando y luego siguiendo su camino. Una rata o algo pequeño y ruidoso empujó su comida a lo largo del suelo fuera de su ventana hacia un hoyo por lo que pareció ser como la mitad de la noche. Surfeó en la web por un par de minutos antes de alistarse, buscó sistemas de alarmas, bloqueadores de puerta y centinelas electrónicos, de los cuales la mayoría parecía comenzar en la categoría de los quinientos dólares. Chloe trató de encontrar una manera de sugerírselo a su mamá: “Uh, ha habido muchos robos últimamente, y me estaba preguntando…” Lo más sencillo probablemente sería conseguir un montón de esos juguetes para niños que se supone que protegen tu casillero o cuarto de un hermano, y colocarlos por toda la casa. ¿Pero qué había de ella? ¿Qué si la atacaban de nuevo, más furtivamente? Pensando en la pelea, recordaba cómo él había apuntado a su garganta, a las articulaciones importantes (hombros, rodillas) y finalmente al abdomen. Necesitaba alguna clase de protección para esos sitios: una armadura. Chloe sacó la caja musical que su padre le había dado la última Navidad que estuvieron todos juntos, donde guardaba todas sus piezas de joyería favoritas y las cosas brillantes que nunca usaba. Al fondo, enredado en un brazalete que obtuvo de una caja de cereal, había un collar de cota de malla que había comprado en la feria renacentista a la que Amy la había arrastrado años atrás. Se lo puso y se miró en el espejo. Los eslabones de acero hacían una cadena que era solo un par de centímetros de ancha, pero si la usaba un poco suelta, entonces al menos protegería la mitad más baja de su cuello, y las arterías y venas allí. Chloe no tenía idea qué hacer con sus rodillas y piernas. Jugó con la idea de envolverlas con vendas marca Ace, con los alfileres de metal aferrados en las áreas más vulnerables. Para su estómago y hombros la cosa más cercana a protección que tenía era un chaleco de
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cuero de Pateena, muy setentero y agrietado en algunas partes. Lo extrajo de su armario y se lo puso. Algunos me llaman vaquero del espacio… En realidad todo lo que necesitaba era un sombrero tejano o un gran cinturón con una hebilla de plata. Aunque… Ladeó su cabeza. Con su pelo corto y un par de pendientes de pluma tampoco luciría tan mal. Quizás un espeso delineador de ojos negro, un rímel grumoso… —Buenos días —dijo corriendo escaleras abajo y yendo directo a la puerta delantera. Su madre estaba haciendo un crucigrama. Ella nunca parecía tener dolores de cabeza o resacas por las noches fuera. Chloe se dio cuenta que estaba rompiendo una gran, gran regla de su nuevo pacto de “honestidad” y se sintió culpable por ello. ¿Pero qué iba a conseguir contándole a su mamá? —¿Vas a hacer algo después del trabajo esta noche? —preguntó la Sra. King, tratando de sonar casual, sin levantar la vista. ¿Patrullar el perímetro? ¿Colocar pequeñas trampas? ¿Temblar en mis zapatos? —Uh, no, no realmente… —Estaba pensando en hacer cordero esta noche. —Golpeteó el bolígrafo en su labio—. Un muy buen corte. ¿Estarás en casa a las ocho? Una imagen relampagueó ante Chloe, ella llegando tarde y encontrando a su madre muerta en el piso, vidrios rotos y sangre por todos lados, el olor a carne de cordero quemada saliendo del horno. —Sí, absolutamente —respondió Chloe rápidamente.
En la escuela, se encontró con que podía dormitar por cinco minutos a la vez (siesta de gato) en clase sin que nadie lo notara. Mientras sentía la necesidad de acurrucarse y dormir por mucho más, especialmente en química, cuando la luz del sol calentaba su silla y escritorio, Chloe descubrió que incluso los más breves cinco minutos eran refrescantes. En gimnasia tuvo suerte: estuvieron viendo una película sobre conducir en estado de ebriedad. Chloe consiguió dormir los cuarenta y cinco minutos completos. Estuvo despierta en Civilización Americana por el vibrar de su teléfono. Trató de no incorporarse rápidamente, molesta y sorprendida por ser arrancada de un profundo sueño sin sueños. El número era el de Brian. Se preguntó si él de alguna manera se había enterado de lo que le había pasado la noche anterior. O más importante, si iba a decirle cuánto le gustaba y se disculparía por ser tan “manos fuera” y raro. O quizás finalmente iba a itir que él era la otra persona gato.
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Todas esas cosas serían buenas. Cualquiera de ellas. Esperó hasta estar fuera en el pasillo después de clases, antes de llamarlo. —¿Llamaste? —preguntó ella con el teléfono presionado tensamente contra su oído para poder oír sobre la multitud. —Sí… Chloe, tenemos que hablar. —Sonaba desesperado, serio. —¡Seguro! ¿Puedes verme antes del trabajo, en la cafetería cerca de allí, al otro lado de la calle? —¿No puedes salir más temprano? Chloe elevó una ceja. —Estoy en la secundaria, ¿recuerdas? No en el “mundo real”. Salir más temprano significa llamar a mamá y consecuencias. —Oh. Cierto. Bien, entonces, ¿dos quince? —Estaré allí tan rápido como pueda —prometió Chloe. Puso el teléfono de vuelta en su bolsillo. —¡Hey, Chloe! —Alyec estaba saludándola con la mano. Ella sonrió y paseó tranquilamente, balanceando sus caderas en un caminar medio “vaquero con espuelas”, medio sexy—. Lindo chaleco. Entonces, Keira dice que eres una completa zorra. ¿Eso es verdad? La boca de Chloe se abrió y luego solo colgó allí. Estaba demasiado aturdida para hablar. Las amigas más cercanas de Keira estaban a una distancia audible, escuchando embelesadas. Alyec era excelente manteniendo una cara seria, con el aún extranjero aspecto y su expresión nunca demasiado reveladora. Entonces Chloe rió. Era un momento tan perfecto y estúpido de secundaria, tan lejano a psicópatas asesinos, poderes sobrenaturales y miedos misteriosos como alguien podría tener. Un respiro de aire fresco completamente. Alyec sonrió complacido de ver su reacción. —Oí que en realidad tienes que tener sexo para ser una —respondió audiblemente—. Deberías hablar con Scott LeFevre y Jason Buttric y… bueno, todo el equipo de fútbol. Pregúntales sobre Keira. Las dos amigas de la chica se alejaron a toda velocidad, ansiosas de contar. —Te ves tan desanimada —dijo Alyec, pasando una mano seximente por el cabello de ella. Ella empujó su cabeza hacia su mano, disfrutando la sensación. Espero no empezar a ronronear o algo como eso. —Yo… no dormí bien anoche.
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—Deberías haberme llamado. Habría ido, y después de eso —dijo, sonriendo diabólicamente—, habrías dormido como un bebé. —Eres un completo idiota —dijo genuinamente. —Te encanta, bebé. —Se inclinó hacia adelante, como si fuera a besarla, pero se detuvo justo antes, por lo que había a penas un milímetro entre ellos, y permaneció allí. Chloe podía oler su piel, limpia y cálida. Se sentía como si hubiera tragado una dosis doble de whisky barato: la quemazón recorrió su estómago y el resto de su cuerpo. Ella giró su cara ligeramente para mover sus labios contra su mejilla, aún sin tocar, casi vencida por el calor y el deseo. Pero se contuvo. Alyec finalmente se alejó. —Uf, fuerte medicina—dijo él con voz ronca. —Te veo después, lover boy52 —dijo Chloe sobre su hombro mientras se alejaba. Esto es demasiado divertido.
Vio a Amy en el pasillo un par de veces. No se miraron la una a la otra. Amy hizo un gran gesto de mirar hacia otro lado. Chloe puso los ojos en blanco. Con amigos como estos, ¿quién necesita asesinos empuñadores de cuchillas? Cuando la última campana sonó, corrió hacia la cafetería, asegurándose de permanecer en el lado de la calle con la mayor cantidad de peatones, desacelerando para colarse en grupos y acelerando para pasar a otros. Sin aliento se lanzó hacia la silla frente a Brian, donde él estaba sentado rumiando sobre una taza de algo y un biscotti53. Lucía incluso menos gótico de lo usual, con caquis arrugados, botas relucientes y una chaqueta con capucha negra, con el número diez en rojo a lo largo del frente. Su sombrero de gatito no estaba en ningún lugar a la vista. —Hola —dijo él. —Hola. Eso fue todo por un par de minutos mientras ella ordenaba y esperaban a que su café fuera traído. Fue tenso; Chloe casi empezó a golpetear su pie con impaciencia. Cuando finalmente estuvieron solos, Brian la contempló por un largo minuto, sus ojos cafés inquietos. Distraídamente tocó la cicatriz en su mejilla. —Creo que deberías dejar de ver a Alyec. Chloe parpadeó.
Lover boy: la traducción literal sería “chico que ama” o “chico amante”. Biscotti: pequeñas galletas crujientes de forma rectangular, que usualmente contienen nueces, hechas originalmente en Italia. 52 53
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Pensó de nuevo en su breve conversación telefónica, cuán serio y preocupado había sonado… y se dio cuenta que la última vez que él la había visto fue con Alyec. No tenía nada que ver con él siendo otra persona gato… —Brian, pensaba que ya habíamos hablado de esto… —Luego se detuvo, pensando en lo que él acababa de decir. Estos días, ya nada extraño o fuera de lo común, sin importar cuán pequeño, podía ser descartado como inofensivo—. ¿Cómo sabes su nombre? — preguntó calmadamente. —¿Qué? —preguntó Brian nervioso, no habiendo esperado esa respuesta. —¿Cómo sabías el nombre de Alyec? —repitió Chloe, poniéndose de pie—. ¿Has estado siguiéndome? ¿Acosándome? —demandó. Él miró a su alrededor, nervioso ante su audible acusación. —Chloe, escúchame —rogó él—. Realmente no deberías verlo. Él no es… seguro. —No puedo creerte, tú… ¡raro! —dijo ella, golpeando su puño contra la mesa—. No te comprometes en algo como una relación real y después de solo un par de citas empiezas a acusar a otros chicos de ser peligrosos. Eso es patético —escupió—. ¿No es seguro? ¿Qué sabrías sobre seguridad? Alguien trató de asesinarme anoche, ¿y tú estás preocupado de un tonto extranjero de dieciséis años? El rostro de Brian se volvió blanco. —¿Alguien… te atacó? —¡Sí! Podría haber sido asesinada. Pasé la noche entera aterrorizada… sabía cosas sobre mí también, Brian. Solo tengo lugar en mi vida para un loco acosador. —¿Estás bien? —preguntó finalmente. —¡A penas! —Tomó el chaleco y lo hizo a un lado junto con su camisa. El profundo corte estaba limpio, pero desagradable—. El hijo de puta tenía dagas y estrellas ninjas y toda clase de cosas raras. —Estaba furiosa pero aún le debía las gracias—. Si no fuera por los movimientos que me enseñaste la otra noche, estaría muerta —dijo ella a regañadientes. —¿Que yo te enseñé? —preguntó él confundido. Oh no… —¿Tú no… la otra noche…? Vamos, esto es serio. Por favor… Pero él sacudió la cabeza encogiéndose de hombros. Cuando se dio cuenta que él lo decía en serio, Chloe estaba casi vencida por la desesperación. Aquí había pensado que finalmente tenía una respuesta a la locura a su alrededor: no solo Brian era un gran chico, sino que habría sido alguien que podría enseñarle, que podría protegerla, que podría decirle lo que era ella.
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Y había resultado no ser ninguna de las anteriores. Solo un raro posesivo y loco. —Tengo que irme ahora —dijo ella empujando su silla hacia atrás. —No, Chloe… ¡no! Espera… Pero ella ya había salido por la puerta.
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Capítulo 17 Corregido por PrisAlvS
S
alió hecha una furia y permaneció allí por un momento, insegura de qué hacer. Cuanto más tiempo se quedara allí, más tiempo tendría Brian para pagar la cuenta y reunir el coraje para ir tras ella. Lo cual era lo último que ella quería. Por un momento, solo un momento, lloró, sintiéndose completamente sola. Luego se concentró en lo que había dejado: el hecho de que Brian era un completo idiota. Estaba tan molesta que podía bufar. Empezó a caminar, tenía que hacer algo
con toda la rabia dentro de ella. Dado que casi era hora de ir a trabajar, se encaminó en esa dirección. Cerró sus manos en puños y las abrió y cerró, sintiendo las garras entrar y salir. No era exactamente tranquilizador pero la hizo sentir mejor. Sus hombros se sentían tensos, Chloe deseó poder correr como el tigre en esos comerciales de gasolina (¿o
era aceite?), estirándose con sus patas delanteras, saltando, descendiendo en sus traseras. Luego pensó en los leones de montaña en Los Ángeles, lo que la hizo pensar en Brian, lo que la hizo enfadarse de nuevo. —Hola, Chloe —llamó una voz frente a ella, sacándola de sus pensamientos. Era Keira, en algo que lucía como un verdadero vestido de tenis, acabado con calcetines pom-pom. Pero lo usaba encima de un par de jeans Mavi54. Incluso el aroma de la otra chica hacía enfermar a Chloe: apestaba a hormonas en plena ebullición, irritación y, bueno, Keira. Se detuvo en frente de Chloe casualmente, como si fuera solo para charlar. —¿Exactamente a quién estabas llamando zorra hoy? ¿En el pasillo? —Desaparece —dijo Chloe tratando de rodearla. Como si necesitara con todo lo demás. Sentía como si el detonador en ella estuviera a medio centímetro del explosivo. —No, en realidad estoy interesada. —Keira echó su cabello a un lado, exhibiendo todos sus matices, raíces y capas—. ¿Estabas insinuando que yo dormí con Jason y Scott… y todo el equipo de fútbol? La bomba explotó. 54
Mavi: arca de jeans fundada en 1991.
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Chloe se giró con los ojos centellando. Abrió su boca. Un sonido salió de ella,
profundo, gutural y crudo, desde el fondo de su garganta. No exactamente humano. Una advertencia. El rostro de Keira se volvió blanco y dio un paso atrás. Chloe caminó a su alrededor, continuando hacia Pateena. Estaba cerca a desgarrar a la siguiente persona que tratara de hablarle. Sin embargo, voy a pagar por eso más tarde. Tan pronto como se recobrara, Keira se pondría a llamar a todos y les diría qué bicho raro era Chloe King, además de ser una cotilla y una chismosa mentirosa. Pero Chloe estaba bastante segura que ella no usaría exactamente la palabra chismosa, estaba varias sílabas alejada del vocabulario de la estrella del campo de hockey. Chloe consiguió calmarse lo suficiente para el momento en que llegó a la tienda , para ficharse civilizadamente y tomar una de las donas que Marisol había traído atentamente para ellas, incluso recordando agradecerle. Eran unas con tema de Halloween, de Dunkin’ Donuts, cubiertas con pequeños murciélagos y calabazas de dulce negros y naranjas. Chloe se había olvidado de la festividad inminente; era la favorita de Amy. Sintió la urgencia de gruñir de nuevo. Atrapada dentro de la tienda, con el aroma a lavandería y algodón y poliéster
desteñidos envolviéndola, Chloe encontró sus pensamientos similarmente atrapados. Aún no sabía nada de su atacante o de la otra persona gato. No tenía ninguna forma de protegerse a sí misma y a su mamá. Tampoco tenía intención de contarle a su mamá sobre el ataque, lo que significaba que ya estaba violando el acuerdo entre ellas. No tenía nadie con quién hablar. Ya no. Se encontró a sí misma sujetando etiquetas con la pistola perforadora más fuerte de lo que debía, haciendo hoyos en más de un par de pantalones. Y aquí es donde conocí a Brian. —Awww. ¿La pequeña niña de secundaria está teniendo el SPM55 por algo? — preguntó Lania haciendo un puchero y bajando la vista hacia ella—. ¿Cuál es el problema? ¿No fuiste electa reina del baile? Chloe consideró cómo mejorarían las miradas de Lania con la adición de una etiqueta plástica fijada permanentemente a su labio inferior. —Déjame en paz —farfulló. Fue casi una súplica; ¿por qué cuando todo estaba en su punto más apestoso, personas como Lania y Keira de repente decidían que
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Síndrome Pre-Menstrual
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era su día para tortura gratis? No quería perder su temperamento de nuevo. Había varias personas en la tienda, y un rugido leonino ciertamente sería notado. Lania se encogió de hombros, pateó la pila de jeans de Chloe fuera de su camino mientras se iba. Chloe tomó un profundo respiro, escogió otro par y apuntó el arma hacia ellos… pero estaba sujetando demasiado firmemente y falló, atascándose. Sin pensar, Chloe la levantó sobre su cabeza para estrellarla contra el suelo, pero se detuvo justo a tiempo. Tenía que salir de aquí. Su humor no estaba mejorando. Cuidadosamente, Chloe volvió a apilar los jeans, reajustó la pistola y encontró a Marisol en la parte trasera. —Uh. —Tosió. ¿Se ceñiría a su nueva política de honestidad?—. Marisol, no creo que pueda seguir trabajando aquí hoy. La mujer mayor levantó la vista hacia ella con los ojos entrecerrados, quizá buscando señales físicas de enfermedad, la única razón concebible por la que un empleado diría tal cosa. —¿Estás bien? —preguntó finalmente. —No… realmente. —Chloe no dio más explicaciones. No me preguntes nada… —Está bien —dijo Marisol a regañadientes. Sus ojos se movieron rápidamente a un par de monitores en blanco y negro que estaba conectados a cámaras de seguridad en la tienda. Chloe se dio cuenta de que ella estaba tratando de decirle que había visto la forma en que había estado comportándose—. Me agradas, Chloe. Pero no tengo tiempo para adolescentes locos. Este es un negocio que tengo que manejar, no una guardería. —Entiendo —masculló Chloe. Si tan solo ella supiera qué está sucediendo… —Creo que estaremos bien; no ha estado muy ocupado. Tómate el resto de la semana. Pero espero verte de vuelta el miércoles… si no, no te molestes en volver. —Gracias —dijo Chloe con todo su corazón. —Está bien. Te veo el próximo miércoles. —La mujer giró su cabeza; su discusión había acabado. Chloe tomó su chaqueta y corrió afuera, regocijándose en la sensación fresca y libre del sol sobre ella. Pero aún quería aporrear algo. ¿Dónde podía ir? ¿Qué podía hacer para sacudirse este ánimo, esta increíble rabia? Alyec.
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Él podría no ser el mejor conversador, pero definitivamente quitaría su mente
de las cosas. ¿Pero dónde estaría? Nunca lo había visto con un teléfono celular, no sabría su número si tuviera uno. Chequeó su reloj, eran solo las tres y veinte; había una buena posibilidad que aún estuviera pasando el rato con su multitud usual de amigos en algún lado dentro o cerca de la escuela. Chloe corrió todo el camino de vuelta y se detuvo afuera de la entrada principal. Olfateando. Antes de saber qué estaba haciendo, tenía su nariz en el aire, tratando de atrapar su esencia… ¡ahí! ¿Era eso? Esperó mientras la brisa cambiaba de dirección, y cerró los ojos. Miles de… no exactamente imágenes, pero sensaciones y suposiciones se filtraron a través de ella: ¿eso era un gato? ¿Alguien estaba molesto? Alguien no se había bañado en un tiempo… algo extraño, animal, pequeño… ¿Ardilla? ¿Rata? No podía nombrar los aromas; no había vocabulario para ellos. Pero eran reconocible y memorizables, como rostros y sonidos. Podría haberse quedado allí por mucho más tiempo, dejando a aquellas cosas llenarla… como un perro, notó, sacando la cabeza por la ventana, o incluso ese tonto pequeño shin tzu que siempre olfateaba de arriba abajo su brazo antes de dejarla acariciarlo, como si viera dónde había estado y a quién había visto ese día. ¡Allí, de nuevo! ¡Ese era él! Como el aroma de su piel esta mañana, masculino y sin lugar a dudas Alyec. Lo siguió, encontrando difícil no seguir también su instinto y mover su cabeza alrededor contra el edificio o incluso junto al suelo para seguir el rastro. Pero aún había estudiantes alrededor, y su reputación de rara ya había sido establecida lo suficiente ese día. Chloe se detuvo en una intersección, comprobó la esencia, y fue recompensada por su suposición: guiaba al gimnasio de basquetbol más pequeño. Aminoró su paso en el último minuto, oyendo otras voces, oliendo señales mixtas, masculinas y femeninas. Se paseó adentro, como si solo hubiera estado pasando por allí, golpeando la puerta mientras pasaba. Alyec se sentaba como un rey benevolente entre sus iradores y amigos. Todos estaban reunidos alrededor y por debajo de él, en podios inferiores, hablando, riendo y lanzando un balón de basquetbol. Alyec estaba tratando de aprender cómo girarla en un dedo como los otros estadounidenses, causando un montón de risitas. Keira no estaba allí. Gracias a Dios. Él la vio venir. No hubo vacilación: se levantó con la comodidad de un humano bastante elegante, le lanzó el balón a una pequeña niña linda y bajó de un salto, chocaba manos mientras pasaba. —Tengo que irme, los veo después. Alguien empezó a cantar:
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—Alyec y Chloe, sentados en un árbol… —Ni siquiera era malo, pero aun así irritó a Chloe. ¿Quiénes eran estos chiquillos que solo comentaban y hablaban de su vida así? —Hola, hermosa. —Él no la besó mecánicamente como otros novios habrían hecho… como Brian habría hecho. Como todas sus interacciones, era como si tal gesto fuera demasiado banal para ellos dos. Él solo elevó una ceja, esperando. —Quiero hacer algo malo —dijo ella medio bromeando. Él la miró, tratando de analizar su humor. Luego tomó su mano. Por un momento Chloe temió que él hubiera entendido mal lo que ella dijo; la última cosa que quería en el mundo era o físico amigable. En este momento la idea le dio náuseas. Alyec comenzó a caminar por el pasillo, tirando de ella detrás de él. —Haremos que te desahogues —dijo mientras ella se apresuraba para seguirle el ritmo—. Lo prometo. La llevó al pequeño aparcamiento en la parte trasera de la escuela, a la sección aún más pequeña de los de último año. La luz del ocaso cercano era extraordinaria, suavizaba y delineaba cuidadosamente cada forma y color; su calor causaba que el aroma de las hojas caídas, el alquitrán y el sucio metal se filtrara en el aire. La guió hacia un pequeño hatchback56 de un opaco color cobre, viejo y oxidado. —¿Esto es tuyo? —preguntó Chloe sorprendida—. Tú no eres de último año… —Es un grande auto, —él dijo, equivocándose por la emoción—. Reconstruido con un motor de ocho cilindros. Transmisión manual. Muy puro. —¿Es tuyo? —preguntó de nuevo, notando que no había respondido. —Siempre he amado los viejos hatchbacks —dijo él sacando una llave y abriendo la puerta del lado del conductor—. Hay un par de problemas, por supuesto. Como que un par de llaves abrirían casi todos los modelos. —Mantuvo una pierna fuera del auto para equilibrarse y se inclinó dentro, jugueteando con algo debajo del volante—. Pero puedes entrar y tratar de repararlo y realmente saber lo que estás haciendo, ¿sabes? Sin computadoras o esa clase de mierda. Hubo un par de clicks y gruñidos cortos y poco prometedores, entonces algo prendió y el motor se encendió. Él se inclinó hacia adelante y desbloqueó la puerta del acompañante.
Hatchback: tipo de automóvil que consiste en una cabina o área para pasajeros con un espacio de carga (maletero) integrado, al cual se tiene mediante una puerta trasero. 56
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Chloe la abrió, tuvo que tirar más fuerte de lo que había pensado; podría ser un auto pequeño, pero se sentía como si estuviera hecho completamente de plomo y la puerta no se movió tan fácilmente. Se dejó caer en el pequeño asiento que aún conservaba la mayor parte de su cubierta original de… ¿cuero?, ¿vinilo?... remendada aquí y allá con cinta adhesiva. Miró a Alyec. —Este no es tu auto, ¿cierto? Él le sonrió y los sacó del estacionamiento.
Chloe no sabía nada sobre autos y sabía muy poco sobre conducir; su mamá la dejaba practicar en el at57 de vez en cuando, e iba a anotarse en un curso de
conducción esa primavera. Pero a pesar de eso, dos cosas eran evidentes, aún para ella: el pequeño auto estaba acelerando mucho más fuerte y rápido de lo que debería haber sido capaz, y Alyec obviamente no había aprendido a conducir en América. Rebotaron enérgicamente, arriba y abajo, en el auto; además de los mismos resortes de los asientos, no parecía haber ninguna otra forma de suspensión. Ella abrió la ventana y aferró el umbral para sostenerse, se encontró a sí misma riendo. ¡Bonnie y Clyde! Auto robado, ira infinita, carretera. Esto era exactamente lo que necesitaba. No se molestó en preguntar a dónde iban; él parecía tener un plan. En las esquinas giraban tan fuerte que Chloe podría haber jurado que las dos ruedas exteriores se elevaban, y aunque no pasaron ninguna luz roja realmente, las vio cambiar mientras pasaban debajo de ellas. Cada vez que eso pasaba, Alyec besaba sus dedos y tocaba el techo. —Algunas veces —gritó él, su ventanilla estaba abajo y el motor era
increíblemente ruidoso—, San Francisco realmente apesta. ¡Tienes que salir! Es demasiado… claustrofóbico. Con un chirrido giraron por la 101 y pasaron zumbado por el Golden Gate. Era un hermoso panorama del final del día: el cielo estaba oscureciéndose a un azul claro y libre de contaminación, nubes alargadas e hinchadas pasaban, iluminadas del naranja debajo de ellas. Los colores de las atenuadas colinas verdes a la distancia se profundizaron y el agua debajo de ellos lucía violenta y oscura. El puente, por sí mismo, brillaba de un rojo casi oxidado y sangriento. —¡Ja! —Rió Chloe audiblemente, amándolo. Alyec le sonrió y pisó el acelerador. 57
at: modelo de auto, de la marca Volkswagen.
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Llegaron al otro lado del puente y tomaron la primera salida, dirigiéndose hacia Sausalito. Ella y Amy solían ir allí todo el tiempo para comprar y pasar el rato junto al agua, pero ambas lo habían encontrado aburrido últimamente (como Paul siempre se quejó que era). Ancianos, turistas raros y tiendas aburridas. Pero Alyec terminó en un camino en el que ella no había estado y subió por una calle que solo podría haber sido descrita como extremadamente bien pavimentada, como salida de un póster: alquitrán escondido bajo una superficie de grava, los carriles curvados suavemente desde el centro de la carretera, donde resplandecían dos rayas perfectas color limón. —¿Dónde estamos? —gritó Chloe. —Donde viven todos los ricos idiotas —gritó Alyec de vuelta. —Pensé que eso era San Jose. Alyec pensó en ello. —¡Viejos ricachones idiotas! Hizo un giro a la izquierda y señaló. La quijada de Chloe cayó ante la vista de la casa en frente de ellos. Era como una finca salida de algún filme inglés, una gigante mansión de piedra y madera, se elevaba varios pisos en el centro. Con alas inferiores flanqueando cada lado. El techo era de tejas. El gran césped que se desbordaba por el camino tenía que ser al menos de varias hectáreas, y estaba protegido por una antigua cerca alta y puntiaguda, un portón y un centinela. Una entrada de grava giraba cuidadosamente desde allí hacia la puerta delantera, terminando en un glorieta circular, cuyo centro era una fuente. Cada pieza de vegetación estaba inmaculadamente podada, y apuntando al césped había setos e incluso la fuente ocasional. —Oh, por Dios… ¡es hermoso! —exhaló Chloe—. No tenía idea de que había algo como esto por aquí. —Nunca es mencionado en House and Country58, si eso es a lo que te refieres — dijo Alyec irónicamente. Cristo. —¿Quién es el dueño de este lugar? ¿Bill Gates? Alyec sacudió la cabeza. —Sergei Shaddar. Él es el tipo que compró el viejo mercado en el centro de la ciudad y lo convirtió en un multicine. Un verdadero capitalista pig-dog59. Y un
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House and Country: programa sobre casas del país.
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pariente cercano del lado americano de mi familia. —Su rostro se volvió oscuro por un momento—. Él es quien no puso el dinero para traernos a mí y a mi familia aquí. —¡Qué cretino! No puedo creer que en su lugar gastara todo en esto. —Sí, bueno, quién sabe —dijo Alyec frívolamente—. Algún día quizá todo esto será mío. No está “casado con hijos”, como suelen decir. Le dio la vuelta al auto y condujo lentamente de vuelta a la carretera, permitiéndole a Chloe tener un último vistazo de la hermosa casa. Ella suspiró. Era un mundo completamente alejado de ella y sus problemas, un pequeño reino de fantasía de ricos, cosas hermosas y problemas de ricos. Notando su silencio, Alyec se estiró y le alcanzó una botella de peltre60 con palabras rusas en ella. No tenía idea de cómo podría haber guardado eso encima con los jeans que estaba usando en ese momento, extra ajustados en el trasero, pero tomó de ella generosamente. No era vodka, como había esperado, sino algo seco, profundo y ardiente. —¿Sabes lo difícil que es conseguir bourbon en Rusia? —preguntó él cuando ella tosió. Chloe le dio una sonrisa, pero fue débil—. Oh, te estás deprimiendo. —Eso desearía… —Se detuvo, pensando en su pastel de cumpleaños—. No sé lo que deseo. Desearía que la vida fuera más simple —dijo finalmente—. Desearía que pudiéramos pasar el rato por más tiempo. Alyec mordió su labio por un momento. —Necesitamos una última cosa para animarte antes de que vayas a casa. — Entonces se avivó—. Chloe King, ¿alguna vez has “atrapado aire61”?
Pig-dog: insulto utilizado por extremistas en ambos lados del espectro político, para describir a aquellos en el lado opuesto, como un reemplazo de pig (cerdo) o dog (perro). 60 Peltre: una aleación compuesta por estaño, cobre, antimonio y plomo. Es maleable, blando y de color blanco, con alguna similitud a la plata. 61 Juego de adolescentes en el que, llevando un auto a máxima velocidad, lo hacen saltar en una pendiente, de manera que todas las ruedas queden en el aire. 59
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Capítulo 18 E
Corregido por Celesmg n un oscuro cuarto sin nombre, se reunió un círculo de figuras con toga.
Nueve se sentaron alrededor de una antigua mesa de madera iluminada por faroles parpadeantes que marcaban su circunferencia. Detrás y encima de ellos, las antorchas emitían monstruosas sombras en el piso de piedra, adornado con azulejos, debajo de ellos. Un monitor en blanco y negro se ubicaba en la mesa, agregando su enfermiza luz a la de las llamas; el personaje principal en su película silenciosa era una niña ocupada en toda clase de comportamientos normales de niña… así como también algunos que no eran tan normales. Una de las figuras con toga en la mesa habló: —Como ven, ya se ha vuelto peligrosa, y han pasado solo unos días desde que percibió su verdadera naturaleza. —Difícilmente creo que defenderse del ataque de un rufián callejero constituya una personalidad peligrosa —dijo otra voz, vieja y femenina. —Pero miren a quién mantiene como compañía. —Una tercera voz antigua y masculina parloteó. Una mano esquelética se estiró hacia adelante. Sus dedos bien podrían haber sido solo huesos para todo el bien que su seca y apergaminada piel hacía, se aferraba a cada detalle, bulto y hendidura. Y como si fuera para magnificar su deterioración, un llamativo anillo con una gigante piedra negra se asentaba sobre el nudillo de su dedo índice. Todos miraron donde él golpeteaba en el vidrio del monitor. Un joven estaba besando a la chica en una banca, fuera de un restaurante de comida rápida. —¿El ruso aún sigue en la línea? —No tenemos razones para creer lo contrario. —Todo esto está moviéndose demasiado rápido —dijo el primer orador inquieto en su asiento—. Novicio, tú solo has dicho que los dos se conocían. Y que si algo sucediera, tú inmediatamente… intercederías. —Hice lo mejor que pude, Primario —dijo débilmente una voz joven desde las bancas. —Aun así fallaste. También fallaste en determinar positivamente si ella es Esa que el Solitario cree que es.
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—Primero quieren que sea su amigo, luego quieren que vea si muere cuando clave un cuchillo en su barriga. No creí que eso fuera parte de mi misión. —¿Ella te dijo algo? ¿Algo en lo más mínimo extraño sobre su pasado, sobre alguna experiencia en su infancia, alguna milagrosa supervivencia o experiencia cercana a la muerte? Hubo una larga pausa. —No, señor —dijo el novicio finalmente. —Me temo que estás demasiado cerca de la situación para ser capaz de reaccionar racionalmente. Estás fuera del caso; dejaremos que el Solitario maneje las cosas a su manera. —Pero señor… déjeme tratar una vez más. Ella es una buena persona… criada por humanos. ¡El Solitario solo la matará! Está loco… —Alexander Smith es un valiente miembro de la Orden. Cumple sus tareas bien y con entusiasmo, no permitamos olvidarnos de eso. Mucho más allá de nuestras propias órdenes, él siente que su camino está directamente ordenado por Dios. Déjalo ser, y Dios determinará el resultado. —Esto es solo asesinato, no el camino de Dios —escupió el joven. —Novicio, ¡la Orden de la Décima Daga no ha cumplido su misión de proteger a las personas del azote felino por miles de años solo para tirar todo por la borda debido a los impulsos descarrilados de una adolescente encaprichada! ¿Soy claro? Otra pausa larga. —Sí, señor. Hubo un momento de silencio mientras todos reflexionaban sobre esto. —Entonces nuestro accionar está decidido —dijo uno. —Así está registrado —dijo otro. —Como hemos hecho desde siglos, como siempre haremos —corearon todas las figuras. Lentamente se levantaron y silenciosamente salieron en fila de la oscura habitación. Todos excepto uno, el joven que había hablado, cuyas rodillas temblaban y rascaba una cicatriz en su mejilla. —Es lo mejor, hijo —dijo el hombre más viejo, quedándose atrás y palmeando su hombro con una mano esquelética—. Sé que es duro… pero no hay futuro allí. Mira a ese pobre chico griego, no quieres terminar como el señor Xavier Akouri, ¿cierto?
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Capítulo 19 Corregido por Pily
D
e hecho, Chloe nunca había “atrapado aire” antes, aunque había vivido su vida entera en San Francisco. Amy había tratado una o dos veces, usando el auto que el hermano de Paul le dejaba tomar prestado ocasionalmente, un auto de mal gusto con luces violeta por todo el lugar y demasiados alerones. Pero tanto como Amy pretendía ser una chica mala, realmente nunca había tenido el valor… o la velocidad. Alyec no tenía tales problemas: presionó el acelerador en la cima de una buena colina. Pero cuando aceleraron sobre ella, el auto solo hizo una especie de rebote. Alyec maldijo y trató de nuevo, virando en las esquinas y pasando luces rojas para aumentar la velocidad. Los vientos rasgaron a través de las ventanas. La ciudad acababa de entrar en la oscuridad, y todas las luces estaban encendidas, pero el resplandor del ocaso anaranjado permanecía. Era una noche de sensación salvaje. No puedo creer que estemos haciendo esto. Chloe estaba tan emocionada que incluso aplaudió mientras se aproximaban a la intersección. —Y… ¡ahora! De repente se sintió sin peso. Solo duró un momento; su cuerpo se presionó contra cinturón de seguridad y se estrellaron duramente contra la calle de nuevo, causando que su cuello azotara hacia adelante y atrás. No estaba segura de que las cuatro ruedas hubieran conseguido estar en el aire, pero ciertamente se sintió así. Todo pasa mucho más rápido que en la televisión. Suspiró, deseaba que hubieran hecho el movimiento en cámara lenta, como si hubieran estado grabando. Alyec pasó zumbando de vuelta a Inner Sunset. Mientras conducían más allá del
estacionamiento de la escuela, alguien, con la constitución de un deportista de último año, estaba gritando: —¿Dónde está mi auto? ¿Dónde está mi maldito auto? —Alyec y Chloe se hundieron en sus asientos, riendo en silencio, pero la espalda del dueño estaba vuelta a ellos mientras pasaban. —¿Dónde vives? Te dejaré allí antes de devolver esto.
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—No sabes dónde vivo —dijo ella lentamente, saboreando la forma en cómo sonaba, cómo se sentía. Él no sabía el nombre de su otro novio, no sabía qué era ella realmente y no sabía dónde vivía. Solo un adolescente promedio, ligeramente más psicótico de lo normal. Simple. Era algo lindo. —No, ¿cómo podría? —Olvídalo —dijo Chloe sonriendo, señaló dónde debía doblar.
Desaceleró mientras ella golpeteaba el parabrisas, señalando qué casa era la suya. —Oye —dijo Chloe girándose para verlo—. Gracias.
—No hay problema. ¿Ves? No soy solo un chico sexy. También me gusta hacer cosas peligrosas y estúpidas. —¿Sí? —Sonrió. —Sí —respondió inclinándose hacia adelante. Suavemente mordió la parte inferior de su oreja, tirando de ella, hábilmente evitó sus perforaciones. Luego besó
su cuello. Chloe se estremeció—. La próxima vez —susurró él. Los ojos de Chloe se ensancharon, pero no dijo que no.
En el interior de la casa, su mamá estaba luchando con un cordel de carnicero atado incómodamente alrededor de un increíblemente primitivo pedazo de cordero. Estaba atando un nudo mientras sostenía una punta en su boca. Chloe se acercó para poner su dedo en el nudo para hacerlo más fácil para ella, pero la señora King sacudió la cabeza enfáticamente. —O ata e aves anos.
Chloe suspiró y las pasó debajo del grifo antes de volver a ayudar. En el pasado, durante su breve paso como vegetariana, la visión de carne como esa, especialmente carne rara, especialmente carne rara de un animal bebé, la habría asqueado completamente. No pudo evitar notar su estómago gruñir de igual forma, y tuvo que resistir activamente el impulso de quitar trocitos de lo que se veía como la más sabrosa grasa cruda y lanzarla dentro de su boca. —Listo. —Su mamá puso sus manos en sus caderas y iró su trabajo. Señaló el horno con su barbilla y Chloe lo abrió, sintiendo un calor muy acogedor flotar hacia fuera—. Solo deberían ser cuarenta y cinco minutos, más o menos. Compré unos cuscuses para acompañarlo. Oye, ¿te sientes bien?
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Chloe levantó la vista, sorprendida por el repentino cambio en el tema de conversación. Ahora que lo pensaba, ahora que el viaje salvaje en el auto había acabado, se sentía un poco decaída. —¿Pasó algo en el trabajo? Chloe inhaló profundamente. —No fui a trabajar. Yo… salí con mi amigo Alyec. Me dio un aventón a casa. La señora King levantó las cejas.
—Marisol me dio el resto de la semana libre —explicó Chloe rápidamente—. No me sentía como… no podía hacerlo. —No te rindas con esto —le advirtió la señora King—. Es solo tu primer trabajo. Si te aburres con este y el próximo, y… Chloe la observó pacientemente esperando que terminara. Probablemente fue la completa falta de cualquier respuesta de su hija, mucho menos una enfadada, combinada con la mirada exhausta de Chloe, lo que hizo que la Señora King se fuera apagando, abandonando el sermón. —¿Te estás enfermando? No… pero se dio cuenta que quería dejar sus opciones abiertas. Así que sacudió la cabeza sin decir nada, una débil protesta al menos. Tuvieron una tranquila noche de cordero y cuscús con una ensalada con queso feta, incluido en el equipo griego. Su mamá la dejó tomar una copa de vino, algo frutal, blanco y del Medio Oriente. Puso a Chloe directo a dormir cuando se hizo un ovillo en el sofá junto a su mamá, que estaba cambiando de uno a otro entre CNN y Animal Planet. Chloe sabía que debería haber estado más alerta, pero estaba exhausta, su estómago estaba lleno y se sentía cómoda y cálida. —Bueno, cómo lo sabrías —fueron las últimas palabras que escuchó antes de quedarse dormida—. Los bebés elefante chupan sus trompas como los bebés humanos chupan sus pulgares…
Cuando despertó a la mañana siguiente, Chloe aún estaba en el sofá pero estirada, con una almohada bajo su cabeza y su propio edredón cubriéndola. Su madre ya estaba levantada y alistándose para trabajar. —¿Cómo te sientes hoy? —preguntó inclinándose sobre Chloe y poniendo el dorso de su mano en la frente de su hija—. Cuando te arropé anoche estabas ardiendo.
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Chloe se sentía bien. Mierda, ¿ayudé a Alyec a robar un auto y “atrapé aire” con él ayer? ¿Cuántas veces más, se preguntó, sería golpeada al día siguiente por las cosas raras que había hecho la noche anterior? Y, francamente, pensando en el robo del auto, se sintió avergonzada. ¿Qué le había pasado ayer? ¿Realmente estaba tan enojada con Brian? Era solo un idiota, después de todo… ¿Por qué hacía estas cosas raras cuando estaba alrededor de Alyec? —Uh… —Chloe comenzó a incorporarse, luego se apoyó en un codo, como si estuviera mareada. La señora King suspiró.
—Llamaré a la escuela. No debería haberte dejado beber nada anoche. O al menos debería haber sido tinto. Se supone que es bueno contra los dolores de cabeza y los resfríos. —Ahuecó el cabello de Chloe—. Te llamaré más tarde. Llámame si necesitas algo… ¿crees que estarás bien en casa tú sola? Oh, aquí viene. Chloe vio la sombra de preocupación y culpa de madre soltera en los fríos ojos de su madre. ¿Debería quedarse en casa con su hija enferma? Eso era lo que su madre habría hecho. Bueno, su madre no tenía un trabajo, pero como sea. Al menos la mamá de Chloe siempre era muy cuidadosa de mantener sus dudas, preocupaciones y psicosis adultas para ella misma, y nunca cargaba a su hija con ellas. Por supuesto, no podía evitar proyectarlas algunas veces. Y se preocuparía aún más si supiera del atentado contra la vida de su hija. —No te preocupes —aseguró nuevamente Chloe preguntándose vagamente cómo todo el asunto de madre-hija se había volteado tan rápidamente en las últimas semanas y preguntándose cuándo volverían a alejarse la una de la otra de nuevo—. Llamaré a Amy. —Sí, claro—. Puede pasarse por aquí justo después de la escuela con cosas si las necesito. De todos modos, probablemente solo vaya a dormir aquí por el próximo par de horas. —Está bien —dijo su mamá, sonando insegura. Se inclinó hacia adelante y besó a Chloe en la frente—. Que te sientas mejor. Y con el sonido metálico de un bolso Couch62, un maletín italiano y tacones Kenneth Cole63, se había ido.
62 63
Couch: marca de bolsos. Kenneth Cole: diseñador de ropa estadounidense.
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Chloe esperó en el sofá por un rato antes de decidir qué hacer. Había pasado suficiente tiempo desde el ataque para un poco de espacio; no estaba tan aterrorizada de estar sola en casa como había estado la primera noche. Este día sería una buena prueba: si su asesino intentaba localizarla y atacarla en su hogar no habría mejor momento. Estaba sola y el vecindario estaba tranquilo. Pero incluso si se quedaba en casa todo el día, no iba a ser en una posición vulnerable, boca abajo, descansando en el sillón. Podía seguir investigando más sobre Xavier, quizás llamarlo. ¿Y qué exactamente sobre Xavier y Alyec? ¿Estos impulsos, desde sexuales hasta destructivos, o simplemente destructivos, eran normales o venían con las garras, la velocidad y el repentino deseo de comer carne cruda? Flexionó su mano y observó sus garras salir con un siseo. Las sostuvo en alto en un rayo de sol que hacía su camino a través de las cortinas y las plantas. Por una mano64, las garras lucían “normales”, brillantes, color hueso, con pequeños trozos de callos y piel muerta alrededor de ellos en la base. Por otra mano (garra), lucían tan monstruosas y extrañas como la primera vez que las había visto. —¿Qué más traen? —les preguntó en voz alta. Aún sin cola, gracias a Dios. Eso habría sido más difícil de esconder y no podía imaginársela repentinamente escondiéndose en alguna parte dentro de su cuerpo. Miró su pie, su mamá le había quitado los calcetines en algún momento durante la noche. Chloe ni siquiera lo había sentido… ¿era porque había estado muerta de sueño o porque el aroma, el toque y los pequeños sonidos de su madre eran familiares, nada peligroso? ¿De alguna manera había sabido instintivamente, incluso dormida, que estaba segura? El gato de Amy a menudo pasaba el día entero tumbado al final de la cama. Podías acariciarlo tan fuerte como quisieras y él se estiraría, nunca abriría los ojos, y seguiría durmiendo. ¿O solo me desmayé completamente? Un pensamiento mucho más aterrador. Estiró los dedos del pie hacia la luz del sol. Luego los flexionó. Ninguna garra emergió. ¿Eso era todo, entonces? ¿No más cambios físicos? Se levantó y se estiró, disfrutando la sensación del calor matutino. Luego subió las escaleras para cepillarse los dientes y esas cosas. Pero antes de hacerlo recordó una tarea de la que tenía que hacerse cargo: Mus-mus. Fue a su cuarto y abrió el cajón. Mus-mus vino corriendo hacia adelante, emocionado por un regalo. Chloe lanzó dentro un Cheerio. Este rebotó. La entrega y el sonido asustaron a Mus-mus por un segundo, que estaba acostumbrado a un trato más gentil. Chloe estiró su mano lentamente, extendiendo un dedo hacia el 64
Forma de decir: por un lado… y por el otro…
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pequeño ratón. Él se inclinó hacia adelante, lo olfateó. Luego chilló, dejando caer el Cheerio, y huyó. —No te gustan los gatos, ni siquiera los buenos… —Chloe suspiró. Solo otra cosa más que venía con sus cambios, junto con la violencia. Mordió su labio, sintiendo una lágrima brotar en la esquina de cada ojo—. Está bien, Mus-mus. —Se estiró para recogerlo; estaba tan desesperado por escapar de su agarre que ella tuvo que prolongar sus garras y muy delicadamente cerrarlas alrededor de él, como una jaula. Sostuvo al ratón a la altura de sus ojos, contemplando a la aterrorizada cosita que había sido su confidente solo un par de días atrás—. Adiós —susurró—. Y buena suerte. Luego se inclinó y abrió su mano cerca de la base de la cama. Mus-mus no vaciló en absoluto, salió disparado hacia adelante y bajó de la cama tan pronto como pudo. Chloe suspiró de nuevo, empujando las lágrimas de sus ojos. Cuidadosamente colocó la pequeña pirámide de Cheerios en el piso, en caso de que él necesitara un buen comienzo. Voy a extrañarte. Tomó una ducha, tratando de quitar todo lo que sentía y empezar el día de nuevo. Se puso una musculosa y un par de jeans, no se molestó por la ropa interior. Los gatos no usan ropa interior, se dijo, pero ni siquiera logró una sonrisa. Se puso el sostén. Sin embargo, este gato tiene que usar algo que soporte en la parte de arriba. No podía imaginarse teniendo seis u ocho tetas del tamaño de las suyas. Chloe deambuló por la casa enderezando algunas cosas, limpiando el refrigerador
para su mamá, cambiando de canales. Abrumada por la depresión, se recostó en el sofá. ¿Renunciaría a las garras si eso significara no más ataques locos, que la vida volvería a la normalidad y que Mus-mus regresaría? Incluso si tuviera esa opción, no estaba segura cuál sería la respuesta. *** Un golpe vacilante en la puerta sacudió a Chloe de una larga siesta sin sueños. Miró por la ventana, jugueteando con el collar de cota de malla en su cuello. Eran Paul y Amy. Chloe frunció el ceño, sin estar segura de si estaba lista para esto. Pero bajó las escaleras de todas formas y abrió la puerta. —Chloe —dijo Amy. Los ojos de ella y Paul se fijaron inmediatamente en la sexy camiseta que estaba usando… y luego se enfocaron en algo particularmente cerca de su hombro izquierdo, provocando que jadearan.
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—Uh, tu mamá nos llamó. A Amy, quiero decir —explicó Paul mientras Amy aún contemplaba fijamente la herida de la otra noche. Chloe la había limpiado en la ducha y puesto antibióticos en ella, pero aún era grande, profunda y roja. Se curaba bien, solo que desagradablemente—. Dijo que estabas enferma. —Sí, uh, pasen. —Chloe abrió la puerta a todo lo que daba, girando para ir hacia el primer cuarto. Sus dos amigos la siguieron dócilmente—. ¿Quieren algo? ¿CocaCola? ¿Coca-Cola de dieta? —Coca-Cola —dijo Paul distraídamente. El silencio en el cuarto era como el de un museo; era la hora del crepúsculo y todo estaba oscuro, polvoriento, sombrío. Como la casa de una abuela. Algunos sonidos caían y desaparecían en el cuarto, como gotas en un tranquilo lago negro, absorbidas instantáneamente. —¿Qué le pasó a tu brazo? —preguntó Amy finalmente. Chloe giró desde el refrigerador y le lanzó a Paul su Coca-Cola. —Fui atacada en la acera la otra noche —respondió monótonamente. —Por el vagabundo —ofreció Amy esperanzada. —No, alguien más. Alguien con un cuchillo. Alguien que parecía estar acosándome. Los tres se quedaron en silencio por un momento. Amy pareció desaparecer en el gigantesco e hinchado abrigo plateado que usaba, de algún lado entre proxeneta y chica DJ de Londres. Su cabello estaba levantado en nudos y tenía una delgada bufanda color verde lima sobre su cuello. Paul lucía mucho más casual, aunque justo tan malo como cómodo, en jeans y una chaqueta de cuero, sorprendentemente normal para él. —¿Es alguien que conoces? —preguntó Amy finalmente. —No. —¿Has llamado a la policía? —Aún no. Amy debió haber sentido algo en el tono de Chloe; no continuó con el obvio “¿Por
qué no?” —Creo que tenemos mucho con lo que ponernos al día —dijo Amy lentamente. —¿Sí? —preguntó Chloe sonando como si no le importara.
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—No me di cuenta… no me dijiste… —Hubo una larga pausa—. Realmente no he estado ahí para ti, ¿no? —dijo Amy suavemente. —No realmente —confirmó Chloe, pero no había ninguna malicia en la forma en que lo dijo. —Paul me dijo cómo te sentías. —De repente Amy rió, a la fuerza. Paul bajó la vista avergonzado—. Paul me dijo a mí cómo te sentías tú. Eso es un comienzo. — Ella tenía razón, usualmente una de las dos chicas le pedía a la otra que hablara con el impenetrable Paul—. Te fallé, lo sé… y luego me molesté porque estabas saliendo con Alyec. Y este otro chico. Era como si repentinamente tuvieras toda esta vida lejos de mí. —¿Hola? —Chloe señaló a Paul. —Lo sé, lo sé. —Amy suspiró. —Puedo dejarlas solas… si quieren —sugirió el novio en cuestión, un poco molesto de que estaba siendo señalado como una distracción. —Pensé que estarías encantada de que estuviéramos juntos, como para celebrarlo o algo —continuó Amy—. Es como… ya sabes, perfecto. Tus dos mejores amigos saliendo. —Voy a ir a… uh… voy al baño —dijo Paul levantándose y dejándolas. —Eso es bastante ególatra de tu parte —dijo Chloe, en parte arrepintiéndose de no haber medido las palabras, en parte encantada de haberlo dicho en la forma que lo dijo—. Yo nunca he salido realmente con alguien y tú has tenido una serie de novios… ¿y ahora tú y mi único otro amigo cercano se ven el uno al otro en privado? ¿Cómo piensas que me siento? —¿Es por eso que de repente empezaste a salir con todos esos chicos? —dijo Amy con el calor elevándose en su voz. —No hay “todos esos chicos”. Está Alyec, que es divertido y un gran besador; y Brian, a quien conocí en la tienda. Oh, y Xavier, este chico que conocí en el club la noche después de que caí, cuando estaba totalmente sola y me sentía rara y traté de llamarte a todos lados pero estabas ocupada con Paul. La boca de Amy se abrió como para decir algo, pero nada salió de ella. —En realidad a él no lo cuento —itió Chloe—. Solo lo he visto una vez desde aquella noche. —Y estaba en las puertas de la muerte. —¿Por qué no me contaste en la cena cuando…? —Repentinamente Amy se cortó, recordando la pizza de cumpleaños y cuán emocionada había estado de hablar sobre su experiencia con Paul la noche anterior.
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—Parecía que necesitabas a alguien que te escuchara —dijo Chloe tranquilamente—. No creí que lo que hice con Xavier fuera tan importante como lo que estaba pasando con ustedes dos. Los ojos de Amy se volvieron húmedos y vidriosos. —Lo siento —dijo ella finalmente tratando de no llorar—. Sé que no he estado ahí para ti en lo absoluto, y me sentía culpable por ello, pero estaba enojada y ocupada con Paul; y cuanto más tiempo pasaba, más culpable y enfadada me sentía… —Está bien —dijo Chloe tratando de no sonreír. Típico de Amy. Demasiado emocional pero sincera en exceso… si la presionabas lo suficiente. Amy la aferró en un gran abrazo de oso que hizo gruñir a Chloe en sorpresa y le quitó la respiración.
—Espera, ¿dos ataques en un mes no es un poco raro? —preguntó Amy de repente, limpiando sus lágrimas. —No sabes ni la mitad de ello —dijo Chloe con una sonrisa irónica. —Hey. —Paul apareció en la entrada—. ¿Por qué no vamos a caminar por el puente, como solíamos hacer? Amy y Chloe se miraron la una a la otra. ¿Por qué no?, pensó Chloe, tratando de no enfocarse en cómo el “solíamos hacer” era menos de un mes atrás. *** En el viaje en autobús hacia el Golden Gate, Chloe los puso al día con detalles de Alyec, menos la parte del robo, y Brian, concentrándose más en lo último y cómo estaba realmente decepcionada de que hubiera resultado ser tal perdedor. Sus dos amigos quedaron perturbados cuando les contó sobre que él sabía el nombre de Alyec y le dijo que permaneciera lejos de él. —¿No es un poco raro, dos acosadores tan juntos? —preguntó Paul haciendo eco, sin saberlo, de la pregunta anterior de Amy—. No supones que… —¿Que Brian contrató a un maníaco con cuchillo para asustarme? —O Alyec —agregó Amy rápidamente. Había aceptado que el chico popular podría no ser la semilla de todo el mal del universo, pero no había renunciado a la esperanza de que lo fuera. Chloe y Paul la ignoraron. —Quizá deberías llamar a la policía —sugirió Paul en su tono “serio”. —Es un poco más complicado que eso. —Chloe suspiró. No estaba segura cuánto más iba a contarles, pero no estaba lista para decirles nada aún. Quizás en el puente. Ese sería el lugar correcto.
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Cuando se bajaron, se deslizaron más allá de las grandes multitudes de gente lenta que estaban tomando fotografías y paseando por ahí en grupos sin rumbo, como el búfalo65 de Golden Gate. Paul se detuvo en una máquina para conseguir una botella de Coca-Cola. Una vez mucho tiempo antes, él la habría terminado cuando llegaban al centro, y los tres amigos habrían escrito una nota y la habrían sellado dentro y lanzado hacia el agua debajo de ellos. Cuando eran incluso más jóvenes hubieran pretendido que estaban en una pequeña isla aislada y que el puente guiaba a otro mundo, que era el principio de una larga travesía y búsqueda para los tres, juntos. Pero ahora, trataron de parecer lo más normales y poco amenazadores posibles para la figura de acción del Guarda Nacional. Los días de lanzar cosas inofensivas del puente habían acabado hacía mucho, mucho tiempo. —Es como si viviéramos bajo leyes marciales —masculló Amy. —Uh, creo que ellos están aquí para protegernos —protestó Paul. —Me gusta tu falda —dijo Chloe notando la segmentada y resplandeciente minifalda de jean que lucía Amy, casi como un tutú suelto.
—Gracias —dijo Amy tímidamente—. La hice la semana pasada. Estoy pensando en hacer todo un conjunto a juego, como “Jeans Princess66”. —Señaló su pie y reveló, bajo el hinchado abrigo plateado, calentadores de jean a juego, algo así como acampanadas sin el resto de los pantalones unidos. Chloe no estaba segura de que ella las usaría, pero definitivamente era una idea genial. —Tú mamá totalmente debería dejarte trabajar en Pateena. —Dímelo a mí —dijo Amy pateando una roca. La pateó de nuevo con su otro pie y entonces realmente se metió en eso, pateándola una y otra vez como un balón de fútbol, antes de accidentalmente dispararla a seis metros, más o menos, más adelante. Corrió detrás de ella, con el hinchado abrigo volando. Chloe rió. —El martes fue nuestro aniversario —dijo Paul. —¿Sí? —Me hizo una tarjeta. Y me escribió un poema —agregó él crípticamente sin expresión en su cara. Chloe lo estudió por un momento antes de sonreír. —Al menos no lo interpretó en frente de una multitud —señaló ella. —Sí —fue todo lo que él dijo con un pesado suspiro de alivio.
Una de las atracciones en el Parque Golden Gate, es una manada de búfalos que deambula por un recinto. 66 La traducción sería algo como: Jeans Princesa 65
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Alcanzaron a Amy en el punto medio. Ella ya se estaba inclinando sobre el borde mientras escupía. —Les he dicho que eso es un mito —dijo Paul colocando sus manos en sus caderas en exasperación. —No, no lo es —discutió Chloe inclinándose y escupiendo ella también—. Si lo
haces correctamente con el viento… realmente lo hace volar de vuelta. —Las dos son asquerosas —dijo girando con su espalda a la barandilla. Sacó un cigarro de su bolsillo y ahuecó sus manos contra el viento para encenderlo. La roja luz del sol iluminó su cara desde abajo, como si estuviera en frente de una fogata. Infortunadamente, cuando el viento sopló hacia el otro lado, el humo abrumó completamente su recientemente intensificado sentido del olfato. Giró su cara hacia el viento tratando de no hacer arcadas.
—¿Vas a saltar de esta barandilla? —preguntó Amy sacudiendo su pulgar hacia ella. Chloe sonrió. —No, no lo creo. A los chicos de verde de por allí no les gustaría tanto. —Oye, ¡lo tengo! —dijo Paul de repente, tendió sus brazos como si hubiera sido golpeado literalmente por una idea—. ¡Deberías estar muerta! Por la caída. Y ahora, como en esas películas de Destino Final, ¡la muerte está haciendo todo lo que puede para reclamarte! Eso explica totalmente al vagabundo y a ese tipo que trató de matarte. —Um, gracias por esa alentadora interpretación —dijo Chloe—, pero si eso fuera verdad, no serían solo personas detrás de mí, cosas al azar, como autos y… bueno, este puente, colapsarían e intentarían matarme. —Oh. Sí. —Paul dio un paso o dos hacia atrás mirando hacia el suelo. —De todas formas, como dije, es un poco más complicado que eso. —De todas formas, ¿qué estabas haciendo caminando tú sola de noche? ¿Dos veces? —demandó Amy, pateando la pequeña roca entre sus pies y continuando hacia el otro lado. Los tres continuaron paseando por el puente, dejando largas sombras oscuras detrás de ellos. Había unas pocas personas disfrutando de la puesta de sol y ocasionalmente un ciclista pasaba zumbando. Delante de ellos, el puente estaba vacío; lo tenían todo para ellos, como el final de una película. Esto era. Este era el momento. Aquí era donde ella decidía cuánto decirles.
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Chloe inhaló profundamente. Una figura se detuvo en frente de ellos, desde un lado de un auto, bloqueando su camino. —Um, chicos, ¿recuerdan al raro con las cuchillas… no el vagabundo? —¿Sí? —preguntaron Paul y Amy; estaban tomados de las manos. —Ese es él. —Ella señaló. El Solitario se mantuvo firme y sonrió.
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Capítulo 20 —C
Corregido por Pily
hloe King.
Él sostenía una daga en cada mano y no usaba ninguna chaqueta esta noche, solo un cuello de tortuga negro que parecía estar hecho 67 de neopreno … o estaba escondiendo una armadura por debajo. Justo la clase de
cosas que Brian usaría, notó Chloe distraídamente. Los pantalones y las botas eran los mismos de la otra noche; podía ver su tupido cabello rubio atado en una cola de caballo que justo terminaba en la parte inferior de su cuello. —Oye —gritó Paul pensando rápido—. ¡OYE! —gritó él ahuecando sus manos en la
dirección del Guarda Nacional. Pero sus palabras murieron en el viento. —¿Crees que tus amigos humanos van a ayudar a salvarte? —preguntó el hombre con fingida sorpresa—. Solo porque te mantienes en su compañía no significa que eres una de ellos. —Mier-da —dijo Amy boquiabierta. —Um, sí… —Chloe estimó la distancia entre ellos… alrededor de diez metros. Lo suficientemente bueno para una ventaja. ¿Qué hay de Paul y Amy?—. No tengo idea de qué estás hablando —gritó Chloe en respuesta. —¿Ellos no conocen tu verdadera naturaleza? —preguntó el hombre con los ojos
muy abiertos. —¿Corremos todos en diferentes direcciones? —susurró Amy, comenzando a realmente asustarse—. ¿O qué? —Ellos deberían. —Él caminó hacia adelante lentamente, miraba a Amy y Paul a los ojos, de uno al otro, como una cobra decidiendo dónde atacar primero—. Ella no es realmente su amiga. Ni siquiera es de su clase. Nuestra clase —dijo el hombre desesperado por hacerlos entender—. Su gente no quiere nada menos que la completa destrucción de la humanidad. Dominar el mundo. Desafiar a Dios mismo. —¿Chloe…? —preguntó Paul. Él no se estaba refiriendo al discurso del asesino, como Amy, se estaba preguntando qué deberían hacer. Sin pensar o hablar sobre
67
Neopreno: marca comercial para una familia de cauchos sintéticos basadas en el policloropeno.
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ello, los tres comenzaron a retroceder lentamente, al mismo paso en que el hombre avanzaba. —Corran —siseó Chloe—. ¡Corran ahora! Paul y Amy corrieron. El Solitario rió, girando para observar a sus amigos irse. —Qué dulce, ¿los estás protegiendo? O protegiendo la verdad sobre ti. Chloe sintió que ese era el momento. Y estaba en lo correcto: para el momento en que él volvió la vista y lanzó sus dagas, ella ya se había dejado caer en cuatro y saltado hacia él. Oyó las cuchillas silbar con precisión mortal sobre su cabeza; se habrían enterrado firmemente en su estómago si hubiera permanecido de pie. Dos volteretas después, se lanzó con un rugido sobre su pecho, sin pensar realmente en su ataque, solo usando el impulso, el movimiento y la sorpresa para sostener la sartén por el mango, aunque solo fuera por un segundo. Justo antes de que sus garras alcanzaran a hundirse en su carne, él se estiró debajo de ella, aferrando y empujando, usando su mismo peso para lanzarla sobre su cabeza por delante de él. Ella aterrizó ilesa en el suelo, no con una voltereta, sino en cuatro patas. Las dagas voladoras no matan a las personas, pensó Chloe; saltó lateralmente a último minuto para evitar una y se aferró a la baranda peatonal. Las personas matan personas. —No importa —gritó—. Incluso si eres la Elegida, tengo suficientes cuchillas para todas ustedes. ¿Qué demonios significa eso? Y más al punto, ¿por qué no carga una pistola como un psicópata normal? Chloe se columpió, de modo que quedó parada en la barandilla, y corrió ligeramente sobre ella, hasta que llegó a un delgado poste de luz azul. Saltó y se aferró a los lados, oscilándose hacia arriba. Un ruidoso sonido metálico marcó una cuchilla que debió haber fallado en golpear sus pies y se dio contra el poste en su lugar. Chloe saltó al siguiente soporte sin pensarlo, cruzó tres metros en el aire, justo sobre su cabeza. Una shuriken silbó en el cielo detrás de ella. Se giró como si fuera a saltar de nuevo, como si estuviera confundida, aterrorizada y sin pensar. En el último minuto se lanzó en picada hacia él. Finalmente sus garras hicieron o con su carne, rozando algo del Kevlar o lo que fuera que usara, hundiéndose donde esto terminaban. Forcejearon de cerca por un momento, aterrizando juntos en el suelo con un golpe sordo capaz de sacudir
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los huesos. Chloe se concentró solo en excavar en cualquier lado que sus garras pudieran alcanzar y en mantener sus piernas en movimiento, esperando hacer algo
de daño cerca de su entrepierna. Él trato de trabajar sus propias piernas alrededor de ella; eran muy fuertes, casi de piedra con músculos. Justo antes de que su fuerza cediera, Chloe se alejó de un salto nuevamente. Tan pronto como se levantó se giró para enfrentarlo, lista para su nuevo ataque. Hubo un zumbido mortal que solo rozó sus orejas, seguido por un sonido de metal contra metal. Una estrella ninja se disparó a su cabeza y rebotó en el soporte justo sobre el Silencioso, que ya se estaba levantando. Chloe se dio la vuelta. Parado al otro lado del Silencioso, alrededor de a seis metros de distancia, estaba Brian. Tenía una mirada de dolor en su rostro y otra estrella voladora en su mano. ¿Brian…? Chloe tuvo un momento difícil procesando lo que estaba viendo, pero no había ningún error en el arma que sostenía. Dolor, desesperación y rabia la abatieron. Sabía que debería concentrarse en el hecho de que tenía dos atacantes ahora, pero Chloe de repente se sintió exhausta por esta inesperada traición. Mucho tiene sentido ahora… La nota regresó a ella: Ten cuidado de la compañía que mantienes. Él comenzó a caminar hacia ella. —Aléjate de mí, tu… ¡raro! —gritó Chloe—. Estuviste acosándome. No puedo creer cuán real parecía… ¡Nada de lo que hicimos significó… nada! —Chloe, ¡no! Yo… Hubo un sonido chirriante detrás de ella. Chloe se asustó y se dio la vuelta. Su asesino ya estaba arriba y avanzando hacia ella. Él vio a Brian y sonrió. Ella estaba atrapada entre ellos. Chloe miró a su alrededor salvajemente; su única salida era saltar del puente. Comenzó a caminar hacia la barandilla. —¡No! —gritó Brian—. ¡Chloe! Pero alguien saltó hacia Brian, con los brazos abiertos y las garras extendidas. Chloe tuvo una imagen de helados ojos azules y un golpe de cabello miel antes de que los dos cayeran en una furiosa lucha de patadas en el suelo. Alyec. Alyec era la otra persona gato. Ella había malinterpretado todas las señales sobre ambos. De alguna forma, debería haber sabido… —Lo tengo —gritó Alyec—. ¡Ve con ese hijo de puta…!
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Chloe sintió nuevas fuerzas dentro de ella. Este era su compañero; él cubría su espalda. Ahora dependía de ella. Se giró para enfrentar al Silencioso. Su cuello de tortuga estaba desgarrado en la mitad de su cuerpo, jirones negros y sangre fluían por su piel. Había un extraño tatuaje en su brazo, pero no podía descifrarlo. La sangre se escurría de la esquina de su boca, probablemente por su cabeza golpeando el suelo. La limpió y escupió más. Ella esperó que él dijera algo profundo, como en las películas, pero en vez de eso comenzó a lanzar lo que parecían ser docenas de estrellas ninja hacia ella, que aparecían de la punta de sus dedos, como las rosas de un mago. Ella bailó, saltó, hizo saltos mortales y consiguió evitar la mayoría de las shuriken. —¡Otro de mi Orden ha venido a observar y ayudar con la causa! —Las lanzó más y más fuerte. Chloe giró y cayó, mientras una estrella voladora se enterraba en su costado. —¿Creíste que él era tu qué… novio? Él estaba cazándote, justo como yo. —Rió. Mientras Chloe luchaba por levantarse él alcanzó un lado de sus pantalones y sacó algo que era más pequeño que un machete pero más grande que sus cuchillas anteriores. El dolor en su costado era como fuego, cada vez que se movía se sentía como si su cuerpo se estuviera desgarrando. Él comenzó a avanzar hacia ella.
El viento silbó en el cabello de Chloe. Lo observó venir hacia ella lentamente, el dolor enmascarando el sonido y el pensamiento. Vagamente podía oír a Brian y a Alyec gritándose obscenidades el uno al otro y el ocasional ruido sordo cuando uno de ellos asestaba un golpe. Realmente había una buena posibilidad que si nadie la ayudaba iba a morir. Y entonces algo dentro de ella se rompió. ¿Cómo te atreves? —¡Cómo te atreves! —gritó ella. Chloe arrancó la shuriken de su costado y la lanzó al
suelo, contrayéndose de dolor—. ¿Qué demonios te hice? ¿O a alguien? ¡No pedí nada de esto! Y corrió hacia él, la rabia ciega eclipsando el dolor. Él meció su cuchilla, pero ella arremetió hacia un lado y golpeó fuertemente su mano contra su brazo, rastrillando sus garras por él. Él gritó, fue forzado a cambiar el cuchillo a su mano izquierda. Sin embargo, Chloe no había terminado de
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moverse. Giró y lo pateó en la nuca con la punta del pie, aplastando el collar de Kevlar contra su carne. —¡Jódete! —gritó ella—. ¡Sal de mi vida! La rabia caliente y ciega estaba enfriándose, reemplazada con algo mucho más frío y lógico. Vio claramente antes de tiempo cada golpe, patada y puñetazo, y continuó con un inmediato contraataque. Nunca le dio tiempo de sacar otra cuchilla. Él retrocedió lentamente, hasta que estuvo contra la barandilla. —¿Cuántos otros has asesinado? —Con cada palabra enviaba otra patada a su estómago. En el último minuto, él consiguió lanzarse sobre la barandilla, manteniéndola entre ellos. —Tú, maldito psicópata —escupió Chloe en su rostro. Maltratado y ensangrentado, él aún consiguió una sonrisa. —Sí le sirvo al Señor. Su voluntad es cumplida.
—Sí, bueno, dile eso al… Y entonces él se resbaló. Chloe se quedó desconcertada por un momento; esto era algo que no había esperado. —¡Chloe! ¡No lo mates! —gritó Brian. Trató de correr hacia ella para detenerla, pero Alyec lo tiró al suelo de nuevo. Ella se inclinó hacia adelante, observando a su asesino balanceándose en el viento, luchando para sostenerse. ¡Termínalo! Cada parte de ella quería pararse sobre sus dedos, desgarrar su cara, observar y sonreír mientras él lentamente perdía la fuerza, se deslizaba y caía. ¡Él trató de matarte! ¡Te cazó como si fueras su presa!
Incluso su lado humano coincidió, este era un psicópata que estaba mejor fuera del acervo genético colectivo. Entonces le ofreció una mano. No puedo. Pelear es una cosa… no puedo matar a alguien a sangre fría.
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—Tú. En el puente. Aléjate de la barandilla. El audible sonido electrónico del megáfono hizo girar todo. Un helicóptero se elevó desde debajo, apuntando su faro auxiliar por el puente. Chloe levantó la vista también… Y el Silencioso cayó.
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Capítulo 21 Corregido por Pily
—¡N
o! —gritó ella tratando de atraparlo. Pero solo había aire. —Están viniendo —dijo Brian a nadie en particular.
Chloe aún estaba inclinada sobre la barandilla observando el agua en shock e incredulidad. Dudaba que él regresara de la misma forma que ella lo había hecho de su caída. Era como si un libro se hubiera cerrado de repente y nunca sería capaz de
abrirlo y leerlo de nuevo… de descubrir por qué estaba lleno de odio. En vez de alivio sentía la falta de un cierre, incluso un poco de pérdida. —Tenemos que salir de aquí —dijo Alyec tomando el brazo de Chloe y tirando de ella. Ambos corrieron. Aunque estaba exhausta por la pelea y sentía que parte de su fuerza estaba desangrándose por la herida en su costado, Chloe aún encontró gozo en correr. Cuando saltó sobre la barandilla del final para saltar del puente, haciendo equilibrio mientras corría sobre su superficie de metal pulido, Alyec estaba justo detrás de ella. Escogió subir por el Marin Headlands68; saltó entre los autos que pasaban, subió y pasó sobre cercas como si estuviera volando. Alyec estaba a su lado. Él mantenía su paso, trepando por la colina, saltando sobre rocas con una gracia felina extremadamente familiar. Cuando le echó un vistazo, él sonrió. La otra persona gato. Un amigo. Llegaron a la cima de la colina y comenzaron a bajar por el otro lado. El cielo en el oeste aún era rosa y naranja como en las historietas; parejas y familias señalaban la cima, observándola acurrucados en mantas y sorbiendo de termos. Habían superado hacía tiempo a la Guardia Nacional a pie, pero el helicóptero aún barría el puente y el agua, buscando problemas. Todo el asunto tenía escrito “Amy y Paul” por todos lados; aún trataron de salvarla después de que los hizo irse. 68
Marin Headlands: área montañosa justo al norte del Puente Golden Gate.
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Chloe saltó. No importaba. El helicóptero no sería capaz de rastrearlos. Eran demasiado rápidos. Se sentía capaz de gritar de alegría. Alyec gritó en su lugar, de dolor, y cayó en una rodilla, rodando en la tierra. Chloe se detuvo inmediatamente y corrió hacia él. Sostenía su pierna, tenía con una estrella voladora sobresaliendo de ella. —Mierda —gruñó sacándola y haciendo una mueca de dolor.
—¿Pero qué…? —Chloe se giró, buscando al atacante. Brian estaba siete metros detrás de ellos con otra estrella en su mano. Comenzó a correr hacia ellos. —¡Ese bastardo! —gruñó Alyec parándose con algo de dificultad. Chloe se puso en frente de él, entre él y Brian. —¿Quién es él? ¿Por qué quiere matarme? —Es un miembro de la Orden de la Décima Daga —escupió Alyec—. Debería haberlo sabido antes, la primera vez que lo vi. —Espera… Chloe… —Brian los alcanzó. Chloe se tensó, lista para saltar. —¿Vienes a terminar conmigo? —demandó. —¡No estaba tratando de matarte! —protestó Brian—. ¡Estaba tratando de detener a Alexander! —Ajá —se burló Chloe. Pero… realmente quería creerle. Quería creer que alguien que se volvió tan cercano a ella tan rápidamente, no sería capaz de cazarla y asesinarla—. ¿Y qué hay de Alyec? ¿Es uno de mi “raza” que tu… amigo y tú quieren destruir? —No era mi intención herirlos, pero tenía que detenerlos. —¿No era la intención…? —demandó Alyec señalando la sangre corriendo por su pierna. —Tenía que detenerlos —reiteró Brian. Sus ojos marrones estaban bien abiertos, rogándole que le creyera—. Si siguen dirigiéndose hacia el agua… hay otros, al menos una docena o más de… nosotros, esperándolos, en caso de que escapen. Algunos con armas más… convencionales. —¿Quién demonios es la Décima Daga? —demandó Chloe—. ¿Y qué tienes que ver con ellos?
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—Su único propósito es matar gente como nosotros —dijo Alyec. —No a todos ustedes; eso no es verdad… —Dile eso al Silencioso. —¡Solo a los peligrosos! —¿Y qué es Chloe? ¿Peligrosa? —gruñó Alyec y saltó sobre Brian, empujando a Chloe mientras pasaba. Sus garras estaban completamente extendidas; eran más cortas y gruesas que las de Chloe. Estaba apuntando al cuello de Brian. —ALTO —dijo Chloe empujándolo fuera del camino y plantando una mano firme en el hombro de Alyec para detenerlo. Pero él estaba furioso, rabioso, fuera de control. Sin pensar, usó su mano para abofetearlo a un lado de su cabeza para sacudirlo. Como un gato abofetea a sus gatitos, se dio cuenta después de que lo hizo. Alyec sacudió la cabeza, aturdido, pero trastabilló hacia atrás. —¿Es por eso que saliste conmigo? —demandó Chloe—. ¿Para mantenerme bajo control así no podían matarme? —Miró a Brian a los ojos. Muchas cosas tenían sentido ahora; y era mil veces peor que lo que había pensado. —¡No! Quiero decir, se suponía que te siguiera el rastro, que aprendiera sobre ti, que hablara contigo. Que nos volviéramos… amigos. —Se sostuvieron la mirada por un momento; era obvio que se refería enteramente a algo más. Él dejó caer la cabeza—. Entonces me enteré de que el Silencioso estaba detrás de ti y quise quedarme contigo para protegerte… cuando no pude convencerlos de suspenderlo. —¡No le creas! Estúpido mono —dijo Alyec. —Estoy aquí hablando contigo, ¿no? —le gritó Brian a él—. ¿Por qué mentiría ahora? —No puedo creerlo. —Chloe dio un paso lejos de él—. No puedo creer que seas parte de un grupo que me quiere muerta. —Es más complicado que eso, Chloe —dijo Brian con aire cansado—. Incluso Alyec puede decírtelo. —¿Por qué me advertiste que me alejara de él? —demandó Chloe—. ¿Por qué no querías que supiera la verdad? —No. Alyec es un conocido… busca problemas. No te quería atrayendo la atención hacia ti, relacionándote con la gente equivocada.
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—Parece que me relacioné con la gente correcta —dijo Chloe indignada—. Finalmente. —Se agachó y puso el brazo de Alyec alrededor de sus hombros para ayudarlo a caminar—. ¿Un par de años trabajando en el “mundo real” para que pudieras ser un importante zoólogo? Brian se sonrojó avergonzado. —Chloe, realmente me gustabas… realmente me gustas. —Como sea —dijo Chloe llevándose a Alyec.
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Epílogo Corregido por Pily
A
lyec se recostó en su sofá con su pierna herida elevada. No era un corte tan grande, pero la shuriken rebanó el tendón, haciéndole imposible caminar. La herida en el costado de Chloe había dejado de sangrar pero continuaba doliendo. Aturdida, exhausta por la pelea e insegura de qué más hacer, Chloe sacó algunos taquitos del congelador y los puso en el microondas. Tenía quizás una hora antes de que su mamá llegara a casa, y empezarían las serias explicaciones si Alyec no se había ido. —Esto apesta —maldijo Alyec observando el corte. Recostándose contra la estufa, Chloe puso sus manos en su rostro y finalmente comenzó a llorar. —Oye, no hagas eso —dijo Alyec impulsándose y cojeando hasta ella. Puso un brazo alrededor de Chloe—. Es muy confuso, lo sé. ¡Pero no te preocupes! Todo será explicado. Hay mucho que necesitas saber, sobre quién eres y de dónde vienes. Y estarás a salvo, lo prometo. Hay unas personas que debes conocer ahora; creo que te agradarán… Chloe le dio una pequeña sonrisa. De alguna forma sabía que él no se refería a ninguno de sus amigos de la escuela. Y eso estaba bien para ella.
Fin 165
Libro #2: The Stolen
E
lla pelea con su madre. Ella ocasionalmente falta a clases. Y ella alternativamente se enamora de dos chicos completamente diferentes.
Pero Chloe King no es por ningún medio una típica adolescente. La chica puede escalar edificios y ver en la oscuridad. A veces, durante la noche, incluso le gusta saltar de techo en techo. Sí, Chloe tiene los instintos y la habilidad de un gato. Y eso realmente la hace única. Esto también la hace una mujer buscada. La Orden de la Décima Daga no trata amablemente a las personas como Chloe. Esta las acosa. Las caza. Y quiere a muchas de ellas (como Chloe, por ejemplo) muertas.
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Prólogo E
Corregido por PrisAlvS staba de vuelta en el Puente Golden Gate. Paul y Amy ya se habían ido. La carretera sobre el puente estaba vacía. El agua debajo se había detenido. Todo estaba en silencio, esperando.
Chloe no se sorprendió cuando Alexander Smith, el Silencioso que había tratado de matarla antes, pareció caer del cielo con una daga en cada mano. Estaba diciendo algo pero no emitía ningún sonido. Ella podía decir que él estaba por atacar y agacharse, pero sus propios movimientos eran muy, muy lentos… Hubo un grito mientras una de sus dagas rozaba su cabeza. Pero en realidad eso no pasó, se dio cuenta confundida. Eso no fue lo que pasó la última vez. Se supone que saltaría sobre él… Estaba viniendo hacia ella con dos dagas más en sus manos, muerte en sus ojos. Chloe no lograba moverse. Pero gané esta pelea, se dijo a sí misma entrando en pánico. Ya he pasado por todo esto, y gané… El brazo del Silencioso salió disparado, arrastrando una daga por su rostro. Chloe saltó hacia atrás justo a tiempo. ¿Me arañó? ¿Estoy sangrando? —¡Brian! —gritó sabiendo que su amigo aparecería. Pero espera, ¿no había allí alguna confusión? ¿Él había estado ayudándola a ella o al Silencioso? Brian apareció, parado en un ángulo imposible sobre el barandal. Lucía serio y sus brazos estaban cruzados. —¿Quién será? —preguntó él seriamente—. ¿Alyec o yo? —¡Ayúdame! —gritó Chloe tratando de huir del Silencioso. —Causaste muchos problemas —dijo el Silencioso con una débil sonrisa. Entonces empujó una cuchilla profundamente en su barriga. Mientras caía vio a Alyec correr y saltar sobre Brian. —¡No! —gritó ella, mientras los dos chicos caían del puente. El Silencioso sonrió, su rostro tan cerca que su agrio aliento la envolvió. Elevó la cuchilla de nuevo, esta vez apuntando a su cuello.
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Sobre la autora Liz Braswell
E
scritora a tiempo completo bajo el pseudónimo de Tracy Lynn. Y Celia Thomson. Y J. B. Stephens. Y E.J. Braswell. Pero principalmente Tracy Lynn.
Su saga The Nine Lives of Chloe King, escrita bajo el nombre de Celia Thomson, ha sido adaptada en una serie de televisión por ABC Family.
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Staffs Traducción Caro_02
Recopilación y Revisión PrisAlvS
Corrección Leeconemi Celesmg Pily
Belisrose PrisAlvS Karlix
Diseño Dayi Cullen
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Traducido, corregido y diseñado en:
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